Fenómeno marino

Quince orcas, bautizadas como "Las Gladis", suman más de 500 'ataques' en la costa atlántica en los últimos 3 años

El Grupo de Trabajo Orca Atlántica y la Cemma elaboran un catálogo que identifica a 49 ejemplares de orca ibérica, en grave riesgo de desaparición

Varios ejemplares de orca.

Varios ejemplares de orca. / Katie Jones / Center for Whale Research

Patricia Pedrido

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Hasta el verano de 2020, la discreción marcaba el tránsito de las orcas por aguas españolas. Aunque se tenía constancia de su presencia en nuestras costas desde 2015, sus avistamientos resultaban excepcionales. Y eso que cada verano repiten su migración desde Gibraltar hasta el Cantábrico tras su alimento: 1.000 kilómetros en busca de atún rojo, bonito y otros peces de gran tamaño.

Sin embargo, esa visión casi platónica de las orcas se quebró en agosto de 2020 cuando un grupo de cetáceos "atacó" a dos veleros: uno francés a 5 millas de Ons y otro de regatas de la Armada a dos millas de Corrubedo. En este último caso, la inesperada embestida -grabada por la tripulación- acabó con el timón roto y acaparando titulares. "No es para nada normal", explicaba entonces a FARO Alfredo López, biólogo de la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma).

Aquella arremetida sin precedentes históricos se veía como un hecho "extraño" y aislado. Nadie se esperaba la retahíla de incidentes que estas orcas, hasta entonces huidizas, protagonizarían en los meses y años siguientes: casi medio millar.

Cada verano se suceden las noticias de veleros que salen mal parados tras toparse con un grupo de orcas. Este insólito comportamiento derivó en la creación de un equipo de estudio específico que realizó un seguimiento a su población, el Grupo de Trabajo Orca Atlántica-GTOA. Rastreó los avisos por incidentes con orcas a lo largo de la fachada atlántica peninsular y elaboró un mapa (con aviso semafórico según el número de encuentros) y un protocolo de seguridad ante interacciones. Tal fue la alarma que hasta la Xunta financió una app para evitar encuentros indeseados con estos cetáceos.

Ese minucioso estudio ha logrado identificar a los integrantes de la debilísima comunidad de la orca ibérica, apenas medio centenar. "Su situación es tan débil que puede que, en unos años, ya no quede ninguna", alerta Alfredo López, biólogo de la Cemma.

Al borde de la desaparición

"La orca ibérica es una subpoblación singular de las orcas que viven en el Atlántico nororiental", explica la web del Grupo de Trabajo Orca Atlántica. Se trata de una comunidad diferente y pequeña, también denominada Orcas del Estrecho de Gibraltar y Golfo de Cádiz. Su supervivencia depende de otra especie en peligro de extinción, el atún rojo del Atlántico. En 2011 el Ministerio de Medio Ambiente las catalogó como vulnerables y en 2019 entraron en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN en la categoría de en peligro crítico.

El seguimiento del GTOA en los últimos años ha permitido identificar (a través de las muescas en la aleta dorsal, y la forma y el color de la mancha ocular) a 66 ejemplares, de los que 49 - como máximo- estarían vivos. Y lo ha hecho a través de un laboriosísimo trabajo que ha implicado el análisis de 21.000 imágenes y gracias a la colaboración de 29 entidades y más de 27 personas a título individual.

Este catálogo - que se puede consultar en su web - divide a la población en seis comunidades y desgrana sus lazos familiares. Además de estos clanes, que supondrían un total de 35 animales -18 de ellos adultos-, las aguas ibéricas son el hábitat de algo más de una docena de orcas solitarias.

"Las Gladis"

Podría decirse que es su nombre de guerra, porque con él se designa a las orcas que interactúan con barcos. "Fueron denominadas 'Gladis' por uno de sus primeros nombres vernáculos, Orca gladiador, y este nombre coloquial se trasladó a los medios, pero también a la nomenclatura para la identificación de los ejemplares", detalla el grupo de estudio.

A lo largo de estos tres años han identificado a 15 "Gladis", que son responsables de más de 500 "ataques": 44 en 2020, casi 200 en 2021 y algo más de dos centenares en 2022. Este 2023 ya se ha contabilizado un centenar. Pero no se trata de un registro exacto: el grupo de trabajo bebe de las incidencias comunicadas pero apuntan que habrá más que no han transcendido.

En aquel momento -en referencia a la primera interacción en 2020- fue algo extrañísimo. Algo que nos lanzamos a investigar. Años después podemos extraer dos lecturas: la negativa, ya que no han cesado los contactos; y la positiva, porque hemos aprendido muchísimo de las orcas y hemos establecido una gran red de contactos", reflexiona Alfredo López.

Del avistamiento excepcional a las 500 interacciones

¿Qué ha pasado para que aquellos avistamientos excepcionales derivasen, de un año para otro en "ataques"? "Por un lado, ha cambiado el recorrido que realiza su alimento, ya que antes seguía la misma ruta y ahora tiene varias, y se ha desestacionalizado. Y por otro, han cambiado ellas", explica el biólogo de la Cemma.

En los años 2015 y 2019, se tuvo conocimiento de interacciones con barcos sin contacto, que se entendieron como una forma de curiosear. Pero del motivo que propició su paso a la acción nada se sabe. "Tuvo que haber un detonante, una situación aversiva por la que intentan parar el barco", continúa su exposición. Se tiene constancia de orcas con anzuelos clavados o con cortes producidos por ellos, hasta de algún ejemplar atrapado en redes. Todo ello podría haber derivado en un comportamiento destinado a evitar esos daños: al cruzarse con una embarcación se lanzan a ella para pararla y así no resultar heridas.

Pese a la espectacularidad de las imágenes y lo sorprendente de las interacciones, lo cierto es que el número de barcos que se ven envueltos en incidentes es mínimo: solo 1 de cada 100 tendría algún tipo de interacción y solo un 0,19% sufriría algún tipo de problema derivado de ese contacto.

"Queremos lanzar un mensaje de tranquilidad a los navegantes", apacigua Alfredo López.

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