El dinero sí convence a los negacionistas climáticos

España se juega su prestigio climático

Italia, laboratorio de negacionismo climático

La desertificación, cáncer del planeta

Una tormenta azota Grecia

Una tormenta azota Grecia / EUROKINISSI / EUROKINISSI / AFP

Robert Rodríguez

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El Servicio de Cambio Climático de Copérnico, organismo del Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea, confirmó el pasado miércoles lo que algunos datos preliminares ya apuntaban semanas atrás: que el planeta acaba de vivir el verano boreal más cálido desde que hay registros. En una breve nota técnica, Copérnico explicó que la temperatura media global entre junio y agosto fue de 16.77 grados centígrados, o sea, 0.66 °C por encima de la media. En Europa fue aún más alta, con 19.63 °C de media, lo que supone 0.83 grados más. También es relevante que durante dos meses consecutivos se hayan batido récords mensuales de calor. Se trata de julio, el más caluroso de la Historia, y, en segundo lugar en el ranking, agosto, cuando la temperatura media fue de 16.82 grados centígrados. Este registro está 1.5 grados por encima de la época preindustrial (1850-1900), lo que quiere decir que ya hemos vivido un mes fuera de los parámetros deseables establecidos por el Acuerdo de París.

Copérnico advierte de que, como cada vez es más patente, los efectos de este calentamiento acelerado del planeta se multiplican. Este verano los eventos climáticos extremos derivados de la crisis climática han sido sobre todo sequías que han engendrado incendios forestales de gran magnitud y lluvias torrenciales que han inundado localidades y han provocado decenas de víctimas, como acaba de ocurrir en Grecia, Turquía y Bulgaria. En Copérnico, como en otros observatorios científicos de referencia mundial como la NASA, no tienen duda de que, aunque haya podido afectar al clima tanto el fenómeno de El Niño como la megaerupción del volcán submarino Hunga Tonga[ER3] , la causa detrás de todos estos desórdenes es el cambio climático. “La evidencia científica es apabullante: continuaremos viendo más récords climáticos y más intensidad y frecuencia de eventos meteorológicos extremos que impactan a la sociedad y a los ecosistemas hasta que paremos de emitir gases con efecto invernadero”, explicó Samantha Burgess, subdirectora del Servicio de Cambio Climático de Copérnico.

Impactos en nuestra salud mental

Todos estos abruptos e indeseables cambios están mermando nuestra salud mental. Los estudios para determinar a quién afecta más y cómo impacta psicológicamente la crisis climática son todavía escasos y se limitan a algunos países, pero el Programa de Comunicación del Cambio Climático de la Universidad de Yale ya aporta algunas respuestas. En un informe científico realizado en diciembre y cuyos resultados fueron publicados hace unas semanas , los expertos concluyeron que la ansiedad y la depresión son dos de los principales síntomas asociados al estrés climático. De forma general estos dos síndromes afectan más a los jóvenes que a la población adulta, y el estudio también confirma algo que cada vez está más claro: los impactos del cambio climático, tanto en el mundo desarrollado como en desarrollo, los sufrirán más las poblaciones vulnerables. Es decir, que la crisis climática es también una cuestión de clase. Así, en Estados Unidos el 10% de quien declaró en el estudio de Yale sufrir ansiedad fueron latinos o hispánicos, por el 4% afrodescendientes y el 2% de blancos.

Nuestra ansiedad por el qué pasará crece al mismo ritmo que la preocupación social por este fenómeno inminente que exige una respuesta global y rápida. Otro estudio de la Universidad de Yale  fundamentado en datos de usuarios de Meta y publicado recientemente señala que en 80 de los 110 países estudiados, un gran número de ciudadanos ya admite estar “alarmado” por la crisis climática. Con más del 60% de los encuestados en esta categoría, Chile y México tienen los mayores porcentajes absolutos de población “alarmada”, mientras que en Europa los portugueses (56%) tienen la mayor tasa de preocupación, seguidos por los españoles, con un 47%.

Un mercado de futuros climático

Pese a las evidencias científicas y a la consecuente preocupación social, uno de los principales escollos para lograr acelerar la transición energética es la presencia de negacionistas en puestos clave. Ello se debe a que, por una parte, los votantes todavía no priorizan las políticas climáticas a la hora de elegir a sus mandatarios  y, por otra parte, muchos políticos echan mano de técnicas negacionistas o retardistas para polarizar y, fundamentando sus discursos en la ideología y no en la ciencia, bloquear una reducción más ambiciosa de emisiones de gases con efecto invernadero causada por la quema de combustibles fósiles.

Así, una tercera parte de la población de Estados Unidos, mayor emisor mundial histórico de CO2, todavía cree que la seriedad del calentamiento global está siendo exagerada. Se trata sobre todo del votante republicano más recalcitrante. En la Universidad de Columbia han querido explorar de qué forma se puede convencer a esos ciudadanos de que están equivocados, pues sin un apoyo social amplio a “políticos que proponen aplicar políticas costosas para combatir [el cambio climático], esos políticos se arriesgan a perder la siguiente elección”.

Para ello han realizado un experimento con votantes progresistas y conservadores en el que se pedía a estos ciudadanos que participaran en un mercado de futuros climático, es decir, que invirtieran dinero y, en función de variables climáticas, perdieran o ganaran. El estudio', cuyos resultados fueron publicados hace unas semanas en la prestigiosa revista científica

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'Nature' demostró que este tipo de prácticas son efectivas a la hora de cambiar la perspectiva y opinión de los votantes más polarizados respecto a la crisis climática. Es decir, que la cruda realidad del dinero se impone a cualquier prejuicio ideológico.

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