Una historia de Sarrià-Sant Gervasi

El cofre del Putxet

La Casa Rocamora guarda cientos de objetos coleccionados por el propietario

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Felipe Valenzuela

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Cada barrio tiene al menos un secreto, una joya que pocos conocen pero que al saber de su existencia deja a todos boquiabiertos. En el caso del Putxet i el Farró este honor lo tiene la Casa Rocamora (Ballester, 12), un palacete isabelino de 1860 que pasa desapercibido para los más despistados pero que atesora una de las colecciones históricas más exquisitas de toda la ciudad.

A pesar de estar justo al lado de la ronda del General Mitre, el ruido de la avenida no se cuela entre el romántico jardín de la casa. Eduardo Rocamora Trías es el presidente de la Fundación Cultura Privada Rocamora y sobrino bisnieto de la figura que da nombre a la entidad: Manuel Rocamora Vidal. La organización conserva la inmensa gama de artilugios que consiguió Rocamora Vidal, mecenas, pintor, escritor y coleccionista.

"Estamos hablando de una persona exageradamente generosa", comenta Laia Soler Moreno, historiadora del arte que investiga sobre el coleccionista para su tesis doctoral. "Nadie le ha estudiado a pesar de ser  importante para la historia de la ciudad –explica–. No tiene ni una calle o una plaza con su nombre". Rocamora donó casi 5.000 vestidos para la creación del Museu Tèxtil. Y también varios mascarones de proa al Museu Marítim, "eran para una muestra temporal pero al ver lo bien que los colocaron decidió darlos, comenta Rocamora Trias. 

Maqueta original de Colón

Dos ejemplos del impresionante muestrario que atesora el palacete son la maqueta original del monumento de Colón y el móvil hecho por el mismo Picasso para el histórico 4 Gats y que ahora está preparándose para viajar a París. "La de Picasso es una de las piezas más solicitadas. Ha estado en Sitges y en Nueva York", relata Eduardo Rocamora junto a la librería de la casa, que alberga casi 5.000 volúmenes.

Dividido en dos pisos, el palacete conserva aún el estilo del siglo XIX pese a las reformas que se hicieron a principios de los 90. "Levantamos el suelo –añade el presidente–, cambiamos las vigas de madera por unas de acero y electrificamos las lámparas de araña". Una vez dentro del palacete, no es nada difícil imaginarse las estancias como la residencia del pintor. Pero cuesta verla como museo, si no fuese por los separadores en algunas habitaciones.

La variedad es impresionante. En una pared hay una muestra de mosaicos modernistas.Arriba hay otra llena de paletas de pintores firmadas por sus dueños. Antaño, las estancias rebosaban de artilugios. "Lo hemos hecho más visitable –comenta Eduardo–. Antes estaba todo abarrotado y al morir Rocamora puso en su testamento que la residencia se convirtiese en una fundación para mantener la colección".

La casa colabora con la Fundación Antoni Montpalau. "Exponemos 55 vestidos de novia y fiesta repartidos por la casa –relata Josep Casamartina, director de la entidad–. Tenemos piezas de Balenciaga, Pedro Rodríguez y Santa Eulàlia". La casa se puede visitar por 7€ de martes a domingo de 10.00 a 14.00 horas (12€ con visita guiada).