VIRUS EN LA UNIVERSIDAD

La epidemia franquista también dejó aulas vacías en la España de los 70

Los estudiantes universitarios Lola González, Enrique Ruano (muerto a manos de la polícia en 1969) y Francisco Javier Sahuquillo, en una foto de finales de los años 60. Foto incluida en el libro 'A finales de enero' (Tusquets)

Los estudiantes universitarios Lola González, Enrique Ruano (muerto a manos de la polícia en 1969) y Francisco Javier Sahuquillo, en una foto de finales de los años 60. Foto incluida en el libro 'A finales de enero' (Tusquets) / periodico

Olga Pereda

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Clases virtuales en lugar de presenciales en Catalunya y Granada. Aulas cerradas por casos positivos en una residencia de estudiantes en València. Una clase aislada en Vitoria por un profesor contagiado que se negaba a usar mascarilla… ¿Están los universitarios españoles del siglo XXI jugándose su formación y su futuro laboral? Una receta fundamental para calmar la ansiedad es mirar hacia atrás y repasar páginas de la historia de este país.

A finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado, la universidad era una isla al margen del franquismo, un volcán del que emanaba sublevación. Lo normal era no ir a clase. Lo normal era estar en la calle, protestando contra la dictadura y exigiendo libertad. En 1973, además, un ministro del régimen llamado Julio Rodríguez (un iluminado que se ganó el mote de 'Julito el breve') decidió que el año universitario empezara en enero y no en octubre, así que los estudiantes tuvieron un absurdo parón académico de seis meses. ¿Fueron una generación frustrada? ¿Perdieron su vida estudiantil y laboral? No. Hoy muchos de ellos son reputados profesionales y ocupan cátedras universitarias. No acudieron a clase con regularidad, pero son la generación que cambió este país. Para bien. Y eso que sufrieron el cruel azote de la dictadura, que bien podría calificarse también de sindemia (término acuñado por la comunidad científica para describir la interacción entre elementos biológicos y sociales en la expansión de determinadas enfermedades).

Inquietudes culturales

"En mi época no fuimos mucho a clase y hoy somos jueces, catedráticos y abogados. Yo, por ejemplo, hasta el 1 de mayo no tenía ni idea de qué iba el curso. A partir de ese mes, me encerraba en el colegio mayor y estudiaba todo. Con la ayuda de las anfetaminas, eso sí. Y conseguí un expediente muy solvente", comenta entre risas Juan Ruiz Manero, que estudió la carrera en la Universidad de Madrid (actual Complutense) y que hoy ejerce como catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Alicante. Ruiz Manero recuerda que tanto él como sus amigos universitarios leían mucho y aprendían por su cuenta. "Teníamos una amplitud de intereses, leíamos literatura, economía y filosofía. Íbamos a las librerías y en la trastienda nos daban libros que estaban prohibidos por la censura. Recuerdo cómo en [la histórica librería de Madrid] Fuentetaja el dueño hacía la vista gorda cuando nos metíamos algún libro en el abrigo sin pagar. También fuimos una generación muy cinéfila".

"No íbamos mucho a clase, pero leíamos literatura, economía y filosofía. Fuimos una generación muy cinéfila"

Juan Ruiz Manero

— Catedrático de Filosofía del Derecho

¿Algún parecido entre esa generación y la actual? "Los estudiantes universitarios de ahora son diferentes. Tienen una actitud mucho más profesional con el estudio, pero estoy convencido de que su interés es menos genuino. Lo que más les interesa es aprobar. A nosotros nos movía más la inquietud y la curiosidad", explica el catedrático de Alicante, que cursó su primer año universitario en el curso 1967/68.

Ruiz Manero recuerda cómo muchos días, en lugar de ir a la facultad, acudía con sus compañeros a la glorieta de Quevedo a lanzar consignas contra Rodolfo Martín Villa, un hombre del régimen que ocupaba un cargo en el SEU (Sindicato Español Universitario). Utilizando la melodía del himno de Riego, los estudiantes cantaban: "Si Martín Villa supiera la paliza que le vamos a dar bajaría Quevedo cantando libertad, libertad sindical".

Estado de excepción y Eurovisión

En el siglo XXI los alumnos se están echando las manos a la cabeza porque el coronavirus ha obligado a cerrar facultades, pero en el franquismo también se puso el cerrojo a las universidades para intentar sofocar las revueltas estudiantiles. En 1969 se declaró el estado de excepción, finalizado en marzo para limpiar la imagen de España de la mano del pan y circo que supuso Salomé y su 'Vivo cantando' en Eurovisión.

En 1969 tuvo lugar uno de los episodios más oscuros: la muerte del estudiante Enrique Ruano, que tenía 21 años y que era amigo personal de Ruiz Manero. Ambos eran 'felipes' (miembros del Frente de Liberación Popular). El relato oficial dijo que Enrique -detenido por la policía- se había suicidado, pero lo cierto es que se les escapó un tiro. Murió a manos de la policía. "La muerte de Enrique nos hizo comprender que la vida iba en serio", se lamenta el catedrático.

El ministro iluminado

En 1973, Franco nombró ministro de Educación -posiblemente por error porque Carrero Blanco se hizo un lío de nombres- a Julio Rodríguez, "un loco, un desquiciado, un iluminado, un tipo muy fanático del régimen", en palabras del catedrático Ruiz Manero. A 'Julito el breve' (duró siete meses en el cargo) se le ocurrió la original idea de empezar el curso universitario no en septiembre de 1973 sino en enero de 1974. "Tuvimos seis meses de absurdas vacaciones y perdimos un montón de clases", recuerda Pedro Núñez Coello, catedrático de Química Inorgánica en la universidad de La Laguna. En 1975, además, hubo una huelga de los llamados 'penenes' (profesores no numerarios), docentes que no gozaban de mínimos derechos, como la seguridad social. La huelga duró seis meses.

"La universidad no es solo ir a clase. Es tener capacidad de trabajo, buscarse la vida y salir de tu entorno"

Pedro Núñez Coello

— Catedrático de Química Inorgánica

El azote de la actual pandemia en el mundo universitario no es ningún drama académico. Se puede salir adelante, insisten los catedráticos Ruiz Manero y Núñez Coello. ¿Cómo? "La universidad no es solo ir a clase, es tener capacidad de trabajo, buscarse la vida y salir de tu entorno. Te tienes que adaptar a lo que va viniendo porque el mundo es cambiante. Tienes que tener formación continua. Diviértete, sí. Pero ve a la biblioteca, lee, debate y acude a conferencias de todo tipo. Mantén la ilusión y busca temas que te gusten. Trabajando se sale adelante", concluye el catedrático de La Laguna.

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