Cuarta temporada en Netflix

¿Qué veremos en ‘Emily in Paris 4’ y por qué gusta tanto la serie?

La nueva temporada, que estrena Netlix este jueves, 15, reaviva el fenómeno que ha resultado ser la ficción que protagoniza una americana en la capital francesa

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Lily Collins, en la cuarta temporada de 'Emily in Paris'.

Lily Collins, en la cuarta temporada de 'Emily in Paris'. / Netflix

Inés Álvarez

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Entró en nuestros hogares en 2020 (año en el que necesitábamos soñar) como una americana que aterriza en París lidiando con el choque cultural, luciendo unos modelazos extravagantes y mostrando una candidez adorable e irritante a partes iguales. Y pese a protagonizar tramas poco complicadas, caricaturescas en ocasiones y llenas de clichés, logró atraparnos desde el minuto uno. Porque aunque aún hay quien dice que no ve ni verá nunca ‘Emily in Paris’, cierto es que los que lo hacen y lo admiten (también hombres) se sienten algo culpables de reconocer que la serie de Darren Star (artífice de ‘Sexo en Nueva York’), cuya primera parte de su cuarta y quizá última temporada estrena Netflix este jueves, 15 (la segunda llegará el 12 de septiembre) resulta adictiva.

Nueva vida y amores

En síntesis, para quien aún no lo sepa, ‘Emily in Paris’ cuenta cómo la joven del título (a quien da vida Lili Collins, hija de Phil, el músico) llega a la agencia parisina de márketing que se acaba de fusionar con la americana en la que trabaja, donde se dará de bruces con la manera de hacer y vivir (tan francesa, tan alejada del ‘american way of life’) de sus compañeros y, sobre todo, con la jefa, Sylvie (Philippine Leroy-Beaulieu), que lleva eso de la manida rivalidad de las mayores de 50 con las jovencitas al extremo (aunque la actriz defiende que no es así).

No obstante, en las tres temporadas que ya ha emitido Netflix hemos ido comprobando cómo la determinación de la joven, su talento (aporta ideas frescas para realizar campañas innovadoras y su habilidad en el manejo de las redes) y su aguante ante los continuos menosprecios la harán encontrar su sitio y ser aceptada. Y también querida por dos amigas, Camille ( Camille Razat), una chica de buena familia sin ínfulas, y Mindy (Asley Park), una alocada joven china que busca triunfar como cantante. Y, por supuesto, amada. Por el chef Gabriel (Lucas Bravo) -- un amor en principio imposible, de esos de ‘sí, pero no’, porque es el novio de su amiga— y demás pretendientes que le irán saliendo, como el encantador Alfie (Lucien Laviscount).

En los nuevos capítulos nos encontraremos a Emily, que al final de la temporada tercera había decidido apostar por su amor hacia el chef, pero el enterarse de que su novia estaba embarazada le había hecho recular. Y eso que sabe de una infidelidad de ella. Sumida en ese triángulo amoroso, un encuentro con Alfie acabará liando más el asunto. También conoceremos si Mindy consigue concursar en Eurovisión y si Sylvie, a la que sacude un problema del pasado, volverá a encontrar el amor. Pero, sobre todo, si llegará el tan esperado ‘happy end’ de Emily y Gabriel.

Asimismo, la joven hará una escapada a Italia, con lo que si Collins nos puede parecer una Audrey Herbun del siglo XXI, que su personaje se pasee por el país vecino podría ser un guiño a ‘Vacaciones en Roma’, filme de finales de los años 50 protagonizado por la actriz de ‘Desayuno con diamantes’. Las tramas italianas harán, asimismo, que surjan nuevos personajes, interpretados por Raoul Bova (el padre de 'Buenos días, mamá', en Antena 3) y Eugenio Franceschini, y Rupert Everet es otro de los fichajes (todos ellos atractivos, claro).

