ESTRENO EL MIÉRCOLES
'Emily en París (T2)', evasión para otra Navidad de covid
Hablamos con el reparto de la por muchos denostada pero por todos vista comedia de Netflix, de vuelta este miércoles con más amoríos y choques culturales
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
'Emily en París' será recordada como, entre otras cosas, la serie que propició en parte la gran crisis de los Globos de Oro. Cuando, el pasado febrero, se anunciaron sus nominaciones para este año, 'Emily' fue incluida en dos categorías importantes: mejor serie cómica o musical y mejor actriz de serie (Lily Collins). Mientras tanto, la aclamada 'Podría destruirte' se quedaba sin una sola nominación, agravio comparativo con tintes racistas que denunció en prensa incluso una guionista de 'Emily en París'.
Pocas semanas después, 'Los Angeles Times' arrojaba luz sobre la tolerancia de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (el diminuto grupo de periodistas que reparte los premios) para el soborno y la corrupción. Allí se recordaba, por ejemplo, cómo en 2019 más de treinta de sus miembros viajaron a Francia para visitar el rodaje de 'Emily en París' y, de paso, ser hospedados durante dos noches en un hotel de cinco estrellas y disfrutar de un ágape en un museo privado.
"¡Eureka!", gritaron muchos. "Ahora se entienden esas nominaciones". Pero la teoría conspirativa se fue al traste cuando, unos meses después, en julio, la Academia de la Televisión quiso nominar a 'Emily en París' para un par de Emmys: mejor serie de comedia y mejor diseño de producción.
¿Qué tiene 'Emily en París' para haber capturado toda esa atención? ¿Por qué (según las cambiantes métricas de Netflix) hasta 58 millones de hogares la chequearon en su primer mes en circulación? Quizá la cuestión radique en ese mes, en el cuándo y no solo el qué. La comedia escapista de Darren Star ('Sexo en Nueva York') se estrenó en octubre de 2020, cuando escapar era una ilusión. También cuando desactivar las neuronas por treinta minutos era terapia barata. Incluso quienes decían odiar la serie no podían dejar de mirarla. ¿No habría algo de amor secreto ahí dentro?
Optimismo todo el tiempo
Ashley ParkLily CollinsPara neófitos o necesitados de recapitulación: en la primera temporada, Emily Cooper, veinteañera de Chicago sin mucho mundo, se trasladaba a París para aportar "un punto de vista estadounidense" en una empresa de marketing absorbida por un conglomerado del otro lado del Atlántico. La veíamos abrirse paso, a base de optimismo, y también inconsciencia, en el mundo laboral, romántico y amistoso. Emily no es pura ingenuidad, sea como sea: al principio de la segunda temporada, sigue marcada por la culpa de haber pasado una noche salvaje con el chef Gabriel (Lucas Bravo), novio de su mejor amiga francesa, Camille (Camille Razat), para más señas.
Por buscar nexos con 'Sexo en Nueva York': es como cuando Carrie fue infiel a Aidan con Mr. Big. "Pero algo que me gusta mucho de Emily –nos explica Collins– es su férrea moralidad. Realmente le duele estar en esa situación tan complicada, sobre todo porque es la primera vez que le sucede algo así. Ella se ve a sí misma como amiga leal. En la serie exploramos cómo se siente en mitad del lío y viendo torcerse su brújula moral". Para desviarle del mal camino aparecerá Alfie (Lucien Laviscount), banquero londinense presuntamente inmune a los encantos románticos de París.
Francia vista desde fuera
A menudo se habla de Sylvie (Philippine Leroy-Beaulieu), jefa de Emily en la compañía Savoir, como némesis de la heroína, pero ¿no será en realidad su aliada? Lo que ofrece a Emily no es tanto odio como amor duro. "Yo también lo pienso", dice Leroy-Beaulieu, una veterana del cine francés a la que vimos en otra serie sobre la cultura de oficina francesa: 'Call my agent!'. "Sylvie pone a Emily en dilemas para que madure un poco. Así que sí, es amor duro. Hay algo mítico en esa relación: la mujer madura que abre camino a la joven".
Desde su punto de vista francés, ¿está de acuerdo Leroy-Beaulieu con los muchos que han descrito 'Emily en París' como banquete de clichés? "Me parece que los franceses no tienen sentido del humor", afirma para sorpresa de francófilos. "Porque tanto franceses como estadounidenses son retratados por Star de la misma forma divertida y cruel. Simplemente, a los franceses no les gusta que venga alguien de fuera a hablar sobre ellos. Sea como sea, les encanta odiar la serie: todos la ven".
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