Entrevista

Laura Lippman, escritora de 'La dama del lago': "Ya solo puedo imaginar a Natalie Portman como mi protagonista"

Hablamos con la célebre escritora criminal sobre la adaptación de su novela de 2019, protagonizada por la actriz de 'Cisne negro' para Apple TV+

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La escritora Laura Lippman, fotografiada en Barcelona

La escritora Laura Lippman, fotografiada en Barcelona / Roser Ninot

Juan Manuel Freire

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Después de dos décadas como reportera, Laura Lippman (Atlanta, 1959) decidió en 2001 dejar la prensa diaria y dedicarse por entero a la literatura criminal. Además de la serie de la investigadora privada Tess Monaghan ("como Nancy Drew para mayores listos", escribió Lauren Mechling en 'The Guardian'), ha firmado novelas autónomas tan destacadas, crónicas impactantes de la vida actual y pasada en Estados Unidos, como 'Lo que los muertos saben', 'Piel quemada' y 'La dama del lago', cuya adaptación a serie, con la gran Natalie Portman como esa ama de casa judía metida a reportera de investigación, se estrena este viernes, día 19, en la cada vez más esencial plataforma Apple TV+. 

Vayamos atrás en el tiempo por un momento. ¿Cómo diría que su trabajo en periódicos afectó a su estilo como autora de novela negra? 

Sobre todo, consiguió que me interesara de por vida por saber cómo funcionan las cosas. Me interesan los trabajos de otras personas, la burocracia, las vidas cotidianas. 

¿Cuándo y por qué decidió dejar el periodismo? 

Bueno, en realidad fue el editor de 'The Baltimore Sun' quien tomó esa decisión por mí. Probablemente me habría quedado allí toda la vida –soy aversa al riesgo–, pero es que me hizo la vida laboral insoportable. Puse una querella –mucho de lo que se me hizo pasar iba contra nuestro contrato sindical– y llegué a un acuerdo confidencial con el periódico antes de ir a arbitraje. Es lo mejor que me pudo pasar. En cuanto no tuve la red de contención de una paga fija, un seguro médico, etcétera, me volví mucho más atrevida en mi obra. 

¿Cuál fue ese libro con el que logró acercarse realmente a sus ideales? Ese que le hizo sentir realmente orgullosa y que, de algún modo, pudo convertirse en patrón para los siguientes. 

Me tienta un poco decir que todavía estoy esperando a escribir ese libro, pero diría que 'Every secret thing', mi primera novela autónoma, y después la siguiente novela de Tess Monaghan, 'Colgando de un hilo', fueron importantes pasos evolutivos. 

'Lo que los muertos saben' también fue un punto y aparte, ¿verdad? Con él fue finalista al premio Gold Dagger [de la Crime Writers’ Association] en 2008. 

Creo que el secreto de su éxito fue su gran giro, que tuve que sostener durante todo el libro, pero lo más importante fue el esfuerzo que mi editorial estadounidense hizo en su lanzamiento. No es habitual que alguien haga eso contigo cuando vas por el duodécimo libro. 

En cuanto no tuve la red de contención de una paga fija, un seguro médico, etcétera, me volví mucho más atrevida en mi obra

'The Washington Post' describió 'La dama del lago' como un "bello homenaje" a la ciudad de Baltimore. ¿Fue eso realmente lo que se propuso hacer? En el libro es un lugar lleno de claroscuros. 

Mi idea, en un principio, era escribir una precuela a la serie de Tess Monaghan, una centrada en las elecciones para gobernador del estado de Maryland en 1966, que se parecieron misteriosamente a las elecciones presidenciales de 2016. Pero al final me di cuenta de que estaba escribiendo una novela sobre un periódico de Baltimore a mediados de los años sesenta, es decir, cuando mi padre empezó a trabajar en el 'Baltimore Sun'. Y una novela sobre un periódico es, o debería ser, una novela sobre su ciudad. Por eso me decidí a que todo un coro de baltimoreanos contara sus historias al lector. 

Desde luego, esa diversidad de puntos de vista debió suponer un desafío para la adaptación. ¿Ha estado muy involucrada en la serie? 

Elegí tener poco que ver. Solo quería que alguien con una visión cinematográfica singular tomara las riendas. Y, después de ver los tres primeros episodios, creo realmente que [la creadora y directora] Alma Har'el ['Honey boy'] era la persona adecuada. Ha creado una especie de delirio febril sobre dos mujeres. Es una serie imponente y apasionada. 

¿Se considera una escritora muy visual? O, en otras palabras, ¿pone caras de actores a sus personajes mientras prepara un libro? 

En realidad no, nunca lo hago. Pero en cuanto me dijeron que habían fichado a Natalie [Portman] como Maddie, fue incapaz de pensar en otra persona en ese papel. Respecto a Cleo [o la dama del título, esa mujer negra cuya muerte obsesiona a Maddie], solo conocía a Moses Ingram por 'Gambito de dama', pero fui al rodaje un día que ella trabajaba y me di cuenta de que era perfecta para el personaje. 

Ahora mismo hay un cierto debate en España sobre los límites del 'true crime', género al que, en cierto modo, pertenece 'La dama del lago' [que se inspira en dos verdaderos asesinatos sucedidos en Baltimore en 1969, el de una niña judía y una camarera afroamericana, este último mucho menos comentado en prensa que el primero]. ¿Cómo defendería la literatura o la producción audiovisual 'true crime' contra las acusaciones de explotación? 

Me inspiraron esos dos crímenes reales, pero al final 'La dama del lago' no tiene apenas nada que ver con aquellos. No me interesaba tanto la naturaleza de los crímenes como la yuxtaposición de sus coberturas mediáticas: mientras que la niña blanca ocupaba titulares en primera plana, no parecía haber mucho interés por la mujer negra. Pero creo que es un debate ético difícil, uno que necesita continuar. Algunos pódcasts 'true crime' me parecen muy poco interesantes. Los que me gustan tienen matices y perspectiva. Uno de los mejores de los últimos años ha sido 'Stephenville', reportado por Bryan Burrough para 'Texas Monthly'.

¿Qué es lo que nos fascina realmente del crimen, en su opinión?

Aquí es donde el tema se pone especialmente complicado. Creo que la novela criminal está un paso por delante del 'true crime' en un aspecto. Las historias reales, sobre todo si nos afectan –si ha pasado en tu ciudad, o a alguien como tú–, nos llevan a tomar distancia. Piensas: "Oh, yo nunca habría ido a ese barrio tan tarde". O "yo no me habría acercado a un extraño en un bar". Las historias ficcionales, en cambio, nos llevan a sentir empatía. Venimos a preocuparnos por los personajes y llorar sus destinos. No es por hacer 'spoilers', pero los lectores de 'La dama del lago' solo ven un poco de la niña muerta; es trágico que muriera, pero no aprendemos mucho de ella. Sin embargo, Cleo, un fantasma, tiene la oportunidad de demostrar que su vida importa incluso después de que se haya acabado. Es mucho más que 'la dama del lago'. Era una hija, una madre, una mujer amada. Era inteligente y emprendedora a su manera. Una lectora, una soñadora. 

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