Salud mental

Las setas mágicas son efectivas para tratar la depresión, según investigadores de la UPF

Un estudio publicado en 'Nature Mental Health' revela cómo se reequilibra el cerebro deprimido con diferentes tratamientos farmacológicos: los estándar y los psicodélicos

El "milagro" de los alucinógenos abre altas expectativas en salud mental

El 'viaje' de la terapia psicodélica: "Fue como un milagro"

hongos mágicos de psilocibina

hongos mágicos de psilocibina / 123rf

Beatriz Pérez

Beatriz Pérez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las setas u hongos mágicos ('magic-mushrooms', en inglés), cuyo principal psicoactivo es la psilocibina (un compuesto psicodélico), son efectivas en el tratamiento de la depresión (siempre bajo supervisión médica), tal y como demuestra un estudio liderado por investigadores de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y de las universidades de Oxford (Reino Unido) y Aarhus (Dinamarca). La investigación ha sido publicada en la revista 'Nature Mental Health' y buscaba, principalmente, cuantificar los cambios que se producen en el cerebro de la persona con depresión antes y después de la ingesta de fármacos estándar (en concreto, del escitalopram) y de la psilocibina.

Aunque el objetivo del estudio era ver cómo se "reequilibra" el cerebro deprimido con diferentes tratamientos farmacológicos (tanto los tradicionales como los más novedosos), los resultados son una evidencia más de la eficacia de los psicodélicos (como es el caso de las setas mágicas) a la hora de tratar trastornos mentales como la depresión, entre otros. Hace menos de dos años que en España se creó la Sociedad Española de Medicina Psicodélica, lo que da cuenta del rigor científico que hay detrás de estos fármacos siempre y cuando, insisten los sanitarios, se tomen bajo supervisión y prescripción médica y en un entorno hospitalario.

El antes y el después

"Queríamos ver el efecto de los diferentes tratamientos farmacológicos a la hora de abordar una enfermedad. Nosotros nos focalizamos en la depresión", explica a este diario el investigador de la UPF Gustavo Deco. El equipo científico se propuso comparar cómo es el cerebro antes y después de la medicación (tanto después de la estándar como de la menos convencional: las setas mágicas). "Nos hicimos la siguiente pregunta: la farmacología, aparte de cambiar los síntomas, ¿cambia el cerebro?", prosigue Deco. La segunda pregunta que se hicieron fue si ambas farmacologías cambiaban el cerebro de la misma forma.

La respuesta a la primera pregunta es sí: el cerebro cambia "de forma física" tras tomar escitalopram y setas mágicas. El cerebro experimenta cambios en las "jerarquías" de sus diferentes zonas. "El cerebro es como una empresa: tiene un jefe, luego subjefes, secretarios y peones. Gracias a un modelo computacional individual que hicimos de cada paciente, vimos que estas jerarquías cambiaban. Nunca nadie antes había logrado probar esto", cuenta Deco.

Segundo punto: ¿de qué manera lo hacen? "En el caso del fármaco estándar [el escitalopram], las jerarquías en estas zonas del cerebro aumentan. Es como que hay menos democracia. Por el contrario, tras la ingesta de setas mágicas, estas jerarquías disminuyen: hay más democracia", añade. ¿Esto es bueno o mano? "Ni bueno ni malo. Vimos que ambos fármacos solucionan el problema, pero de forma diferente. La depresión es algo tan complejo, que no hay una sola forma de solucionarla". El estudio, en última instancia, demuestra que tanto fármacos estándar como psicodélicos sirven para "reequilibrar" el cerebro en personas deprimidas.

Ensayo clínico

Este estudio trató a solo 40 personas y los médicos vieron que la mejora era mayor con la psilocibina que con el escitalopram, pero no son resultados extrapolables. La muestra, como reconoce este investigador, es demasiado pequeña y para avalar estos resultados habrá que hacer un "ensayo clínico" que abarque un mayor número de pacientes. La realidad, como los propios investigadores reconocen, es que "no se sabe qué está mal" en la depresión. "Pero, si logramos conocer mejor la enfermedad, podríamos diseñar una droga más efectiva", explica Deco.

La importancia de esta investigación, prosigue el investigador de la UPF, es que "se ve que realmente el cerebro cambia de manera física con la acción de una droga", sin importar "de qué droga se trata". "Y vemos que los cambios [en el cerebro], aunque sean diferentes, pueden dar un mismo resultado a nivel sintomático. Vale la pena llevarlo a gran escala y generalizar la técnica a otras enfermedades psiquiátricas", concluye.

La historia del LSD

El LSD es quizás el psicodélico más conocido. Como explica Deco, fue creado por un farmacéutico que no buscaba usarlo como droga, sino "crear amplificadores cognitivos", es decir, "hacer más inteligente" a las personas. El LSD, basado en la serotonina, logra que las personas incrementen su percepción. "Ahora se ha recuperado el psicodélico como un tratamiento genuino para tratar trastornos de salud mental", cuenta.