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'Nosotras': 15 mujeres en pie

El miedo, el acoso, la carga mental, el mansplaining y la desigualdad de oportunidades, en las denuncias de quince protagonistas femeninas de la vida pública

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En la segunda década del siglo XXI, las mujeres siguen teniendo pánico a caminar solas por la calle, continúan viéndose bombardeadas por mensajes machistas de todo calibre, siguen sintiéndose tratadas con condescendencia por los hombres, y muchas conservan en su memoria historias de acoso y abuso sexual. [Proyecto multimedia 8-M].

Este retrato se deriva de una quincena de entrevistas realizadas a conocidas mujeres de este país, que transmiten sensaciones encontradas. Se oye, se lee y se ve en este proyecto multimedia de EL PERIÓDICO satisfacción por la visibilidad que el feminismo ha dado a las preocupaciones de las mujeres, pero sus respuestas revelan lo mucho que queda por hacer en materia de igualdad, respeto y seguridad para la mitad femenina del país.

El miedo

Puede que una de las manifestaciones más descarnadas de la desigualdad sea el miedo que cualquier mujer –y casi todas las entrevistadas– siente a ir por la calle sola y de noche.

Sobre recuerdos de juventud, la periodista Sandra Sabatés describe lo que para muchos hombres es vivencia desconocida: "Tenía 16 años y volvía a casa de mis padres de tomarme algo con amigas, y recuerdo ir con las llaves de la puerta en la mano, preparadas, incluso corriendo, mirando siempre hacia atrás".

También vuelve la cabeza Fuencisla Clemares, la CEO de Google para España y Portugal. Yendo sola no ha pasado miedo, sino "muchísimo miedo": "Cuando voy de noche, voy con los cinco sentidos alerta y muchas veces me cruzo de acera. Si lo que viene de frente no me gusta, si viene un grupo de hombres que han bebido… Sí, yo siento miedo".

Y comparte la sensación María Gámez, la mujer que manda la Guardia Civil, por mucho que la acera que pise sea la de una ciudad desarrollada de un país seguro como España: "Las mujeres tenemos el miedo habitual a algún tipo de acción violenta, y el miedo añadido, que no se te olvida en ningún momento, de que, por ser mujer, puedes ser agredida sexualmente", denuncia.

Por eso la dirigente de Ciudadanos y vicealcaldesa de Madrid Begoña Villacís lamenta: "Paso miedo, y ahora que mis hijas ya están empezando a ir solas, paso miedo. De la gente que dice que no existe la violencia machista, yo me pregunto si sienten los mismos miedos cuando salen sus hijas que cuando salen sus hijos".

La violencia

Entre las amigas existe el ritual femenino y nocturno del whatsapp de seguridad, que describe la cantante Alondra Bentley: "Una cosa que hacemos mucho las mujeres es enviarnos el típico mensaje de ‘he llegado bien’. Y eso significa no que esté en mi calle; es que he abierto la puerta del portal, no me he encontrado ningún tipo raro y estoy ya en mi casa".

Casi todas las protagonistas de este mosaico han conocido casos de maltrato, y tiene similar extensión entre ellas la experiencia del acoso, pariente del miedo. Para Ada Colau es una realidad que admitir sin rodeos: "Me he sentido acosada muchas veces, y he visto acosar y sentirse acosadas a muchas mujeres", dice la alcaldesa de Barcelona.

En la misma ciudad, la capitana de la selección española de baloncesto, Laia Palau, dice que en su club se conoció un caso: "Una jugadora que tenía un marido maltratador. Y tomamos cartas en el asunto".

Al hablar del acoso, la sinceridad arroja luz sobre rincones dolorosos de las biografías. En el caso de Gisela, la consagrada de OT que cantó en la ceremonia de los Óscar, hasta el punto de revelar: "No sé si diría acoso, pero sí he sufrido presión sexual. Como intercambio. La cosa era: si haces ciertas cosas, llegarás a cierto lugar. Si no las haces, no llegarás. Y, obviamente, no llegué".

La humillación

De lo dicho por las entrevistadas se colige que la violencia, el acoso y el miedo son consecuencia de la preexistente humillación, el ninguneo y el paternalismo. La superioridad que, si se traduce en micromachismo, es para Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno, cuestión básica de educación: "Yo trato de estar atenta para combatir día a día las faltas de respeto, sea cual sea su formato", dice.

