Intolerancia al precio
Los celiacos cuentan cada vez con más tiendas especializadas, pero comprar productos aptos encarece mucho la lista de la compra
Ana Tarrés tenía a los 18 meses todos los síntomas de una niña malnutrida: vómitos, descomposición, el vientre distendido y pérdida de peso constante. Por suerte, su pediatra fue avispado y sospecho rápidamente del diagnóstico: Ana era intolerante al gluten. «Lo que supuso a partir de ese momento un cambio de alimentación», explica su madre, Maribel Serrano, voluntaria de la Associació Celíacs de Catalunya.
Adaptarse a su nueva dieta no fue tarea fácil para la familia. «Nos condicionó bastante -dice la madre- porque no había tanta divulgación como ahora». Ana fue la primera niña celiaca diagnosticada de los 1.200 alumnos que tenía su colegio. Y eso implicaba que no estuviese preparado para hacerle un menú especial. «Esto obligó a tomar una serie de decisiones en casa bastante complicadas con el tema trabajo. Yo no podía así que la abuela tuvo que dejar de trabajar para darle de comer», relata. Ahora los cáterings escolares elaboran la comida sin gluten sin ningún problema.
La familia Tarrés-Serrano llegó a desplazarse hasta Andorra para hacerse con productos sin gluten. «Eran otros tiempos», dice Serrano. Ahora cuentan con muchas tiendas especializadas en este tipo de alimentación.
Un ejemplo de ello es la dietética Glória, una tienda barcelonesa llena de productos sin gluten. Laia Villegas busca alimentos entre los estantes tratando de huir de la bollería. «Mi reflexión es que hay que ir a lo sencillo. Buscar productos naturales y no caer en la búsqueda de sucedáneos», comenta. Para escapar de eso, busca dulces aptos que no sean imitación de lo que comía antes. O se los prepara en casa.
A Villegas le diagnosticaron la intolerancia al gluten a los 31 años. Ahora tiene 37 y en estos seis años ha visto como han aumentado los productos integrales para celiacos, como la avena. «Pero cuesta. Tengo que ir a comprar una cosa a un sitio y otra a otro. Y además es todo caro», declara.
Serrano estima que el presupuesto anual de una persona celiaca aumenta entre 1.500 y 1.700 euros aproximadamente. Por eso, desde la asociación han visto como a raíz de la crisis económica algunas personas celiacas no se alimentan correctamente. La etiqueta de 'sin gluten' no es apta para todos los bolsillos.
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