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El tiempo se desvincula de la rotación de la Tierra

A partir de 2035, se dejaran de añadir al tiempo universal unos segundos extra necesarios para sincronizarlo con la rotación de la Tierra; los efectos no se notarán hasta dentro de milenios

Los segundos intercalares son un dolor de cabeza para los gigantes de la computación y los sistemas GPS. Rusia votó en contra.

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Michele Catanzaro

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La semana pasada se abrió la puerta a un cambio histórico: desvincular la medida del tiempo de la rotación de la Tierra, el ritmo del día y de la noche que la ha determinado durante milenios. 

La Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM) resolvió que a partir de 2035 no van a añadir más segundos al tiempo universal. Estos segundos “intercalares” se han ido añadiendo para sincronizar el tiempo universal (UTC) con la rotación de la Tierra. Desde los años ’70, se han añadido 37 segundos.

El UTC sigue el ritmo de los relojes atómicos, que es invariable. Al contrario, la rotación de la Tierra tiene irregularidades. Por eso, con el pasar de años, el mediodía UTC se va alejando del mediodía astronómico (el cénit del Sol). 

Los segundos intercalares corrigen esta desviación. Pero también estorban a los sistemas de posicionamiento global (GPS) y obligan a los gigantes de la computación a hacer correcciones en sus algoritmos.

Por eso, algunas organizaciones se han descolgado del tiempo universal y siguen una gama de horarios alternativos. Para poner un poco de orden, la BIPM ha decidido que dejará de añadir segundos. Sólo Rusia y Bielorusia se han negado, porque querían más plazo para adaptarse.

¿Por qué la Tierra es un mal reloj?

Hasta los años ’60, el segundo se definía como una determinada fracción de un día, o sea de una rotación completa de la Tierra. Pero luego pasó a definirse como un cierto número de oscilaciones de la radiación emitida por un átomo de cesio en un reloj atómico. 

Esta es una medida mucho más estable. “La rotación de la tierra se ralentiza en un milisegundo por siglo, por la fricción de las mareas”, explica Carme Jordi, astrónoma de la Universitat de Barcelona. También hay cambios estacionales asociados con la temperatura del mar y la atmósfera y eventos como terremotos, volcanes o movimientos debajo de la corteza.

Para ajustar estos cambios irregulares e imprevisibles al ritmo inexorable de los relojes atómicos, no se puede aplicar una corrección siempre igual, como la de añadir un día al mes de febrero en los años bisiestos

Desde los años ’70, la organización astronómica IERS monitoriza cuando se generan desviaciones suficientes como para añadir un segundo al tiempo universal. “En esos años, la navegación aún usaba el sextante, que necesita que la hora esté alineada con la posición de la tierra”, explica Patrizia Tavella, directora de la sección de tiempo de la BIPM.

¿Qué problemas dan los segundos intercalares?

Las cosas empezaron a complicarse con el nacimiento del GPS. Los satélites del sistema se sincronizan con relojes atómicos y sus responsable se negaron a perturbar ese equilibrio añadiendo segundos.

Desde entonces, aparecieron diversas escalas de tiempo. “En algunos móviles puedes escoger la hora UTC, la GPS, la Galileo, la Glonass, etcétera”, explica Tavella. La más popular, la GPS, tiene 18 segundos de diferencia con la universal. Además, está controlada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos. “Por culpa de los segundos intercalares se está perdiendo la universalidad del UTC”, afirma Héctor Estéban, jefe de la sección de hora del Real Observatorio de la Armada en San Fernando.

En el ámbito de la computación, también se necesita un tiempo sin sobresaltos. Lo precisan las finanzas, el intercambio de electricidad, o el comercio electrónico, que realizan muchísimas operaciones por segundo.

Además, cada organización añade el segundo intercalar cuando quiere. Google, por ejemplo, llegó a ralentizar sus relojes internos, para desparramar el segundo adicional a lo largo de un día y no tener que añadirlo. Tavella ha documentado varios fallos en Internet (incluso uno en un sistema de control de vuelo), debidos a los segundos intercalares.

En astronomía, los segundos intercalares complican el seguimiento de ciertos satélites y la interpretación de datos históricos. “A nivel práctico siempre surgen problemas. Cuando el BIPM tomó la decisión un compañero me escribió: ¡Aleluya!”, afirma José Carlos Rodríguez, astrónomo del Instituto Geográfico Nacional.

¿Quién se opone a su supresión?

El consenso es grande, pero no han faltado los recelos. El Reino Unido se resistió durante años, porque el nombre popular del tiempo universal, Greenwich Mean Time (GMT), recuerda el observatorio británico en el cual se definió. Luego, las finanzas le hicieron cambiar de idea. 

Rusia por su parte, pidió al BIPM en 2020 que le dieran 15 años para adaptar el Glonass. La fecha de 2035 viene de esa petición, asegura Tavella. Sin embargo, el verano pasado, en plena guerra de Ucrania, informó de que pedía una extensión hasta 2040, que los otros estados no le concedieron.

¿Qué va a pasar a partir de ahora?

La desincronización entre tiempo universal y rotación de la Tierra no se notará al instante. Para que se registre un desajuste de un minuto habrá que esperar un siglo. Uno de una hora necesita algunos milenios. “Ya ahora el mediodía de Polonia es más o menos a una hora de diferencia del mediodía de España”, observa Tavella. Si aún hubiera humanos por aquel entonces, podrían añadir una hora intercalar de golpe, o saltarse la hora legal, concluye la investigadora.

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