Opinión | Análisis
Periodista
Manuel Vilaseró
Periodista
La ola que se acerca
Si queremos evitar una cuarta ola que aún nos pillaría con las ucis saturadas no basta con limitar los movimientos entre autonomías. No hay que relajar ninguna restricción más y habría que reconsiderar algunas imprudentemente levantadas.
La vacuna es el milagro de esta pandemia. Aún no apreciamos lo suficiente la magnitud de este logro en tiempo récord de científicos, gobiernos y farmacéuticas. El coronavirus acabará convertido en un resfriado o una gripe más. No ocurrirá de un plumazo pero ocurrirá. Aunque haya sobresaltos como el de las trombosis de AstraZeneca, retrasos en la fabricación, la aparición de variantes o cualquier otra piedra en el camino, la vuelta a la normalidad sólo es cuestión de tiempo.
Ante el cansancio de población y la situación límite de algunos sectores económicos, el plazo se ha convertido, sin embargo, en una cuestión clave. ¿Cómo se puede acelerar la vuelta, como mínimo, a una cierta normalidad? La nueva ministra de Sanidad ha dado un giro de 180 grados y lo que fue permisividad en las Navidades se ha tornado en cierre estricto de las autonomías la Semana Santa y el puente de San José. El objetivo es claro: hay que situar la incidencia en 25 casos por 100.000 habitantes, lo que haría manejable el rastreo y aislamiento de los infectados y sus contactos.
Alcanzar esa meta garantizaría llegar al verano con un cierto grado de normalidad teniendo en cuenta que la población más vulnerable, los mayores de 60 y enfermos crónicos, ya estarán vacunados aún en el caso muy improbable de que AstraZeneca quedara invalidada. Esta es la población que ahora acumula el 90% de las hospitalizaciones y ucis. Pero aún faltan tres meses para llegar a este punto y los efectos de la relajación de las medidas en la mayoría de las autonomías, incluida Catalunya, se empiezan a notar. La caída de los contagios se estanca o repunta levemente. Así es inviable alcanzar la meta marcada. Si queremos evitar una cuarta ola que aún nos pillaría con las ucis saturadas no basta con limitar los movimientos entre autonomías. El movimiento interno que se generará en las fiestas es más que suficiente para disparar de nuevo los casos. No hay que relajar ninguna restricción más y habría que reconsiderar algunas imprudentemente levantadas.
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