Comparte esa actitud combativa la cocinera Carme Ruscalleda –"En los ambientes que sea, cuando hay una frase machista, siempre respondo", cuenta–, y difiere Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional, si es mansplaining (explicación condescendiente de algo por un hombre a una mujer): "Cuando alguien intenta darme leccioncitas suelo desconectar bastante".

No podría desistir la cineasta Isabel Coixet, a quien eso mismo le saca de quicio: "A mí, que me expliquen cosas que yo claramente sé me aburre y me irrita; pero cuando es un hombre, me saca fuera de mí".

La carga

La desigualdad tiene a veces formas sutiles, como la ‘carga mental’ que arrastran muchas mujeres en forma de obligaciones domésticas que se acumulan a las profesionales, y rara vez asumidas por los hombres. "La he sentido muchos años, especialmente cuando mis hijos eran pequeños, y de una manera dolorosa. Si eres profesional y madre, vives con ese sentimiento de culpa", reconoce Ana Santos.

"Más que carga mental, llevo un cargamento. Siempre pensando si me va a dar tiempo de recoger a las niñas… con esa angustia permanente", confiesa Meritxell Batet, presidenta del Congreso. "He estado rodando una película y me han llamado de casa para preguntarme cómo se pone la lavadora", ilustra Coixet.

Muchas creen que su género condicionó sus carreras como los hombres ni padecen ni sospechan. De entrada, ellos no saben qué significa tener que elegir entre el trabajo y la paternidad. "Cuando mis hijas eran pequeñas, descarté una oportunidad muy buena", añade Begoña Villacís. "Las mayores progresiones en una carrera, en salario y en nivel, ocurren cuando cambias de trabajo, y ahí la mujer se frena", advierte Fuencisla Clemares.

Una cifra se repite en estas reflexiones al valorar en qué punto está la conquista de la igualdad: el 5. Son muchas las que dan "un aprobado raspado" -dice Fuencisla Clemares- al camino recorrido. Otras apuntan al 6 y algunas se animan con el notable, pero todas coinciden en una expectativa positiva.

Esa esperanza coincide con una respuesta sombría cuando se las invita a imaginar cómo creen que va a ser la vida de sus hijas y sobrinas. "Los números son tozudos: el Foro Económico Mundial prevé que faltan 200 años para alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres", recuerda María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. "Me preocupa que no seamos conscientes de lo que nos ha costado llegar donde estamos y que podamos retroceder", piensa la magistrada Ana Ferrer. "Mi hija lo tendrá mucho más complicado que mis hijos. Al viajar, deberá tener más cuidado si va sola. Cuando quiera desarrollar su carrera, va a tener que demostrar que lo merece", asume María Gámez.

Mientras las nuevas generaciones acceden a los puestos que ahora ocupan estas 15 mujeres, hay instrumentos para corregir los desequilibrios que continúa habiendo entre hombres y mujeres, como las cuotas en las cúpulas de las empresas y los organismos. "Sirven para acelerar que mujeres preparadas accedan al poder, un mundo que hoy sigue siendo muy masculino", señala Blasco. "Pueden ser muy útiles para que los cambios de actitudes permanezcan en el tiempo", opina Nadia Calviño. María Gámez, lo tiene claro: "Sin cuotas, no forzamos la realidad y tardaremos mucho en llegar a la igualdad".

Otra medida es el lenguaje. Son muchas las mujeres que estarían a favor de imponer cambios gramaticales para dar más visibilidad a la población femenina. "Si hablamos de ellos y ellas al mismo nivel, será más fácil que los ciudadanos perciban la sociedad en igualdad", propone Sabatés. "El lenguaje ha evolucionado a lo largo de la historia para adaptarse a las demandas de la sociedad", entiende Santos.

En lo que suele haber un acuerdo unánime es en la declaración de afirmación feminista que hace hoy la mayoría de las mujeres, cuando, quizá, hace apenas una década esta pregunta habría generado dudas. "Hemos asumido que feminismo es la igualdad entre hombres y mujeres. Pero es algo más. Es tener sentido común, capacidad de empatía y un sentido de la justicia", concluye Alondra Bentley.

Periodismo coral

Con ocasióin de este 8 de marzo, EL PERIÓDICO ha publicado un reportaje especial elaborado con las impresiones de quince mujeres españolas que ocupan puestos de vanguardia pública, científica, empresarial o artística, y que han aceptado colaborar en el proyecto.