golpe al medioambiente
Trump abre a la explotación 800.000 hectáreas de territorio protegido en Utah
El explosivo cóctel de las filosofías políticas, económicas, ambientales y culturales de Donald Trump ha vuelto a estallar con demoledora fuerza en Estados Unidos. Este lunes el presidente de Estados Unidos firmó dos proclamaciones que eliminan las protecciones federales a 800.000 hectáreas de dos monumentos nacionales en Utah: Bears Ears y Grand Staircase-Escalante. Nunca antes ningún presidente estadounidense había desprotegido un área de tal magnitud, abriendo terreno de trascendencia medioambiental y cultural a explotaciones mineras y de combustibles fósiles, la tala y otras actividades comerciales. Y la condena y la respuesta, incluyendo la primera demanda de naciones de indios americanos contra las medidas, fue inmediata.
El futuro de esa demanda y de otros retos ante los tribunales ya anunciados tendrá consecuencias trascendentales. Si la justicia mantiene la decisión de Trump se abrirán las puertas a que él y sus sucesores puedan reducir docenas de monumentos nacionales protegidos por sus predecesores. Si el presidente es derrotado, se reafirmará el poder presidencial de proteger vastas áreas del país.
De momento, no obstante, el triunfo es de Trump, así como de los legisladores estatales conservadores y de industrias que abogaban por eliminar las protecciones. En el caso de Bears Ears, se retiran del 85% del terreno que designó como monumento nacional Barack Obama en el 2016. En el de Grand Staircase-Escalante, designado por Bill Clinton en 1996, la desprotección afecta a un 46% del terreno.
Futuro de maravillas y riqueza
Trump ha tomado claro partido en un debate histórico en Estados Unidos sobre la protección de tierras públicas y su explotación y el papel del Gobierno federal. Y así lo expresó en su discurso antes de firmar las proclamaciones. "Alguna gente piensa que los recursos naturales de Utah deben estar controlados por un puñado de lejanos burócratas en Washington y ¿saben qué? Se equivocan", dijo en un discurso en el Capitolio estatal, prometiendo "un brillante nuevo futuro de maravillas y riqueza".
Para conservacionistas y muchas de las naciones de indios americanos, no obstante, el presidente lo único que ha hecho es volver a mostrar su desdén por políticas de protección ambiental y de enclaves de trascendencia arqueológica, histórica y cultural de los pueblos originarios, así como los ecosistemas que los rodean.
La decisión de Trump ha vuelto el foco otra vez sobre la Ley de Antiguedades, una norma aprobada en 1906 por Teddy Roosevelt que dio a los presidentes la capacidad de proteger tierras públicas calificándolas como monumentos nacionales sin necesidad de contar con el Congreso (que es el que decide en la designación de parques nacionales). Otros mandatarios ya dieron pasos para reducir otros designados, en parte para abrirlos a pasto, pero nunca nadie había ido tan lejos como Trump.
El Ártico, en el punto de mira
El republicano (que si consigue que el Congreso apruebe la reforma fiscal también abrirá el Ártico a perforaciones y explotaciones petrolíferas y de gas) puede ir aún más allá. En abril encargó al secretario de Interior, Ryan Zinke, que revisara el estatus de los 27 monumentos nacionales protegidos desde 1996 y en agosto recibió el informe donde se recomendaban reducciones de protecciones como las ahora adoptadas. No eran las únicas.
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