LA CARRERA ESPACIAL
El éxito de Crew Dragon pone en jaque al programa espacial de Rusia
El lanzamiento podría llegar a privar a la agencia espacial rusa de un 10% de sus ingresos y le obliga a renovar su tecnología
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Marc Marginedas
Para EEUU, había llegado el esperado momento de devolver la pulla que años atrás habían lanzado los responsables del programa espacial de Rusia. "¡El trampolín funciona!", exclamó con retintín el estadounidense Elon Musk durante la rueda de prensa posterior al exitoso lanzamiento del cohete Falcon 9, que transportaba la cápsula Crew Dragon hacia la Estación Espacial Internacional (EEI) con dos astronautas estadounidenses a bordo.
La extraña referencia a una tarima de saltos mencionada por el billonario estadounidense propietario de Space X, la empresa privada que había diseñado ambos ingenios, no tenía nada de gratuita. En el 2014, cuando comenzaron a llover las sanciones sobre Rusia y sobre sus dirigentes políticos debido a la anexión de Crimea, Dmitri Rogozin, el director de Roscosmos, la agencia espacial rusa, había sugerido a EEUU "trasladar" a sus astronautas a la estación orbital "mediante un trampolín".
Una vez calmados los ánimos, comenzaron a llegar a Florida desde el país euroasiático las felicitaciones de rigor a sus colegas estadounidenses, que a más de uno sonaron a alabanzas a medias y poco sinceras. "La histeria tras el lanzamiento de Crew Dragon es difícil de entender", escribió Vladímir Ustenko, jefe del departamento de prensa de Roscosmos, en su cuenta de Twitter. El portavoz, que declinó hablar con EL PERIÓDICO para este reportaje, llegó a asegurar que las buenas nuevas desde Cabo Cañaveral "debían haber ocurrido hace muchos años". "¡Bueno, es maravilloso!", exclamó en un tono de escepticismo.
Y es que el pique entre las dos potencias pioneras en el espacio va más allá una simple historia de competitividad y orgullo patrio. El lanzamiento de la 'Crew Dragon' significa que Rusia ha dejado de detentar el monopolio de los vuelos tripulados al espacio, lo que se traducirá ineludiblemente en una merma de sus ingresos. Tal y como asegura telefónicamente Vitaly Egorov, uno de los blogueros del sector más populares del país, la agencia espacial rusa perderá anualmente "unos 300 millones de dólares, el 10% de su presupuesto de 3.000 millones", en concepto de tarifas por el traslado de los astronautas estadounidenses o de otros países a la Estación Espacial Internacional. "Es una pérdida importante, aunque no vital", destaca Egorov.
Las comparaciones son odiosas
Las comparaciones son odiosas, y máxime en este caso, cuando ningún estudio paralelo entre la cápsula rusa Soyuz y la recién estrenada Crew Dragon arroja de momento resultados definitivos sobre cuál es superior y pudiera llegar a acapar el mercado de lanzamientos. "La Soyuz no es reutilizable, mientras que Crew Dragon sí que lo es y puede transportar a más gente; sin embargo, en cuanto a fiabilidad, una variable muy importante, la nave rusa supera a la estadounidense", destaca Egorov, quien vislumbra un futuro en el que rusos y estadounidenses irán viajando a la EEI en ambos vehículos indistintamente.
Tampoco parece que la cooperación entre ambos países en la EEI se encuentre en peligro debido a las rivalidades presentes. "El acuerdo para la utilización conjunta de la EEI expira en el 2024, pero todas las partes están interesadas en prolongar la vida útil de la estación hasta el 2028 o el 2030", subraya el analista. Eso sí, la posibilidad de colaborar en proyectos más ambiciosos como viajes a la Luna o Marte están a expensas de "la evolución de las tensiones políticas", continúa.
Lo que sí está claro es que Space X, Elon Musk y la Crew Dragon constituyen un reto para el programa espacial ruso si no quiere perder comba tecnológica en el futuro, algo que no depende siquiera de la voluntad política de las autoridades, sino de la evolución de la economía rusa. "Si ésta se desarrolla, habrá dinero para los programas especiales; para Putin, el espacio no es prioritario, pero es consciente de que los logros rusos en este campo son un motivo de orgullo para los ciudadanos", concluye el especialista.
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