Transporte público

Renfe y los maquinistas tensan la huelga con miles de viajeros tirados en las estaciones

Los problemas en Rodalies llenan las carreteras catanas, con más de 50 kilómetros de retenciones a media tarde

Renfe ha abierto expedientes por infracciones "muy graves" a ocho maquinistas, que acusan a la compañía de "mala gestión"

La empresa y el sindicato Semaf intercambian acusaciones en una jornada en la que de nuevo no se ha llegado a la mitad de los servicios mínimos y ha obligado a los pasajeros a buscarse la vida

Aglomeraciones, retrasos y vagones llenos en el segundo día de huelga en Renfe

Carlos Márquez Daniel

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No suele pasar que viajeros de Rodalies y Renfe estén de acuerdo a la hora de valorar la eficacia del servicio de trenes en Catalunya. Este viernes, segunda jornada de huelga de maquinistas, ha habido coincidencia: ha sido un desastre. Se ha mantenido el pulso entre empleado y patrón, una partida entre los servicios mínimos y el presunto boicot que ha dejado tirados en los andenes y en los vestíbulos de las estaciones a decenas de miles de usuarios. Muchos venían informados, con un halo de esperanza. Pero eran legión los que no tenían ni idea y se encontraban las pantallas vacías y las taquillas repletas de gente reclamando el dinero de sus billetes (se los han cambiado por otro). A las cuatro de la tarde solo habían salido el 41% de los convois previstos, es decir, 310 trenes no circularon porque no tenían a nadie al volante. La protesta seguirá la semana que viene, y si nada lo evita, la situación será igual o peor. Renfe ha empezado a expedientar a maquinistas, así que la cosa no tiene buena pinta. La alternativa, la que ofrecen los informadores de Sants, "buscar un bus o un amigo que les lleve". Vale para este viernes y para las próximas jornadas de protesta, los días 4, 5, 7, 8, 11 y 12 de octubre, estos últimos en pleno puente del Pilar.

Aglomeración de viajeros en uno de los andenes de la estación de Sants, el viernes 1 de octubre.

Aglomeración de viajeros en uno de los andenes de la estación de Sants, este viernes / Manu Mitru

Todas las huelgas vinculadas al transporte público tienen el mismo guión y los mismos protagonistas. Unos trabajadores con sus legítimas reivindicaciones y el poder de paralizar un país, una compañía que se debate entre la genuflexión ante la amenaza de troncar un servicio fundamental o mantenerse firme ante el envite, y unos pasajeros que observan cómo su rutina o sus planes se vuelven negros como el túnel por el que no viene su tren. En el segundo día de parálisis de Rodalies (de todas las cercanías estatales, de hecho, pero con una incidencia superlativa en Catalunya) se ha repetido la historia del jueves, con cruce de acusaciones sobre el cumplimiento de los servicios mínimos. Mayte Castillo, directora de Rodalies, ha apelado a la "responsabilidad" de los trabajadores y les ha reclamado "deponer esta actitud que tanto daña a los viajeros".

"Mala gestión"

El sindicato Semaf, convocante de la movilización, insiste en que muchos compañeros no han recibido la carta de servicios mínimos y acusan a la compañía de lanzar "acusaciones infundadas" y de "mala gestión". Sobre el tablero de juego, la incorporación pactada de nuevos profesionales, que no se está ejecutando como ellos consideran, y el recelo del traspaso total de competencias al Govern. Todo ello ha afectado a los usuarios del ferrocarril y, de rebote, a las carreteras, que al ser viernes han visto incrementado más si cabe su volumen de vehículos por los muchos que han optado por el transporte privado para evitar el tren. A las 18.30 horas, las carreteras catalanas acumulaban más de 50 kilómetros de retenciones.

