Mar

Vuelven las medusas huevo frito a España, que no cunda el pánico

La 'huevo frito' tiene un ciclo de vida de entre 2 y 6 meses y no es urticante

Medusa huevo frito

Medusa huevo frito

Alberto Sánchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La 'Cotylorhiza tuberculata' o medusa ‘huevo frito’ ya es una integrante más de la estampa veraniega en las playas de toda la Región de Murcia: los turistas y vecinos de los núcleos costeros del Mar Menor, La Manga, Cabo de Palos, Águilas o Mazarrón ya se han acostumbrado a su presencia durante el baño, pero tras un leve repunte y la decisión del Ayuntamiento de Águilas de instalar cartelería informativa sobre los distintos tipos de medusa vuelve la conversación de por qué es importante no sacarlas del agua. 

Aunque ya estamos en plenas vacaciones, todavía quedan días para aprovechar los largos días del verano. Si visitamos la playa y encontramos una medusa huevo frito, que no cunda el pánico: lo primero que hay que saber es que son completamente inofensivas y su picadura no produce prácticamente ningún tipo de reacción (aunque puede irritar la piel de algunas personas cuando esta es muy sensible). 

De hecho, todo lo contrario: la medusa ‘cotylorhiza tuberculata’ no solo no “pica”, sino que es el refugio de alevines de varias especies de peces como los jureles, jurelas, o carángidos. Por lo que es importante respetarla para ayudar a preservar los ecosistemas de nuestras playas. 

Características de la Cotylorhiza tuberculata

La medusa ‘huevo frito’ es una especie característica de la zona del Levante, pero puede llegar hasta las costas de Almería o Málaga cuando el viento las arrastra.  

Son medianas, si las comparamos con la medusa clavel o la medusa gigante: entre 15 y 35 centímetros de diámetro. Tienen ocho tentáculos cubiertos de pequeñas bolitas de color violeta, blanco y azul. 

Se alimenta básicamente de plancton, peces pequeños u otras medusas y va rodeada de otras especies de peces como jureles: Es interesante porque entre sus rizos se refugian jureles, que huyen de los peces adultos . 

Respecto a las picaduras, los expertos tranquilizan a los bañistas porque son “casi inofensivas”: “la picadura depende de la inmunidad de la persona, hay personas que apenas la notan y otras que al ser alérgicas pueden conllevar complicaciones severas”.

El verano anima el Mar Menor y la vigilancia sobre la laguna salada se extrema tanto por parte de científicos como de activistas ambientales que buscan tomar el pulso a un ecosistema cargado de nutrientes. La integrante de la organización Pacto por el Mar Menor, Isabel Rubio, es uno de esos ojos fieles de la laguna que revisa cada rincón comprobando que todo marcha según lo previsto o qué algo no está funcionando bien. En sus últimas inmersiones, a esta profesora jubilada y defensora de la laguna le ha sorprendido como nunca antes la gran presencia de medusas Cotylorhiza tuberculata, más conocida como ‘huevo frito’. 

El ‘nacimiento’ de estos ejemplares ocurrió a principios de mayo, según un informe de la Dirección General del Mar Menor fechado de ese mismo mes. Ya entonces se hallaron un «número considerable» de éfira de medusas, la fase juvenil de estas especies, y en concreto de la Cotylorhiza en el entorno de las islas internas de la laguna. «En principio la cantidad de éfiras es grande, lo cual permite prever un gran número de ejemplares», concluían entonces. 

Ya en plena campaña veraniega, el sector hotelero del Mar Menor espera lograr mejores cifras que temporadas pasadas, pero el estado de las aguas influye en la decisión de los posibles turistas. Con el verano llega el aumento de las temperaturas que, junto con el arrastre de sedimentos cargados de nutrientes a raíz de las últimas lluvias, provocan un clima de preocupación en torno a la laguna como viene ocurriendo desde 2016, año de la gran ‘sopa verde’.

Por ello, Pacto por el Mar Menor reclamó tanto a la Consejería de Medio Ambiente como al Instituto Español de Oceanografía una explicación científica, pero clara y entendible, de dos fenómenos que se están produciendo en la laguna salada y que están causando, aseguran, «alarma social». En primer lugar, ese 'bloom' que vive el ecosistema de la medusa ‘huevo frito’ y, en segundo lugar, la mancha blanca del Mar Menor ubicada en la zona centro-oeste de la laguna. 

