ESTRENO

Crítica de 'You' (T2): el regreso de un sociópata irresistible

El asesino encarnado por Penn Badgley se muda a Los Ángeles en una temporada más abiertamente cómica y satírica

Un fotograma de la segunda temporada de 'You'

Un fotograma de la segunda temporada de 'You'

Juan Manuel Freire

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Llegada de la casi nada en septiembre del 2018, 'You' no encontró grandes audiencias en Lifetime, canal que la emitió originalmente, pero se convirtió en un pequeño fenómeno una vez estuvo disponible en Netflix, unos meses después. Recibía, por fin, la atención merecida una serie bastante inclasificable, a la vez drama romántico, comedia negra, psycho-thriller y casi terror, tan certera en sus pulsiones emocionales más sinceras como en su vena satírica, a la que se rinde por completo en su disfrutable segunda temporada.

Nada podrá ser como al principio, y de haber entablado Joe (Penn Badgley), sociópata favorito de muchos, otra relación tan obsesiva como la que tuvo en esos primeros capítulos con Beck (Elizabeth Lail), habría asomado el fantasma del déjà vu. Basándose libremente en la secuela literaria 'Hidden bodies', también de Caroline Kepnes, los 'showrunners' Sera Gamble y Greg Berlanti han preferido ofrecer una historia diferente, en la que no importa tanto la relación de Joe con otra mujer como con todo un entorno social y una ciudad.

'Joe contra Los Ángeles', pudo haberse llamado esta segunda entrega de 'You'. A la fuga de una antigua amante que podría dejarle al descubierto, el acosador y asesino en serie se ha mudado a Los Ángeles, donde todo el que le conoce bien sabe que nunca se mudaría: demasiada vanidad; demasiado hippismo chic; demasiada gente esperando a ser descubierta, todo lo contrario que él.

Pronto encuentra nuevo nombre, nuevo trabajo y nueva obsesión: Love Quinn (Victoria Pedretti), quien también ha pasado por un trauma sentimental hace poco. Buscar el amor de Love significa aceptar la compañía de su hermano Forty (James Scully), un aspirante a cineasta sin mucho talento que sueña con llevar su película de terror al festival South By (sin 'Southwest' detrás) y arrasar en los premios Gotham ("que jodan a los Oscar", farfulla).

Por si protegerse de la justicia y manejar su amor obsesivo-compulsivo no fueran suficientes desafíos, Joe se muestra de nuevo impelido a proteger a una persona menor, en este caso una quinceañera cinéfila (Jenna Ortega) que parece en el punto de mira de un humorista depredador (Chris D'Elia). Si al enamorarse, Joe parece estar convenciéndose de estar enamorándose, cuando se trata de proteger a menores, sus impulsos parecen sinceros; algo que se sobreexplica con cierto innecesario psicologismo.

Al contrario que en la primera temporada, en esta ocasión apenas salimos de la cabeza de Joe, convertido definitivamente en estrella de la serie. Cuesta un poco olvidar a Beck, algo que los creadores reconocen al devolvérnosla ocasionalmente en forma de alucinación del protagonista. Pero la voz de Joe (sobre todo la interior) es tan rica, crítica, complicada y deliciosamente autoengañosa que lo que realmente cuesta es apagar la tele e irse a dormir.