Gente corriente

Marc Oliveras: «Debemos ser fuertes porque somos pequeños»

Lucha por sus medallas de esquí alpino con un compañero de viaje. A este campeón andorrano le diagnosticaron lupus.

«Debemos ser fuertes porque somos pequeños»_MEDIA_1

«Debemos ser fuertes porque somos pequeños»_MEDIA_1

CARME ESCALES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Este joven deportista tenía solo un año y se desplazaba por su casa arrastrando unos esquís de plástico. El fin de semana, sus padres lo llevaban a las pistas de esquí andorranas, que fueron muy pronto su lugar de entreno. Con 3 o 4 años, Marc Oliveras (Barcelona, 1991) ya fue inscrito en el Esquí Club d'Andorra. Desde entonces, mono, botas y esquís han sido su material de trabajo. Su pasión por descender las montañas nevadas a toda velocidad lo han subido al podio en numerosas ocasiones, también después de serle diagnosticado lupus eritomatoso sistémico (LES), una enfermedad autoinmune en la que el cuerpo ataca al propio tejido sano.

-¿Cómo se le evidenció la enfermedad?

-En junio del 2014 empecé a sentir dolor en las manos y en los pies, y me sentía en baja forma. Estaba pálido y me salieron unas marcas en la cara. El dermatólogo pidió pruebas, y los resultados salieron muy alterados.

-¿Así llegó el diagnóstico?

-El nefrólogo, el doctor Ballarín, y el dermatólogo, el doctor Puig, en Barcelona lo confirmaron. Me explicaron que el lupus es una enfermedad autoinmune, en la que tus propias defensas te atacan. En mi caso, me afectó a la piel, los riñones y la sangre. Yo decidí tomármelo como una lesión.

-Haber crecido y vivir en las montañas, ¿fortalece?

-Debemos ser fuertes, porque somos pequeños, y más nosotros, los andorranos, que tenemos un país pequeño. Yo recuerdo que cuando empecé a competir sentía la ventaja de la modesta dimensión de mi país. Podía estar en el equipo nacional, porque corría más que el resto, pero cuando sales fuera te das cuenta del nivel que hay.

-Pudo compaginar los estudios con su carrera como esquiador profesional.

-Sí, en el bachillerato, por ejemplo, te adaptan el calendario a las competiciones, y con clases de repaso compensas tus ausencias. Luego hice el INEF en Font Romeu y ahora estoy haciendo ADE en Andorra, pero asignaturas sueltas de primer y segundo curso. No la acabaré, ni mucho menos, en los tres años de estudios que serían si pudiera ir a todas las clases.

-¿Compaginar el lupus con las competiciones ha sido más o menos complicado?

-Lo primero que me transmitieron los médicos es que no planificase tanto. Y desde entonces vamos decidiendo paso a paso, los médicos en función de los análisis, y yo, en función de cómo me encuentro.

-¿Cómo le fue la reincorporación a pistas tras su pausa por la enfermedad?

-Fue en marzo del 2015, en la Copa de Europa, en Grandvalira. No competí aún, pero estuve allí abriendo pistas. Bajas todo el recorrido que harán los participantes, para comprobar que todo está bien, y así pude ver mi tiempo, me sirvió para ver cómo estaba. Y en invierno participé ya en la Universiada de Granada, donde quedé segundo en la prueba de supergigante y duodécimo en la gigante. Ahora vuelvo a estar entre los 100 esquiadores mejores del mundo en descenso y supercombi.

-El lupus respeta su carrera, pues.

-Es un compañero de viaje. Directamente no me afecta, indirectamente sí. Hace que piense que he de controlarlo para no caer en un brote agudo, pero esquiando o entrenando me concentro en que estoy ahí, en la línea de salida, entre los mejores.

-¿Cree que la enfermedad le ha ayudado a valorar más esa línea de salida?

-Sin el lupus no habría hecho este cambio mental, ser más consciente de dónde estoy. Estoy ahí con todos mis médicos. El internista, el doctor Llobet, y el doctor Escoda, de la federación, también están ahí compitiendo conmigo. Y mis buenos resultados en cada carrera [estos días Oliveras entrena en pistas de Argentina] son la recompensa de su trabajo y de mi esfuerzo.