Los rostros de la sequía en Catalunya

Narcís Poch vuelve la vista atrás, a no muchos años atrás, e identifica precedentes del desastre actual. "Se vivió una situación bastante parecida en la sequía del año 2008", recuerda. Pero aquel mal trago no fue tan grave, porque el episodio "tuvo unas pequeñas interrupciones de lluvia algo intensa en dos momentos, y eso dio algo de calma".

Las restricciones del Govern le afectan en primera persona: ha tenido que dejar de regar algunas fincas, y a él y a otros agricultores del Alt Empordà les preocupa que el acuífero que comparten se acabe agotando. "Las medidas de la Generalitat no tendrían que haber llegado cuando ya prácticamente no queda agua. Tendrían que haberse iniciado mucho antes, y afectar a toda la población por igual: no puede ser que el sector agrícola sea al primero que se le aprieta el cinturón. Entendemos que somos un sector como cualquier otro, como el industrial o el turístico, y por tanto nuestras restricciones deberían ser igual que las suyas, porque con la sequía los consumos están tan igualados que el urbano llega a superar al agrícola", sostiene Poch.

Como coordinador en Girona de Unió de Pagesos, reivindica esos cambios en la gestión del agua y también se queja de la "crisis de precio" de los productos agrarios: "Cada año suben los costes de producción y lo que nosotros recibimos siempre es lo mismo". Y, mientras prepara la negociación con el Gobierno y la Generalitat, anuncia más protestas de los agricultores en un calendario que de momento va hasta el 5 de marzo: "Los días 27 y 28 seguramente repetiremos algunas movilizaciones en Girona, y el tono seguirá subiendo porque entendemos que deben tener más repercusión, para que Europa se gire hacia nosotros. Y el 5 de marzo, cuando está previsto el debate monográfico sobre agricultura en el Parlament, entendemos que los payeses debemos estar ahí en la puerta, haciéndoles saber que los estamos vigilando y que no les dejaremos dar un paso en falso".

Los gimnasios también se ven afectados por las restricciones promulgadas por la Generalitat. Según esas normas, las piscinas que estén registradas en equipamientos deportivos podrán seguir llenándose, pero siempre que esas instalaciones apliquen medidas de ahorro compensatorio. La principal, cerrar las duchas. "Las restricciones en las duchas para los gimnasios que no tienen ni zona verde ni piscina podrían empezar en verano", afirma Lara Cáceres, directora del gimnasio social Sant Pau, en el Raval de Barcelona. Ella sostiene que las particularidades de su centro hacen que necesite una atención específica. "Yo sé que el Ayuntamiento ya ha enviado correos a diferentes gimnasios y entidades, como la Associació Esportiva Ciutat Vella, diciendo que se tienen que cerrar ya las duchas. Nosotros no lo hemos recibido. Cuando llegue, nosotros estamos de acuerdo en cerrarlas, si fuera necesario por la sequía. Pero viene mucha gente, hasta 100 personas al día, a ducharse, y hasta que no puedan hacerlo en su casa aquí se tendría que poder hacer".

La inquietud entre sus "usuarios" –que ella diferencia de los "socios", que son los que no van al gimnasio a cubrir necesidades básicas–ha crecido tras el anuncio de las restricciones, y ella ha tratado de tranquilizarles: "Los usuarios del servicio de ducha nos han preguntado cómo les afectaría y clarísimamente les hemos dicho que no lo cerraríamos hasta que no cierren las duchas domésticas. Nos hemos puesto en contacto con servicios sociales tanto del Ayuntamiento como de la Generalitat para que tomen nota de nuestra situación, y nos han dicho que tenemos toda la razón del mundo".

Hèctor Hernàndez se dedica desde hace años a velar por el medio ambiente desde la asociación La Sínia, con base en Altafulla (Tarragona). "En ríos mediterráneos como el Gaià o el Francolí, la sequía está acentuando cuestiones que no se han solucionado en los últimos 20 años. Sobre todo dos: la falta de depuración de aguas en los pueblos de la zona, porque la mayoría no tienen depuradoras y sus aguas residuales van directamente al río; y la falta de modernización de las captaciones de las comunidades de regantes, que hace que sea muy difícil que cojan el agua que les corresponde y respeten los caudales ecológicos de los ríos", afirma.

