INTERPRETACIONES DEL CONFLICTO

Violencia urbana y urbanística

La mayoría de los expertos ven la crisis y la desafección política tras el estallido de Sants

TONI SUST / Barcelona

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Violencia destructiva y preocupante o una reacción ante una sociedad injusta. Los expertos consultados se inclinan más bien por lo segundo, pero no todos.

El antropólogo Manuel Delgado se enciende: "Estos hechos violentos no son ni mucho menos aislados, al contrario.  Tenemos que reaccionar ante una situación inaguantable que viene ya de después de los Juegos Olímpicos de 1992. No se puede tolerar". Pero Delgado no habla de la violencia urbana, sino de la "urbanística". No habla de contenedores, sino de una «concatenación de hechos» que cree que han actuado como causa, entre los que cita la prohibición del multirreferendo impulsado por varias entidades, el que el desalojo de Can Vies tuviera lugar dos días después de unas elecciones, la masificación del turismo en Barcelona y hasta que Fèlix Millet fuera ayer condenado a un solo año de prisión por el caso del hotel del Palau de la Música. "La violencia urbana es consustancial a una ciudad. Se puede condenar, pero nos guste o no, no desaparecerá. Y es un millón de veces más destructiva la violencia inmobiliaria y especulativa". Delgado es, pues, claro y contundente: podemos asustarnos por un fuego, pero otro, que ha minado económicamente a la ciudadanía, lleva quemando dos décadas.

En contraste, el sociólogo Salvador Cardús opina que hechos como los de Sants nada tienen que ver con la situación económica o la crisis y recalca que ya sucedían en época de bonanza: "Todos tienen lugar en Barcelona, en Sants o en Gràcia. Si estuvieran motivados por la situación económica, también pasaría en Terrassa, Sabadell o Girona". Lo que a Cardús le parece destacable no son los hechos del martes, que no considera más violentos que otros de los últimos tiempos: "Lo que sí me parece preocupante desde un punto de vista social es la reacción que provocan estas acciones, una comprensión benévola en resoluciones judiciales. Acabamos pidiendo más cuentas a la policía que a quien ha provocado los hechos. Es una cierta expresión de una sociedad que tiene dificultad para entender el funcionamiento normativo".

El también sociólogo Xavier Bonal defiende tesis diametralmente opuestas a las de Cardús: "Mi lectura es que hay una explosión social. No me parece un acto de violencia puntual. Y no creo que sea un tema de violencia. También hay violencia contra la juventud: falta de oportunidades, corrupción". Bonal opina que el motivo de fondo es "la confluencia entre la desafección política y la crisis económica". Para él, resulta incomprensible no hacer esta lectura tras unas elecciones europeas "con unos resultados que nunca antes se habían producido". Valgan como ejemplo esos cinco eurodiputados de Podemos por los que nadie apostaba hace una semana.

Partes irreconciliables

Para Xavier Martínez Celorrio, el conflicto de Can Vies hace emerger 2corrientes de fondo" que se están formando desde hace tiempo. Lo que ha pasado, dice este profesor de Sociología, "se ha vivido como un desalojo violento y como la destrucción de una propiedad comunal que durante 17 años funcionó con la simpatía de los vecinos. Las dos partes son ahora irreconciliables", afirma sobre el ayuntamiento y los expulsados de Can Vies.

Considera que el camino es un arbitraje ciudadano, que él ve en la voluntad de mediar de los vecinos y de la Síndica de Barcelona, y no cree que vaya a estallar una ola violenta: "Confío en que el movimiento alternativo sabrá entender que la violencia sería su derrota. Su poder ético se derrumbará si se abre una respuesta violenta".