La organización que defiende los intereses del Mar Menor señala que esta especie de medusa está colonizando gran parte de la columna de agua. Esta especie no es peligrosa ni causa problemas, pero piden precaución para los niños con pieles sensibles. La organización añade que ambas cuestiones han provocado "alarma social" y quieren evitar impactos negativos en las reservas hoteleras del Mar Menor. 

Los últimos informes de la Universidad de Murcia y el Servicio de Pesca de la Comunidad apuntan a que las poblaciones de la medusa 'huevo frito' "serán elevadas" este verano pero permitirán controlar "mejor la cadena trófica de la laguna y contribuirán a una mayor transparencia de las aguas". Los expertos determinan que su población se ha recuperado y llega a los niveles previos que se registraban antes de la 'sopa verde' de 2016. Ese mismo año "prácticamente habían desaparecido, o se encontraban en niveles bajos, como consecuencia del oscurecimiento de la columna de agua que impedía llegar la luz al fondo marino y provocaba la muerte de las medusas".

Las poblaciones de medusas en el Mar Menor no son algo novedoso para los profesionales de la UMU y la Consejería de Pesca, ya que desde mediados de la década de los 90 su presencia ha sido constante, y "durante algunos periodos más acusada". La 'huevo frito' tiene un ciclo de vida de entre 2 y 6 meses y no es urticante. "Esta especie tiene mecanismos que provocan que su multiplicación no dependa totalmente de la disponibilidad de nutrientes (fitoplancton y zooplancton) en el agua".

La laguna siempre ha tenido una especie de invierno denominada Aurelia aurita, conocida por los pescadores como ‘agua mala’ que cierra su ciclo a principios del verano, por lo que su presencia durante la época estival es muy baja prácticamente inexistente a partir de los primeros días de julio dependiendo de la temperatura del agua. Otras medusas presentes en la laguna son la Rhizostoma pulmo, que tiene carácter urticante, y la Phyllorhiza punctata, de reciente aparición y morfológicamente es parecida a la Rhizostoma pulmo, pero con un punteado en la campana de la medusa. Se han detectado y se hace seguimiento para evaluar su situación.

Un síntoma del ecosistema

Siempre han estado en la laguna y su presencia es síntoma del mal estado del agua. Para el biólogo marino del Instituto Español de Oceanografía (IEO), Miguel Vivas, las poblaciones de las medusas ‘huevo frito’ es consecuencia «del desequilibrio y la entrada de nutrientes» que padece el Mar Menor. Si las condiciones son propicias, apunta, esta proliferación de la especie durante el verano es habitual: «No veo nada anormal en lo que está ocurriendo. No es nada extraordinario».

Los ‘bloom’ de la Cotylorhiza tuberculata es una respuesta a «las condiciones ambientales», que favorecen su estancia en la laguna: «Esto lo sabemos desde hace tiempo». Su presencia es más habitual en la zona sur de la albufera por las corrientes y por la entrada de agua cargada de nutrientes desde la rambla del Albujón. «Son las zonas más eutrofizadas», donde más alimento pueden tener. Su capacidad filtradora permite asignar un papel aparentemente positivo en la laguna, remarca el biólogo, pero cree que se debería estudiar más en profundidad sus efectos sobre el Mar Menor.

«Están retirando nitrógeno de la columna de agua, están tomando nutrientes. Pero al acabar el verano se mueren y todo lo que han tomado vuelve al sistema», explica Vivas. Sin embargo, añade que «no sabemos en qué medida» la función que realizan puede ser beneficiosa. En una valoración personal, recuerda que la presencia de esta medusa puede ser perjudicial sobre el caballito de mar cuando este se encuentra en una fase muy juvenil y flotan en el agua, momento en el que serían más vulnerables.

Vivas cree, en su opinión, que no instalar las redes antimedusa es una buena opción, ya que es una medida más estética que funcional. "La ova verde queda enganchada a las redes y peces como las lubinas o el lenguado se quedan atrapados". 

TEMAS