PSICOLOGÍA
¿Miedo al trabajo? Estos son los 7 síntomas que lo caracterizan
Un rechazo común en trabajos bajo presión que acaba afectando a las relaciones con jefes y clientes
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Una oficina casi vacía. / periodico
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Ángel Rull
Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
Ángel Rull
El trabajo origina miedos y ansiedades a un número elevado de personas. Afecta a aquellos que sienten desmotivación y aburrimiento, y también a los que sufren una carga de trabajo elevada.
De hecho, cada vez son más los que empiezan a sufrir estrés o aislamiento a causa de su aversión al trabajo. Conocer los síntomas nos ayudará a identificar el problema, saber de dónde viene y encontrar una solución sin que acabe en despido.
Causas del miedo al trabajo
Las causas no solo tienen que ver con la actitud que la persona tiene en el trabajo, sino también con todo lo ocurrido durante el tiempo que la persona lleva trabajando en la empresa. ¿Cuáles son las causas principales?
- Ansiedad de base en la persona.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Falta de herramientas de afrontamiento ante el estrés.
- Trabajo sin motivaciones.
- Discrepancia entre el número de tareas y las horas obligadas a permanecer en el puesto de trabajo.
- Incoherencia entre tareas.
- Número elevado de personas a su cargo.
- Cartera de cuentas o clientes demasiado elevada y sin relación coherente.
- Sufrir acoso laboral pasado y/o presente.
- Discusiones recurrentes con los superiores.
- Excesivas capacidades para el puesto que se ocupa.
7 síntomas centrales
Dependiendo del puesto y de la persona, existirán una serie de síntomas más presentes que otros. La aversión al trabajo no siempre implica tener los siete presentes.
1. Irritación fuera del trabajo. El estrés impide a la persona acabar su jornada laboral y desconectar. Esta irritación afecta a sus relaciones sociales y familiares. Mal humor, dolores de cabeza y cansancio diario.
2. Soledad y vacío. La soledad es autoimpuesta. Se necesita un aislamiento en el que no aparezcan estímulos, ya que la persona se ve incapaz de afrontar más cosas en su vida.
3. Cansancio excesivo al principio de la semana. El lunes y el martes es cuando se siente un alto nivel de cansancio. No es producto del avance de la semana ni de las actividades durante el fin de semana. De hecho, aunque la energía sube los viernes, la persona no siempre dedica al fin de semana a disfrutar sino a dormir y aislarse.
4. Uso excesivo de las redes sociales. Como escape y distracción, se usa continuamente Facebook o LinkedIn durante la jornada laboral. Se consultan las webs de noticias a deshora y se buscan actividades nada relacionadas con el trabajo.
5. Frustración hacia el cliente o los subordinados. La irritabilidad que produce el trabajo o los superiores se ve descargada contra las personas que se tienen a cargo o contra los clientes. Esta descarga, a menudo consciente, tiene la finalidad de transmitir al otro el descontento hacia la empresa.
6. Malas relaciones con los compañeros. Toda persona que se asocie al trabajo también satura a la persona. Los jefes o los compañeros son vistos de forma negativa. Disminuyen las relaciones laborales y aumenta la desmotivación.
7. Aumenta del miedo y la ansiedad el domingo. Pensar en comenzar la semana nos abruma. El domingo sentimos sensación de desesperanza y ansiedad. La tristeza es el eje central del domingo, independientemente de los planes que puedan surgir.
Las malas relaciones, la frustración o la ira nos ayudan a detectar que nos encontramos ante un síndrome de aversión al trabajo. Aunque las causas son diversas, no siempre se debe al trabajo en sí, sino a la actitud que cada uno tiene en su puesto. En muchos casos, si esto no se soluciona, el trabajador acaba pidiendo la baja laboral y acudiendo a terapia psicológica.
* Ángel Rull, psicólogo.
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