Las cuatro claves de su éxito

Descartados quienes abominan de la serie, ese placer culpable que a algunos les produce su visionado temporada tras temporada (pero la ven) o la rendición sin complejos ante sus encantos (pese a que la tercera temporada quizá fueron menores) por parte de otros podría responder a cuatro causas:

Una comedia romántica de tramas sencillas

Una comedia romántica de tramas sencillas

Se trata de una comedia romántica de situación arquetípica, trufada de clichés (sobre todo la primera temporada, que mostraba a los parisinos como seres snobs e indolentes, con Sylvie, la jefa de Emily y villana de la serie, como claro exponente, aunque luego se suavizó con la caricatura del americano tipo, hortera por antonomasia y demasiado campechano, que representa Madeline (Kate Walsh), la otra villana de este cuento moderno) y de tramas sencillas. El romanticismo que exuda la ficción lleva a relaciones bastante platónicas (y cuando son carnales, solo lo justito) y la realidad aspiracional que proyecta nos hace comprar situaciones inconcebibles como que Mindy no gane ni para el alquiler y vaya vestida de grandes marcas (algo que también pasa con Emily). Los chicos que la rodean y cortejan son guapos como príncipes azules (y nada canallas) y sus estilismos están muy cuidados. La ficción tiene conocidos referentes: su jefa es tan odiosa como la villana Miranda Priestley, de 'El diablo se viste de Prada', y el modisto Pierre Cadeult suena a Pierre Carden, pero sus diseños están inspirados en Balenciaga.

Emily, un ser adorable (pese a quien pese)

Emily, un ser adorable (pese a quien pese)

Emily, aunque resulte adorable, es bastante naïf y positiva (un valor poco cotizado) y contrarresta totalmente con las protagonista de las nuevas series actuales (aunque ya en la primera temporada la joven deje su edificio sin luz al intentar enchufar su Satisfayer en una noche de soledad). Su empatía y lealtad le hace renunciar al amor de Gabriel por no traicionar a su amiga y su resiliencia ante las críticas y los desprecios la convierten en un ser carismático que el resto de personajes y los telespectadores adorarán (si no lo cree así, ¿por qué la sigue viendo?). El cine y las series (sin olvidar la literatura) tienen otros ejemplos de americanas en París, como las películas ‘Abril en París (con Doris Day, en 1952), ‘Una cara con ángel’ (Audrey Herbun, 1975), el corto ‘Hotel Chevalier’ (Natalie Portman, 2007), el filme ‘Julie y Julia’ (Meryl Streep, 2009) y la serie ‘The Eddie’ (Amandla Stenberg, 2020). Incluso el personaje de Carrie (Sarah Jessica Parker) de ‘Sexo en Nueva York’ pasa unos días en París. Pero esta es la hora de Emily.

‘Looks’ imposibles que crean tendencia

‘Looks’ imposibles que crean tendencia

Aunque Emily llega a París para ocupar temporalmente el lugar de su jefa americana con un par de maletas, pronto irá adoptando un 'look francés' de lo más extravagante que hará de cada una de sus apariciones en la oficina, paseos con las amigas o citas un desfile de tendencias tan difíciles de seguir que provocan el deseo de imitar. Las ropas que viste de grandes firmas como Channel y Dior han creado tendencia y en Instagram hay cuentas de fans (emilyinparisoutfit, emilyinparisoutfits) que dan pistas sobre la marca y el precio (no faltan prendas de Zara y H&M) o similares y TikTok está plagado de espontáneas con ropa de Shein para intentar lograr un ‘look Emily’ (aunque con poca fortuna). Mención especial merecen las boinas (en la primera temporada se duplicaron sus ventas), sin olvidar los sombreros de pescador (versión glamur) y los accesorios. Los ‘looks’ dulces y más clásicos de Camille, los rabiosamente sexis de Mindy y los diseños tremendamente elegantes de Sylvie también tienen sus seguidoras.

Una nueva ruta turística por París

Una nueva ruta turística por París

París nunca ha dejado de estar de moda y es visitada cada año por millones de turistas, pero los lugares en los que transcurre la serie se han convertido en lugar de peregrinaje para los fans de la ficción. Para empezar, la Boulangerie Moderne, una deliciosa pastelería del distrito V que acumula colas para pedir un solo producto: el 'pain au chocolat' que tanto le gusta a Emily. Unos pasos más allá, se encuentra el coquetón restaurante de Gabriel, que en realidad se llama Terra Nera y sirve cocina italiana. En la plaza Place de l'Estrapade se alza el edificio en cuyo último piso abuhardillado se asoma Emily. Los vecinos ya se han acostumbrado a encontrarse a fans haciéndose foto delante del portón. Pero no solo su barrio tiene la esencia de Emily. Otros lugares archiconocidos, como la torre Eiffel, la Ópera Garnier, la exclusiva zona de Saint Germain des Prés, el Jardín del Palais-Royal y el coquetón rincón de la plaza Dalila (dedicada a la cantante) con vistas a Sacre Coeur, son lugares muy 'instagramableables' para Emily y para su legión de fans, que están ansiosos por descubrir los modelazos y localizaciones que traerá esta (¿última?) temporada.

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