"El trabajo es un factor de protección y bienestar psicológico para cualquier persona"

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CARME ESCALES

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Lluc tiene 23 años. Estudió en la escuela de educación especial Rel de Barcelona, donde con 21 años había completado un programa de formación en administración y serigrafía. En Aura Fundació lo ayudaron a prepararse para su inserción laboral. En febrero del año pasado empezó a hacer prácticas en Daba de Sant Cugat, distribuidora de Nespresso en España y poco después lo contrataron. “Reparto correo interno, ayudo en recepción y conserjería, procurando que no falte nada”, explica. “Cada mañana al llegar, saludo a todo el mundo. Me gusta el trabajo y los compañeros. Antes solo podía comprarme cosas con el dinero que me daban para mi cumpleaños, Navidad o Reyes y ahora, con moderación, puedo hacerlo con mi propio sueldo”, expresa satisfecho.

            “El trabajo es un factor de protección y bienestar psicológico para cualquier persona, sean cuales sean sus capacidades y talento. Ser capaces de dar respuesta, contribuir y ser parte activa de la sociedad nos hace sentir bien, refuerza nuestra identidad y autoestima”, expone Jordi Pèlach, psicólogo responsable laboral de la FECETC. “Y la inclusión de la diversidad en las empresas, además de cumplir la ley, es una oportunidad y riqueza”, añade. “Es un gozo aprender y beneficiarse de la alegría de quienes agradecen tanto un lugar de trabajo. La sociedad no está suficientemente sensibilizada sobre los retos de estas personas, creemos que son más importantes los nuestros. Si somos parte del ecosistema, debemos aportar nuestros valores para mejorarlo y en igualdad de condiciones”. Es el testimonio de Toni Ribas, al frente con su esposa Stephanie Marko de la empresa igualadina Stikets, especializada en etiquetaje de ropa, donde más del 10% de la plantilla son personas con alguna discapacidad o en riesgo de exclusión social. “Facilitar la inserción laboral parcial para introducirse poco a poco, por horas o incluso adaptando tareas de teletrabajo haría más flexible al sistema para una más amplia inserción”, afirma. Sandra, de 46 años, es una de las trabajadoras en Stickets. Desde los 18, siempre ha trabajado, pero a los 40 estuvo un tiempo en paro y fue gracias a la Fundació Àuria de Igualada que dio con el puesto en la firma de Ribas. Lleva 4 años con ellos, “supercontenta por el ambiente y por el trabajo, porque me siento útil para el mundo. No quiero quedarme en casa”. “Trabajar es una herramienta de normalización para nosotros”, expresa Beatriz. Con una discapacidad del 65%, es administrativa en la Ciutat de la Justícia. “Animo a todos a buscar un futuro. Es importante creer en ese futuro para nosotros, que lo crean en nuestro entorno familiar y social, pero lo imprescindible es que lo creas tú”. Integrada a la Fundació Pere Claver, la asociación Estel Tàpia nació para dar servicio a personas vulnerables del Raval y en el 2013 creó un CET como taller de confección con seis personas con discapacidad que estos días han pasado de coser bolsas a hacer batas y mascarillas.