'La amiga estupenda' llega a su fin con la intensidad esperada

HBO ha elegido un buen momento para estrenar la cuarta y ya última temporada de 'La amiga estupenda' (Max, martes, día 10): no hace tanto que el primer volumen de la tetralogía 'Dos amigas' de Elena Ferrante era elegido en una selecta encuesta de 'The New York Times' como mejor libro del siglo XXI; el cuarto de dicha saga, 'La niña perdida', en el que se basan estos nuevos capítulos, fue seleccionado como 80º mejor. 

El de serie era el formato ideal para adaptar una obra sobre la relación complicada, llena de altos, bajos y matices diversos, entre dos mujeres a lo largo de nada menos que seis décadas. Lector y espectador las conoce como niñas de un barrio pobre y violento de las afueras de Nápoles en la década de los cincuenta. Elena Greco, alias Lenù, es obediente, estudiosa. Raffaella Cerullo, alias Lila, es su complemento rebelde. Las une el deseo por aprender, por descubrir, querer escribir libros. Partiendo de su relación a la vez divergente e indisoluble, Ferrante exploraba cuestiones de género, lucha de clases e historia política en Italia. "Leer esta novela implacable e inolvidable es cómo ir en bici sobre grava: es arenoso, resbaladizo y estresante, todo al mismo tiempo", explicaba 'The New York Times' sobre el número uno de su lista.

El creador y director Saverio Costanzo logró capturar ese vértigo durante una primera temporada que marcó un patrón inteligente para las venideras. Era importante ser fiel al texto y a lo que en él se contaba, o rendir el mismo culto a la palabra que Ferrante, pero no se podía desaprovechar la naturaleza visual del medio televisivo. Costanzo no abusaba de la necesaria narración en off y sabía crear imágenes perdurables, como el beso de sombras en la escalera. La distinguida cineasta Alice Rohrwacher (último premio del festival D'A) aportó su poesía visual a algunos capítulos de la segunda temporada. Daniele Luchetti ('La voz de su amo') dirigió la tercera bajo la influencia de John Cassavetes.

Con Alba Rohrwacher

Tras narrar las tres primeras temporadas, Alba Rohrwacher (vista en películas de Costanzo, su hermana Alice o Luca Guadagnino) aparece ahora de cuerpo presente como la exitosa escritora Elena Greco, sustituyendo a una Margherita Mazzucco que empezaba a resultar demasiado joven para hacer de burguesa hastiada de su vida en apariencia envidiable. Lenù ya lo ha dinamitado todo y cambiado a su familia por el intelectual Nino (Fabrizio Gifuni), objeto de su devoción desde la infancia. Ella misma reconoce la contradicción perversa de escribir tanto sobre autonomía femenina y después dejarse controlar por un hombre. Cuando vuelve a casa (tarde) por Navidad, no hay alma a la vista: ni el dolido marido Pietro (Pier Giorgio Bellocchio, hijo de Marco Bellocchio) ni dos perfectas hijas que han sido trasladadas por la abuela paterna a Turín para que los padres discutan libremente. 

En el contestador se acumulan los mensajes de Lila (Irene Maiorino), la amiga que no logró escapar del barrio y de sus leyes, que se quedó sin estudiar y sin publicar y quedó atrapada en un matrimonio aún más infeliz que el de Lenù. Lo que no significa que no haya logrado una forma de poder: ahora gestiona un centro mecanográfico en su antiguo barrio y se ha ganado el respeto de los matones que una vez amargaron la vida a las amigas. Al principio de la temporada se produce un reencuentro esperado, no poco incómodo, donde empezó todo. 

A lo largo de los diez, que no ocho, nuevos episodios, la directora Laura Bispuri sabe mantener el citado equilibrio entre el empuje literario y la búsqueda visual. 'La amiga estupenda' sigue siendo una serie de ideas y palabras, a la vez que de pieles y texturas. Rohrwacher sabe brillar con la voz y el cuerpo, ayudada por su confianza en una directora que es vieja conocida para ella: Bispuri ha contado con la actriz en sus tres largos hasta la fecha, entre ellos 'Figlia mia', a concurso en Berlín en 2018. La gran banda sonora del neoclásico Max Richter, entre las mejores jamás compuestas para cualquier medio, termina nuevamente de empujar esta serie al Olimpo de la televisión y al Stendhalismo más salvaje.