Treball marcó unos servicios mínimos del 85%, que ya de por sí iban a complicar la red de Rodalies. Lo que no estaba previsto, porque habría que remontarse casi a conflictos en blanco y negro, es que apenas se alcanzara el 40% de ese marco establecido por el Govern. Renfe lo considera un boicot, mientras que los maquinistas se escudan en que no han recibido la notificación sobre si deben trabajar o no. "Estamos en el siglo XXI, en la era digital, y esta información se envía por correo electrónico certificado. También les hemos mandado un mensaje SMS a sus móviles corporativos", detalla la responsable de Rodalies. La empresa, convencida de una dejadez deliberada en la contraparte, ha decidido contratacar abriendo expedientes a algunos de sus empleados por faltas consideradas "muy graves". En Rodalies de Catalunya y Comunitat Valenciana son ocho los asalariados apercibidos. Se les ha advertido a través de 'mail' y burofax.

Joan Marc, informador de Renfe, en el vestíbulo de Sants, junto a las taquillas

Joan Marc, informador de Renfe, en el vestíbulo de Sants, junto a las taquillas / Manu Mitru

La estación de Sants ha sido un perfecto reflejo de la realidad ferroviaria de la jornada. Se han mezclado, como cada día, los viajeros habituales con los ocasionales, los turistas en tránsito con los que que iniciaban el fin de semana. Y se veía a la legua los que venían informados y los que si apenas saben de trenes, menos aún de huelgas o maquinistas. Entre estos últimos estaba una joven con destino a Reus a la que la mujer del peto naranja le ha dicho que no podía garantizarle si había o no había convoy en esa dirección. Más que informadora, la empleada de Renfe ejerce estos días de consuelo. "Justo ayer me quedé sin saldo en el teléfono, así que no he podido avisar a nadie". Finalmente, ha podido contactar con su hermano y ha regresado a casa". En el andén estaba Felisa, una elegante mujer con destino a Segur de Calafell que tenía cita en en el banco a las 12.30 horas. El sábado tenía que volver en tren pero la llevará su hijo en coche. Tampoco sabía nada de la huelga y ahí está, sentada y pasando algo de calor, con ademán resignado: "Te quedas un poco con la sensación de que hacen contigo lo que quieren, de que siempre se perjudica a los mismos".

Al estilo Reagan

En el asiento contiguo está Josep, un hombre que dice tener "muy mala leche" y que viaja a Vilanova i la Geltrú. Su testimonio trae a la cabeza lo que Ronald Reagan hizo con los controladores aéreos en 1981. El entonces presidente de Estados Unidos, ante la parálisis causada por una huelga, decidió cesar a 11.000 de estos trabajadores. Pero no solo eso: impuso una prohibición permanente para que no volvieran a ser contratados. Con menos opciones de salirse con la suya, este hombre que rondará los 60 años dice que echaría a todos los maquinistas. "Ya está bien de tomarnos el pelo. Con el precio de la luz, ahora con los trenes. Basta ya". Sentado en una columna, el joven Bernat es mucho más empático con la batalla sindical. También va a Vilanova, pero para ver a su novia. Él vive en Sant Pol. Dice que llegará tarde o temprano, que no le importa esperar "porque todo el mundo tiene derecho a luchar por lo que considera justo". Está en Sants y son las 11.30 horas, y la previsión, con los servicios mínimos, era llegar a destino a las 11.15 horas. "No estoy cabreado. Me jode, pero es lo que toca, no pasa nada".

Bernat, en uno de los andenes de Sants, esperando el tren que le lleve a Vilanova, este viernes

Bernat, en uno de los andenes de Sants, esperando el tren que le lleve a Vilanova, este viernes / Manu Mitru

En el vestíbulo atiende Joan Marc, un joven de 27 años que informa a los viajeros en nombre de Renfe. El chaval tiene los nervios de acero y más paciencia que una maestra de infantil. Dice que la gente le trata bien, aunque ha tenido que driblar mucho mal humor. "He tenido momentos de tensión, pero a mi me toca ser respetuoso con todo el mundo. Les digo que lo mejor que pueden hacer es buscar alguna alternativa". Tendrá que aplicarse su propio cuento, porque tiene que volver a El Vendrell. Seguramente vendrá a buscarle su padre. Y la semana que viene, ya se verá.

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