Juicio en Barcelona
Un educador de un centro de menores de Teià se enfrenta a 67 años de cárcel por abusos a un discapacitado
El monitor de Liceo Francés acusado de agredir sexualmente a niños suma ya cuatro denuncias
El equipo de psicólogos que examinan a menores maltratados y abusados, desbordado
La Fiscalía pide también que la Generalitat indemnice al adolescente, que estaba tutelado por la DGAIA
![El acusado de abusar sexualmente de un menor tutelado por la DGAIA, durante el juicio.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/fe046e01-b769-483f-87dc-ff37db84ee96_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
El acusado de abusar sexualmente de un menor tutelado por la DGAIA, durante el juicio. / ACN
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Un educador de un centro de menores de Teià (Maresme) ha empezado a ser juzgado este lunes en la Audiencia de Barcelona por supuestamente violar repetidamente a un niño de 13 años discapacitado. La fiscalía le pide 67 años de cárcel por cinco agresiones sexuales, cuatro de ellas con penetración.
El centro está gestionado por la Fundación Privada Santa Rosalía, que pertenece a la congregación de los Padres Somascos, y es colaborador de la Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia (DGAIA) de la Generalitat, que entonces tenía la tutela del menor, motivo por el cual la Fiscalía considera a ambas entidades responsables civiles subsidiarias y pide que abonen 80.000 euros como indemnización.
En el juicio se ha escuchado la declaración de la víctima en el juzgado de instrucción donde relató los hechos, relato al que la madre da plena credibilidad, pero los compañeros de trabajo del acusado le ven imposible, ya que no lo deberían detectado de inmediato. El menor, de familia monoparental y con su madre en prisión, tiene una discapacidad del 42% y autismo, y los trabajadores del centro dicen que era muy fantasioso.
La madre da veracidad al relato de la víctima pero los compañeros del trabajador lo cuestionan
El acusado trabajó en el centro de finales de octubre de 2013 a principios de enero de 2014 como educador, y desde entonces hasta el 24 de agosto de 2015 en el turno de noche. Según las acusaciones, entre abril y noviembre del 2014 y aprovechando la situación del menor y el hecho de que él era el único vigilante de noche, le hizo tocamientos y penetraciones bucales y anales.
En abril, cuando los dos volvían en coche de la cárcel de mujeres de Barcelona por visitar a la madre del chico, le llevó a una zona boscosa aislada, cerca de Teià, y le pidió como "favor" al que no se podía negar que le hiciera una felación. A continuación, le amenazó con que si decía algo le trasladarían a un centro de menores delincuentes, lo que intimidaba a la víctima.
En julio del 2014 el acusado llevó a la víctima ya otros menores al cine. Como la víctima se portaba mal, el acusado lo llevó a un rincón apartado para regañarle y le tocó los genitales.
Tras un taller sobre abusos sexuales, el niño le dijo a su madre: "Mamá, a mí también me ha pasado eso"
Entre julio y agosto de 2014, el acusado mandó al menor a su despacho a las 12 de la noche y le invitó a ver un documental. Cuando terminaron, le llevó a la zona del centro donde se guardan los cochecitos para bebés. Allí le hizo desnudar y lo penetró analmente en el suelo. La víctima lloró de dolor, y el acusado le calmó y le llevó a la cama para dormir.
Cuatro semanas después de estos hechos, hacia septiembre, el acusado le recriminó al menor que hablara tanto con el subdirector, lo volvió a llevar a la zona de los cochecitos, le dio una bofetada y volvió a penetrarlo analmente. Por último, entre septiembre y octubre, la situación se repitió y el menor acabó llorando y vomitando.
"Mamá, me ha pasado eso"
El menor explicó lo ocurrido a raíz de una charla sobre abusos sexuales por parte de una enfermera, seguida de una conversación que tuvo una psicóloga en noviembre de 2017 en Barcelona. Tras esa charla, y ya en casa, el menor le dijo a su madre, que ya había salido de prisión: "Mamá a mí también me ha pasado eso", y le relató uno de los episodios. Al día siguiente le describió el resto de los hechos que ahora se imputan al acusado y a raíz de ahí la mujer decidió interponer una denuncia.
Desde entonces el menor tiene estrés postraumático y se le han agravado otros síntomas que ya tenía como aislamiento, ideas suicidas, conducta sexual desinhibida, masturbación compulsiva, tristeza, desconfianza y culpabilización. La mujer le ha dado plena credibilidad a su hijo, dice que ella se quedó en choque y que inicialmente no supo reaccionar.
La psicóloga de la escuela a la que iba el joven que tuvo la conversación con él y la madre ha explicado que el chico era reservado pero evolucionaba favorablemente en los estudios. Sí ha mencionado que tenía cierta aversión a los homosexuales.
Relato cuestionado
En cambio, tres testigos de la defensa han considerado prácticamente imposible el relato del chico. Han declarado una educadora del turno de noche, que estaba en el piso de abajo donde trabajaba el acusado, el subdirector del centro, que vivía en el mismo edificio, y la tutora del niño mientras residía en el centro. Según los tres, el acusado era un muy buen educador, atento, "sensible, encantador, amoroso, divertido, comprensivo, excepcional, perfecto" y con muy buena relación con los menores. Además, aseguran que por la noche las puertas de las habitaciones estaban abiertas y en el edificio se oía cualquier mínimo ruido que pasara. Nunca tuvieron ninguna queja de otro niño.
Por otra parte, el subdirector y la tutora han explicado que la víctima era un niño muy "fantasioso", jugaba mucho con muñecos y superhéroes inventándose historias y tenía al menos "tres amigos imaginarios". Uno de ellos era un hombre mayor borracho que le decía que hiciera cosas malas, un segundo que le decía que no hiciera esas cosas malas y un tercer niño pequeño con el que jugaba más.
Ambos testigos han señalado que el joven tenía mucha fijación con el sexo, era bastante desinhibido en esta cuestión ya menudo se masturbaba en la habitación frente a sus compañeros, o hacía tocamientos libidinosos a la tutora. Esta educadora, con la que el chico tenía mucha confianza, ha asegurado que el menor le hubiera contado algo en el momento que pasó y no lo hizo. También relató que a menudo decía mentiras y hacía fabulaciones.
El juicio continuará este martes con algunas periciales más y la declaración del acusado.
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