Vuelta al cole
Catalunya estudia cómo revertir el retroceso en matemáticas e inglés
Olga Pereda
Periodista
Especialista en Educación de El Periódico. A los mandos de la sección 'Mamás y Papás' y del Club de Educación y Crianza. Te mando cada viernes una newsletter con contenidos clave para afrontar la maternidad y la paternidad. Escribo en la sección de Sociedad y tengo alergia a la pseudociencia.
Los estudiantes catalanes están pinchando en matemáticas e inglés. ¿Por qué? En parte, lógicamente, por la pandemia. Pero hay otros factores que también han podido contribuir. Motivos puramente pedagógicos. Núria Mora, secretaria de Transformació Educativa, asegura que Educació está estudiando las causas del ‘pinchazo’ para ver si es necesario "tomar decisiones". Su departamento valorará qué funciona y qué no en las aulas para introducir modificaciones en la enseñanza de ambas asignaturas, básicas en el currículo.
La pérdida de aprendizaje no solo se da en Catalunya. En Euskadi -la comunidad con mayor gasto público por alumno y que tiene la tasa de titulados en secundaria más alta de España- los estudiantes también están perdiendo competencias. En su caso, en euskera. Y por efecto rebote, en matemáticas y castellano. La destreza en matemáticas a lo largo de primaria, por ejemplo, es la más baja en los últimos 10 años y lo mismo sucede con el castellano, según los datos que llevó al Parlamento Vasco en diciembre de 2021 el experto en educación y divulgador Ricardo Arana.
En Euskadi, precisamente, la Fundación Cotec para la Innovación y el Centro de Políticas Económicas de Esade realizaron un estudio cuyas conclusiones se pueden extrapolar al resto de España: los alumnos que cursaron 2º de ESO en 2021, afectados por el primer año de la pandemia, aprendieron un 25% menos de matemáticas que los estudiantes de ese mismo curso dos años antes.
La pérdida de aprendizaje no se ciñe exclusivamente a España. La semana pasada, 'The New York Times' revelaba que los chavales estadounidense de 9 años -especialmente, los más vulnerables- habían perdido destrezas en matemáticas y lectura. El nivel en ambas competencias ha retrocedido hasta situarse al de hace dos décadas debido al devastador efecto de la pandemia.
El diagnóstico está claro: los alumnos y las alumnas cojean. ¿Qué hacemos? El debate se abre en plena vuelta al cole, la primera normal tras tres cursos escolares ‘tocados’ por las restricciones de la pandemia y en la que los cursos impares estrenan nueva ley educativa, una norma que impone el aprendizaje por competencias.
Expertos y divulgadores, como Gregorio Luri, apuestan por empezar este curso bajo la filosofía del modelo anglosajón: 'back to basics' (volver a lo básico). Lo básico es -añade- reforzar dos competencias: la lingüística y la matemática. "Si te falta eso, te falta todo. Aunque tengas mucha inteligencia emocional", advierte, con ironía, el maestro, licenciado en Ciencias de la Educación, doctor en Filosofía y autor de numerosos libros de política y pedagogía.
Un test de estrés
Autor del ensayo 'La escuela no es un parque de atracciones', Luri reconoce que, efectivamente, la pandemia no ha salido gratis a la educación. Ha sido, explica, un enorme test de estrés. “Aproximadamente, un 30% de los alumnos ha estado desaparecido de los radares escolares. Esos sí que han perdido muchos conocimientos. Es un porcentaje preocupante. Hablamos, precisamente, de los chavales que tienen mayor pobreza lingüística. Los niños de familias más acomodadas siempre están haciendo deberes, simplemente oyendo las conversaciones que tienen sus padres o escuchando determinada música”, explica el divulgador, que deja claro que el fracaso escolar es, básicamente, un fracaso lingüístico.
"Los niños de familias acomodadas siempre están haciendo deberes, simplemente oyendo las conversaciones que tienen sus padres"
Luri advierte de que 3º y 4º de primaria son cursos clave porque suponen la revolución intelectual de los niños y niñas, que pasan de aprender a leer a aprender leyendo. "Cuanto más rico sea su lenguaje más y mejor aprenderán", concluye, haciendo hincapié en un dato demoledor: entre un 20% y un 25% de los estudiantes terminan la enseñanza obligatoria sin comprender un texto mínimamente complejo.
"Hablamos mucho de la creatividad de los niños, de su inteligencia emocional y de la importancia del trabajo en equipo. Pero es mentira. Si no sabes hablar no puedes hacer nada de eso. Los sistemas educativos se tienen que evaluar por los resultados, no por las pretensiones", concluye, en velada crítica al modelo competencial que funciona desde hace años en la educación primaria en Catalunya y que ahora asume como propio la ley Lomloe.
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