Entre las medidas aprobadas por la Generalitat a finales de enero está la de que, a partir de ahora, se va a poder reducir a menos de la mitad el caudal de los ríos. Desde La Sínia y otras asociaciones adscritas a la Xarxa per a la Conservació de la Natura están en contra. 

"Hay que pensar que el caudal ecológico es el volumen de agua necesaria para que los estados ecológicos de los ríos funcionen correctamente, que tengan vida. En el Ter o la Muga se podrían provocar daños irreparables si la administración plantea reducir este caudal ecológico", afirma Hernàndez.

Como el agricultor Narcís Poch, este ecologista piensa que las restricciones deberían ser equitativas, y señala al turismo. "No entendemos por qué se tiene que afectar tanto a los payeses y tan poco al turismo. De hecho, aún estamos oyendo como el Govern habla de macroproyectos como el del Hard Rock [esta semana el president Pere Aragonès, en búsqueda de apoyos para los presupuestos, ha evitado cerrarle la puerta en el Parlament]. Son proyectos que deberían abandonarse, y más ahora teniendo en cuenta la necesidad de agua que tienen. No puede ser que se sigan ampliando camas y plazas hoteleras con esta falta de agua", asegura.

Pocas profesiones se están viendo tan afectadas por la sacudida del cambio climático como la de bombero. Y, en tiempo de sequía, la planificación de su trabajo es primordial. En el Grup de Recolzament d’Actuacions Forestals (GRAF), los especialistas de Bombers de la Generalitat en los incendios forestales, tienen claro que el futuro inmediato puede plantear muchas dificultades. "Nos preparamos para un escenario estructural de al menos cuatro años intensos.La sequía está provocando una gran mortalidad de árboles, y eso añade intensidad a los incendios, y nos hace pensar a escala no solo de esta campaña, sino de los próximos cuatro años", dice Marta Miralles, subinspectora del GRAF.

Esta bombera añade que ese sería el horizonte más optimista, porque serían "cuatro años suponiendo que el año que viene fuera un año húmedo". ¿Cómo han hecho ese cálculo? Se han basado en la experiencia previa: "Toda la vegetación que muere ahora se convertirá en leña que se queda en el bosque. Hay combustibles que se incorporan más rápidamente, pero por lo que hemos visto en anteriores campañas el riesgo permanece al menos durante cuatro años".

Como la sequía viene acompañada de "un aumento de temperaturas, tanto en verano como en invierno", se producen también "cambios en la mortalidad de las plantas y en cómo se pudre la vegetación, que hace que se acumule mucho más combustible en el bosque". "Y ya hemos visto a escala planetaria que eso ha provocado velocidades extremas en los incendios, que no se pueden prever con los modelos actuales. Es el escenario que tenemos por delante, ese riesgo extremo de que se vean afectadas zonas muy amplias muy rápidamente, más de lo que somos capaces de responder. Es algo que nos preocupa enormemente", añade Miralles.

Pedro Arrebola es el presidente de ASOFAP, la patronal española de profesionales del sector de la piscina. Son empresarios y trabajadores preocupados por las restricciones para llenar piscinas, y por las dudas que ha suscitado la legalidad de iniciativas como la compra de agua en otros países –Francia– o la posibilidad de usar desaladoras para llenar las piscinas de establecimientos turísticos, como ha planteado un grupo de hoteleros de Lloret de Mar (Girona). A pesar de que la Generalitat parece no cerrarse finalmente a esta posibilidad, Arrebola pide más flexibilidad. "Cuando se pone sobre la mesa algún tipo de alternativa, la primera respuesta que se recibe es la prohibición. Pensamos que aquí la Generalitat debería ser más flexible, más comprensiva, siempre, por supuesto, defendiendo el bien superior que es asegurar el agua potable para consumo humano. Pero una vez que esto esté cubierto, pedimos que se pueda se pueda también proteger a un sector como el turístico, que además de hoteles engloba cámpings y otras instalaciones. Por ejemplo: ¿qué haría Port Aventura en verano sin agua?", se pregunta.

Y en cuanto al caso concreto de Lloret, añade: "Nos parece una iniciativa muy buena, porque no afecta al consumo de agua potable. Quieren utilizar agua de mar, que obviamente aquí en España tenemos mucha, y no están pidiendo subvenciones". 

