Psicología

"La gente no cambia": ¿es cierto que nunca cambiamos?

La personalidad puede sufrir variaciones por acontecimientos externos

Dos personas hablando

Dos personas hablando / 123RF

Ángel Rull

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La creencia de que las personas no cambian es un tema recurrente en conversaciones, argumentos y hasta en la trama de muchas historias que nos rodean. Esta idea, profundamente arraigada en la cultura popular, suscita debates tanto en nuestra vida social como en la privada. Pero ¿es cierto que los seres humanos estamos condenados a ser perpetuamente iguales, incapaces de evolucionar en nuestra forma de ser, pensar o actuar?

¿Qué significa cambiar a nivel psicológico?

Para adentrarnos en este debate, primero debemos comprender qué implica el cambio a nivel psicológico. Cambiar significa alterar de manera significativa alguno o varios aspectos de nuestra personalidad, comportamientos, pensamientos o emociones. Esto puede incluir desde modificar pequeños hábitos diarios hasta transformar profundas creencias o actitudes que han guiado nuestras vidas durante años.

El cambio psicológico no se limita a una simple decisión o un acto de voluntad; es un proceso que involucra la reconfiguración de nuestra estructura mental y emocional. Este proceso puede ser tanto consciente como inconsciente y suele requerir tiempo, esfuerzo y, en muchas ocasiones, enfrentarse a resistencias internas que surgen de nuestras propias inseguridades y miedos.

La psicología, a través de diversas corrientes y estudios, ha identificado que el cambio es posible cuando hay una interacción dinámica entre el individuo y su entorno. La autoconciencia, la motivación, la exposición a nuevas experiencias, y la adaptación a cambios en el entorno son componentes clave que facilitan este proceso. Entender esto nos permite abordar el cambio desde una perspectiva más holística y compasiva hacia nosotros mismos y hacia los demás.

¿Por qué creemos que la gente no cambia?

Una de las razones principales por las que se perpetúa la idea de que la gente no cambia es nuestra tendencia a buscar coherencia y previsibilidad en los demás. Observamos los patrones de comportamiento y, basados en ellos, formulamos juicios y expectativas acerca de cómo una persona es y será. Esta percepción de consistencia nos ofrece una sensación de seguridad y previsibilidad en nuestras relaciones sociales, pero también puede limitar nuestra capacidad de percibir el cambio.

Otra razón se encuentra en la resistencia al cambio. Este es un fenómeno tanto individual como colectivo. A nivel individual, cambiar implica enfrentarse a lo desconocido, a veces, afrontar aspectos de nosotros que preferiríamos ignorar. A nivel colectivo, existe una tendencia a resistirse a aceptar los cambios en los demás porque ponen a prueba nuestra percepción de ellos, lo cual puede generar incomodidad y conflicto.

Finalmente, la cultura popular y los medios de comunicación a menudo refuerzan la idea de que la esencia de una persona es inmutable. Historias de redención y transformación personal, aunque populares, suelen ser presentadas como excepciones a la regla, lo que puede contribuir a la percepción generalizada de que el cambio fundamental es raro o incluso imposible.

¿Las personas pueden cambiar?

La psicología ha demostrado, a través de numerosos estudios y teorías, que las personas tienen una enorme capacidad para cambiar. El cambio puede ser gradual o radical, pero es indudablemente posible. La neuroplasticidad, concepto que refiere a la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse como resultado de la experiencia, es una evidencia científica de nuestra capacidad para transformarnos.

Las investigaciones en el campo de la psicología positiva y del desarrollo personal han mostrado que, con las estrategias adecuadas y un ambiente de apoyo, las personas pueden desarrollar nuevas habilidades, cambiar sus patrones de pensamiento y, en consecuencia, alterar sus comportamientos y emociones. Estos cambios no sólo son posibles, sino que también pueden ser duraderos, llevando a una mejora significativa en la calidad de vida del individuo.

Es importante destacar que el cambio personal requiere de una decisión consciente y de un compromiso sostenido.

Este compromiso se ve reforzado por la perseverancia y la capacidad de enfrentar los problemas y retrocesos que son parte del proceso. La transformación personal es un viaje que implica tanto reconocer y aceptar nuestras limitaciones como celebrar nuestros avances y logros. La resiliencia, la capacidad de recuperarse y aprender de las experiencias adversas, juega un papel crucial en este viaje.

¿Bajo qué circunstancias cambiamos?

El cambio ocurre bajo una amplia gama de circunstancias, que pueden variar enormemente de una persona a otra. Sin embargo, hay algunos patrones y condiciones que tienden a facilitar este proceso.

Pero ¿cuáles son estos patrones y condiciones?

1. Motivación personal

La fuerza motriz detrás de casi todo cambio significativo es el deseo de mejorar algún aspecto de nuestras vidas. Ya sea por insatisfacción, aspiraciones personales, o la necesidad de superar un trauma, la motivación personal es el catalizador que nos impulsa a emprender el camino del cambio.

2. Eventos de vida significativos

A menudo, enfrentamos puntos de inflexión en nuestras vidas, como la pérdida de un ser querido, un cambio de carrera, o un nuevo inicio, que nos obligan a reevaluar quiénes somos y qué queremos ser. Estos momentos pueden servir como despertares que nos impulsan a cambiar.

3. Apoyo social

El cambio rara vez ocurre en aislamiento. El apoyo de amigos, familiares, y a veces incluso de comunidades enteras, puede proporcionar el ánimo, la fuerza y la validación necesarios para persistir en el esfuerzo de cambiar. Saber que no estamos solos en nuestro viaje puede hacer toda la diferencia en nuestra capacidad para lograr cambios duraderos.

4. Conciencia y educación

La exposición a nuevas ideas, conocimientos y perspectivas puede ampliar nuestro entendimiento del mundo y de nosotros mismos, abriendo la puerta a cambios en nuestra forma de pensar y actuar. La educación, tanto formal como a través de experiencias de vida, es fundamental para este aspecto del cambio.

5. Experiencias de éxito

Lograr pequeños éxitos en el camino hacia el cambio puede aumentar significativamente nuestra confianza y motivación. Estas experiencias positivas nos enseñan que el cambio es posible y nos motivan a seguir esforzándonos hacia nuestros objetivos.

Como vemos, aunque la creencia de que la gente no cambia es comprensible dada nuestra tendencia a buscar consistencia y evitar la incertidumbre, la realidad es mucho más compleja y esperanzadora. Los seres humanos somos capaces de un cambio profundo y significativo, siempre y cuando existan las condiciones adecuadas para ello. Reconocer nuestra capacidad para cambiar es el primer paso hacia la transformación personal y, por extensión, hacia la mejora de nuestra sociedad. La psicología nos enseña que, con la motivación adecuada, el apoyo necesario y un compromiso genuino con el proceso de crecimiento personal, el cambio no solo es posible, sino que es una parte esencial de la experiencia humana.

* Ángel Rull, psicólogo.