Institutos británicos excluyen alumnos para mejorar en los ránkings

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Daniel Postico

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Las escuelas públicas de secundaria británicas están apartando a alumnos con un rendimiento bajo antes de llegar a los exámenes finales para poder ocupar una posición más alta en la clasificación de las mejores escuelas del país. Según el diario 'The Times', el año pasado fueron excluidos 13.000 alumnos antes de llegar a las pruebas que realizan a los 15 ó 16 años en el último año de secundaria, el equivalente a la controvertida reválida que se reinstauró en España en el curso 2017-2018, con la entrada en vigor de la ley orgánica para la mejora de la calidad educaiva, la polémica LOMCE.

Recientemente el regulador escolar identificó a 300 colegios con altos niveles de desaparición de alumnos de sus registros justo antes de producirse la reválida en el año 2016. En total, el regulador asegura que fueron expulsados 19.000 alumnos durante el último año de secundaria. Muchos de ellos fueron inscritos en escuelas privadas, a otros les perdieron la pista y temen que dejaran de ir a clase antes de cumplir la edad obligatoria de los 16. También detectó un aumento de un 30 por ciento de los alumnos diagnosticados con necesidades especiales y enviados a unidades de reintegración escolar.

Expertos consideran que estas unidades, donde van a parar la mitad de los alumnos excluidos, se han convertido en centros de reclutamiento de adolescentes para bandas criminales juveniles. El último caso es el de Silindokuhle Mabaso, de 19 años, condenado a prisión el lunes por atracar a punta de pistola a un taxista. Mabaso fue enviado a una de esas unidades tras ser expulsado por mala conducta de un colegio de Newcastle antes de la reválida de 2015. Hasta 30.000 chavales de 10 a 15 años se identifican como miembros de bandas criminales. El gobierno ha admitido la relación entre el incremento de las exclusiones y el crimen juvenil.

La comisión parlamentaria de educación publicó el mes pasado un informe titulado “Los niños olvidados” en el cual expresaba su preocupación por esta práctica de los centros educativos públicos de quitarse alumnos de encima para subir las notas. “La exclusión es un gran problema, no solo porque trata de engañar al sistema sino porque provoca que miles de niños no obtengan la educación que merecen y sean víctimas de la manipulación estadística de las escuelas”, concluyó Robert Halfon, presidente de la comisión. Por su parte, el ministerio de Educación recuerda que las exclusiones extraoficiales o informales son ilegales y que las expulsiones permanentes tan solo se deben producir como último recurso. Las escuelas niegan estas prácticas.

En Reino Unido se mide con clasificaciones nacionales la actuación de las escuelas a partir de los exámenes al final de primaria, de secundaria y de los dos años de los A-Levels, que equivalen a la selectividad española, a partir de la media de las notas de todos sus estudiantes. Estas tablas determinan la calidad de la enseñanza en cada centro, les dan prestigio y provocan que los padres los elijan para sus hijos para tener más opciones de acabar en las mejores universidades. Algunas familias incluso se mudan con antelación a los barrios donde están los colegios estatales punteros para facilitar la admisión de sus hijos ya que prima el criterio de la proximidad.

Existen también detractores que consideran que este sistema de clasificación fomenta la competición y no la solidaridad y que no refleja el verdadero nivel de enseñanza de los centros. Algunos gobiernos autónomos británicos decidieron eliminarlos. País de Gales lo hizo en el 2001 e Irlanda del Norte en el 2003. Un estudio de la universidad de Bristol concluyó que dos terceras partes de las escuelas galesas habían disminuido los estándares educativos tras la abolición de las tablas. Recientemente han vuelto a instaurarlas aunque con un formato menos agresivo y competitivo.