El presidente de la patronal de las piscinas subraya el peso en la economía del turismo, "que supone un 12% del PIB", y su volubilidad: "Muchos operadores dicen que turistas del norte de Europa a lo mejor se buscan este año otro destino". En cuanto a su campo particular, recuerda la cantidad de empleos que están vinculados al sector de la piscina: "Catalunya es el segundo mercado de la piscina a nivel de España y la previsión, según un estudio realizado por ASOFAP para este año, es de que se construye en España en torno a las 28.000 mil piscinas, de las cuales solamente unas 1.600 se van a hacer en Catalunya, cuando normalmente el ratio sería de 6.000 o 7.000. Y el motivo que aducen los encuestados en es que obviamente debido a la sequía no tienen previsto hacerse esa piscina".

Ana I. Caño-Delgado, investigadora del Centre de Recerca Agrogenòmica (CRAG) y emprendedora, lleva dos décadas investigando cómo las plantas se adaptan al estrés ambiental para luchar contra los estragos que la sequía produce en los cultivos. Fundó en 2023 la empresa Planet Biotech, que produce bioestimulantes, productos que se echa al campo para intentar que las plantas produzcan con menos agua. "Llegué hace 20 años al CRAG y siempre he investigado a nivel fundamental: es importante investigar cómo las plantas se adaptan al medio ambiente a nivel genético y molecular. Y eso me ha permitido diseñar una estrategia que pueda servir como solución a la agricultura", asegura.

Su manera de explicar lo que hace es muy gráfica. "Buscamos unos compuestos naturales para 'hackear' plantas, para de alguna manera engañar su sistema y la hacen creer que aún tiene agua cuando ya no tiene. Las plantas son organismos sensibles y tienen un sistema de adaptación muy eficaz. Le damos a la planta un fitofármaco antes de que haga calor, y cuando lo hace no tiene tanto sofoco, y es capaz de aguantar con un porcentaje menor de agua, sin penalizar su rendimiento", explica. Según los cálculos de su empresa, que cuenta con el apoyo de la Fundación Cajamar, con este sistema las tomateras que han puesto a prueba necesitan hasta un 30% menos de agua para mantener la producción.

Planet Biotech está haciendo pruebas piloto en los invernaderos que tiene en Bellaterra, y su intención es salir al mercado en 2026. "En sitios como Almería ya se están perdiendo cosechas a lo bestia", afirma Caño-Delgado.

El de Joan Viñolas es uno de esos casos a los que la sequía afecta de forma quizás indirecta, pero de manera muy contundente. Este ganadero de Salitja, un pequeño municipio de la comarca de La Selva, tiene 1.500 cabezas de bovino, principalmente vacas lecheras con las que suministra, entre otras empresas, a la marca Ato. En principio, no existen limitaciones para dar agua para que las vacas beban. "Pero si no llueve en primavera, tendremos muchas dificultades. En nuestro caso, como productores de leche, el 90% de cultivo que tenemos es de secano. El forraje que sembramos en septiembre y octubre no ha nacido por la falta de lluvia, porque ha caído muy poca. No sabemos si habrá forraje en abril o mayo, y es un problema muy grande para la alimentación de las vacas", asegura. Según las nuevas restricciones, en el terreno de regadío que tienen para que crezca ese alimento solo pueden regar con un 20% del agua con el que lo harían normalmente. Y eso le preocupa mucho.

Hasta el punto de que en las próximas semanas comprobará si tiene que tomar una decisión dolorosa a la que ya recurrió en el pasado: tener que sacrificar animales por la falta de comida. "Nos estamos planteando si reducir cabezas si no llueve, porque los silos se están vaciando", afirma Viñolas. En su caso, la sequía es una dificultad de primer orden para el crecimiento del negocio, porque legalmente su granja, el Mas Bes, podría albergar a más animales: "Nosotros no queremos crecer porque no tendríamos bastante comida, por capacidad legal podríamos tener más vacas".

Por ello, este ganadero pide que se tenga en cuenta su situación particular y haya flexibilidad en la norma. "Nos hemos construido nosotros los pozos de regar y los regadíos, y ahora la Agència Catalana de l’Aigua nos limita el agua a ese 20%. Es injusto. Hemos hecho una inversión grande para poder regar los campos, estas pocas hectáreas", asegura.