Juicio en Girona

El profesor de batería de Girona acusado de abusar de alumnos alega sexo consentido

Juicio a un profesor de música en Girona: "Los abusos eran la normalidad durante sus clases"

Una víctima declara que el profesor de batería de Girona abusó de él "a diario" en un curso de verano

profesor bateria girona

profesor bateria girona / ACN

Ariadna Sala

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El juicio al profesor de batería de Quart (Girona) ha llegado este jueves a su última sesión. En esta tercera jornada, el acusado, que se enfrenta a 48 años de cárcel por abusar sexualmente de cinco alumnos entre los años 2009 y 2020, ha alegado que tuvo sexo consentido con cuatro de las víctimas.

Psicólogos y forenses han desgranado las secuelas psicológicas sufridas por las víctimas y han subrayado el "abuso de poder" con el que actuaba el acusado

El procesado, que sólo ha respondido a las preguntas de la defensa, ha declarado que en los años que ocurrieron algunos de los hechos, el consentimiento legal se situaba a partir de los 13 años y que las víctimas tenían esa edad o más. Ha admitido "tocamientos y masturbaciones" pero ha negado las felaciones. Además, también ha reconocido que a lo largo de la instrucción "mintió" cuando negó los presuntos abusos pero ha justificado que lo hizo para evitar admitir las relaciones a su familia.

En cuanto a las acusaciones de las víctimas, ha manifestado que con los cuatro alumnos con los que tuvo una relación más allá de profesor y alumno, las relaciones siempre habían sido consentidas por ambos lados. "Yo sabía que la edad de consentimiento entonces era a partir de los 13 años", ha dicho, y ha añadido que nunca tuvo la percepción por parte de ninguno de ellos que le hiciera pensar que no querían las relaciones.

Ha declarado que con ninguno de ellos hubo penetración (una de las víctimas relató relaciones sexuales completas) y que siempre se ciñó a tocamientos y masturbaciones. Sí ha indicado que se había producido una felación con uno de ellos cuando éste tenía 22 años, y que también había sido consentida. Con uno de ellos, que aseguró haber sufrido abusos por parte del profesor desde los 8 años, el acusado ha dicho que nunca tuvo relaciones con él. Y ha insistido en que la relación que tenía con sus alumnos era, según ha dicho, de amistad y confianza, y nunca tuvo ninguna discusión.

Esa relación que el acusado trababa con las víctimas ha sido el punto clave de la prueba pericial. Seis psicólogos y dos médicas forenses han desgranado las diferentes secuelas psicológicas sufridas por las víctimas vinculadas a las relaciones que tuvieron con el profesor, que han calificado de "asimétricas" y donde primaba "el abuso de poder" por su condición de profesor y la gran diferencia de edad con los alumnos.

Todos los peritos han asegurado que las víctimas admiraban o idolatraban al procesado, ya que éste conseguía ser digno de su confianza y ser como una figura de "padre o amigo": "les dejaba fumar o hacer cosas que no estaban permitidas en ningún otro lugar, podían contarle cosas sin sentirse juzgados y se sentían protegidos", ha manifestado una de las forenses.

En este caldo de cultivo, los alumnos desarrollaban una dependencia emocional hacia el profesor y sentían que a cambio de lo bueno (las clases), le tenían que dar lo que él quería (abusos) para no dejar de ser especiales o para no sentirse rechazados. Se daba, pues, un chantaje emocional y una manipulación que le permitía, según los peritos, perpetrar los abusos y obtener el silencio de las víctimas.

Las acusaciones piden hasta 48 años de cárcel por el acusado. La defensa pide la absolución.

Durante los informes de las partes, las acusaciones han puesto el acento en la estrategia del acusado a la hora de "someter a las víctimas" en relaciones de las que "no podían salir". La fiscal ha dedicado unas palabras finales de agradecimiento a las víctimas, sobre todo al primer alumno que interpuso la primera denuncia en 2019. "Gracias por romper un silencio que normalmente es el refugio de los abusadores", ha manifestado.

El abogado Benet Salelles, como representante de la acusación particular, ha subrayado que "es imposible" que el acusado no fuera consciente de que los menores no prestaban consentimiento. Aunque el acusado manifestara que paraba de tocarles cuando las víctimas lo pedían, "ya se habían producido los hechos", y que llevaba a cabo una "estrategia de progresiva conquista, una batalla donde la voluntad del menor siempre quedaba arrinconada ".

Según el abogado, "no hay ninguna prueba que demuestre que hubo consentimiento", y reprocha al acusado el cambio de versión que ha realizado a lo largo del procedimiento judicial. Por último, ha puesto de manifiesto que hay víctimas que no han querido denunciar los hechos, pero que cuando salen noticias de este caso "siempre recibo llamadas de víctimas, y que cada una necesita su proceso.

Por su parte, la defensa, representada por Carles Monguilod, ha asegurado que "no se puede condenar sólo teniendo en cuenta la diferencia de edad entre la víctima y el acusado", y que es necesario que haya pruebas de que corroboren los hechos. Y en este caso, más allá de las manifestaciones del acusado, que admiten relaciones pero con consentimiento, "no hay ninguna". También ha puesto de manifiesto que en el momento de los hechos, "aunque ahora nos parezca mal o no lo compartísimo", la edad para prestar consentimiento legal para tener relaciones sexuales estaba a los 13 años. Según Monguilod, no se demostró que hubiera un consentimiento viciado, y instó a respetar la ley y "no forzar la prueba porque pensamos que los hechos están mal".