POBREZA CRÓNICA

Cáritas Barcelona: casi un millón de personas no tienen una vivienda digna

Centro de atención a las familias coordinado por Cáritas en BCN.

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Elisenda Colell

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Marta Eugenia llegó el año pasado a España desde El Salvador con sus dos hijos. Los tres viven en una habitación en Barcelona que comparten con otra familia. Las humedades vienen incluidas. “Mi hija se deprime. La habitación es muy pequeña y no podemos salir. Intentamos estar el mínimo tiempo en casa”. No piden mucho. “Una habitación para que los niños puedan hacer deberes o escuchar música”. En definitiva, algo de intimidad. Ellos forman parte de las 950.000 personas que, según una encuesta encargada por Cáritas, viven en infraviviendas en 27 municipios del área de Barcelona

El piso de Omar se cae a pedazos. Los cables de la electricidad cuelgan del techo y no es extraño encontrarse inundaciones. “A veces las tuberías se rompen”, explica. Allí vive con su hija, que tiene asma. Este es el único sitio que puede pagar. Le cuesta 200 euros al mes y no consta en el contrato de alquiler.

A la espera del desahucio

Ese cerca de un millón de personas que residen en hogares insalubres se podrían repartir en diferentes tipologías: familias que han ocupado un piso vacío de entidades financieras porque han sido desahuciados, personas que han dejado de pagar el alquiler y esperan con angustia que llegue el desahucio y les expulsen de casa, pero también aquellas que viven de realquiler o hacinadas en habitaciones. En algunos casos sin ni siquiera labavos ni acceso a suministros básicos como la luz o el agua. Y como una losa, siguen pesando en este recuento las centenares de personas que duermen en las calles de Barcelona, en chavolas o en albergues sociales.

Representan el 36% de la población de una zona que incluye municipios como Barcelona, l’Hospitalet de Llobregat, Santa Coloma de GramenetMataró Sant Adrià del Besòs. El 72% son personas de origen extranjero y la mitad son niños. “Nos preocupa cómo será el futuro de estos chicos, no pueden quedarse atrás”, ha dicho este miércoles en rueda de prensa el director de Cáritas Barcelona, Salvador Busquets, quien ha explicado que la entidad está apostando para acercarles a internet y las redes sociales. Algo que sus padres no se pueden ni plantear.

“Una vivienda digna tiene que dar seguridad, estabilidad e ilusiones, no son solo cuatro paredes”, se ha lamentado el delegado episcopal de Cáritas en Barcelona, Josep Matías. Hace tres años que la entidad destina más de un millón de euros en ayudas para pagar el alquiler. En el 2018 han sido casi 3.000 las personas atendidas que han recibido estos fondos. Un 6% más que el año pasado. Bajan los recursos destinados a pagar deuda hipotecaria pero suben, este año un 4%, las ayudas destinadas a pagar habitaciones de realquiler. En muchos casos ni los propietarios saben que la vivienda está siendo realquilada por el propio inquilino.

"Estamos dejando el derecho a la vivienda en manos del libre mercado"

Salvador Busquets

— Director de Cáritas de Barcelona

“Estamos dejando el derecho a la vivienda en manos del libre mercado”, ha criticado Busquets, que ha pedido que la Administración “se aplique de forma immediata”. En primer lugar ha insistido en aumentar el parque de vivienda social, y a su vez, ha reclamado al Estado que limite el precio de los alquileres (ahora está sujeto al IPC). También ha considerado necesario reformar las ayudas de la Generalitat en materia de vivienda. "Quienes pagan un alquiler de más de 600 euros no pueden recibir esta ayuda", ha lamentado Busquets.

Barcelona tiene cinco veces menos vivienda social que la media de ciudades europeas

Barcelona tiene cinco veces menos vivienda social que la media de las ciudades europeas. Mientras la capital catalana no llega al 2% del total del parque de viviendas sociales, en ciudades como Amsterdam Berlín este porcentaje se sitúa en el 48% y el 30%, respectivamente. Pero también sale perdiendo Barcelona si se compara el dinero que invierten las familias para pagar el alquiler. Más del 50% de barceloneses se dejan la mitad de su sueldo en la vivienda, cuando esto solo afecta a uno de cada cuatro europeos.