Avances de la medicina

Superviviente de una leucemia y de complicaciones del trasplante: "Lo pasé mal pero ahora me pongo los tacones y se me olvida"

Lorenza Bermejo, que sufrió la enfermedad injerto contra receptor (EICR), que afecta al 50% de pacientes que se someten a un trasplante de médula de un donante, hace ahora vida normal

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Lorenza Bermejo, enferma de leucemia y de la enfermedad de injerto contra receptor (EIRC) crónica

Lorenza Bermejo, enferma de leucemia y de la enfermedad de injerto contra receptor (EIRC) crónica

Patricia Martín

Patricia Martín

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Lorenza Bermejo luce una sonrisa permanente. Solo piensa en bailar y disfrutar de la vida, pese a que hace seis años, con 64 años, le diagnosticaron leucemia, necesitó un trasplante de médula y tras la intervención, sufrió una enfermedad llamada injerto contra receptor, que consiste en que las células madre del donante reconocen al paciente como extraño y ‘atacan’ sus órganos o tejidos sanos.

En el caso de Lorenza, la enfermedad 'atacó' a sus músculos y articulaciones. “Lo pasé muy mal, me quedé dura como una piedra, como envasada al vacío, solo había piel y hueso. He estado muy mal, pero me dieron tratamiento y ahora estoy bien. Todo se pasa”, explica sin dejar de sonreír.

“Se me ha caído el pelo dos veces y no por eso he dejado de ir a ningún sitio”

La enfermedad injerto contra el receptor (EICR) es una complicación bastante desconocida pero que afecta al 50% de los pacientes que se someten a un trasplante de médula ósea con células madres procedentes de un donante.

No se trata de que el enfermo “rechace” el trasplante, como se denomina coloquialmente cuando el sistema inmune del receptor ataca al órgano sólido trasplantado, como un riñón, sino que ocurre al revés, las células madres del donante, que constituyen su nuevo sistema inmune, identifican al receptor como un ente extraño y le atacan en diferentes formas e intensidad.

Lorenza Bermejo, enferma de leucemia y de la enfermedad Injerto Contra Receptor

Lorenza Bermejo, enferma de leucemia y de la enfermedad Injerto Contra Receptor / El Periódico

Los órganos afectados

Puede ocurrir de forma aguda y rápida, habitualmente en los tres primeros meses posteriores al trasplante y que los órganos que se vean afectados sean la piel, el tracto gastrointestinal y el hígado. O de forma crónica (entre tres meses y 2 años después de la intervención) y con afectación en la piel, los ojos, la boca, los pulmones, el hígado y las articulaciones. No suele poner en riesgo la vida del paciente, pero impacta en su calidad de vida.

Con el rechazo [al trasplante] lo he pasado mal y bien, pero ahora estoy bien. No me privo de nada. Me pongo los tacones y se me olvida la enfermedad

En el caso de Lorenza, empezó a notar que no podía coger objetos situados en armarios altos o escurrir bien la fregona. Pero con un tratamiento inmunosupresor y corticoides lo ha superado y ahora hace vida normal (excepto las revisiones médicas periódicas), porque también la leucemia ha remitido completamente.

“Con el rechazo [al trasplante] lo he pasado mal y bien, pero ahora estoy bien. No me privo de nada. Me pongo los tacones y se me olvida la enfermedad”, relata a EL PERIÓDICO en el marco de unas jornadas organizadas por la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).

Retraso en el diagnóstico

El mensaje de Lorenza es muy alentador. Aunque reconoce que cuando le dijeron que tenía leucemia se le puso “la tensión por las nubes”, en seguida lo asumió porque pensó "ya me curarán” y porque su lema es “solo se muere una vez, qué más da unos años antes o después”. Confía, además, en el equipo médico que la trata en el hospital de Zamora aunque, en el inicio de la enfermedad, tardaron unos meses en diagnosticarla, pese a que vomitaba y se sentía cansada.

También admite que “lo pasó muy mal con la quimioterapia” y se quedó “como un trapo” pero vuelve rápido al mensaje positivo al señalar que “hay que echarle valor a la vida y vivirla”. “Se me ha caído el pelo dos veces y no por eso he dejado de ir a ningún sitio”, relata.

Tampoco recuerda con dolor o angustia el trasplante, pese a que justo cuando le dieron el alta, llegó el confinamiento. Pero no le preocupó contagiarse de covid poco después de la intervención. “Yo no le he tenido miedo a nada. Mis hijos y mi marido se preocupaban, estaban malos y yo buena”, resume de nuevo con una sonrisa de oreja a oreja.

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