ALERTA SANITARIA
El coronavirus vacía Igualada
Carlos Márquez Daniel
Periodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 15 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Planta Baixa' (TV3) y 'Bàsics' (Betevé).
Carlos Márquez Daniel
Ambiente primaveral con escenas veraniegas. Primaveral por la temperatura agradable; veraniegas por la carestía humana en las calles. Igualada, con 40.000 habitantes, los coles cerrados, con medidas de contención insólitas hasta este jueves en Catalunya, ha amanecido soleada y desierta. Pocos niños por las calles, por las plazas, por los bares. Y los que se ven van acompañados de sus madres. Porque si algo tiene esta crisis, al margen del bulto sanitario, es la confirmación de que son ellas las que terminan arrimando el hombro en asuntos del hogar. La capital del Anoia, con el peor brote de coronavirus a este lado del Ebro, alberga ya 58 casos positivos y 250 confinados, la inmensa mayoría sanitarios, ya que el paciente cero es una enfermera que desparramó el virus de manera involuntaria. Aquí han muerto ya tres personas, de entre 71 y 86 años, con la salud muy delicada. Dice el alcalde que saben que la cosa irá a peor para luego, seguro, ir a mejor. Aunque por el camino tendrán que convivir con un confinamiento de dos semanas para evitar fugas, para contener el virus.
En el Hospital de Igualada, donde hay 33 profesionales que han dado positivo y todo el mundo lleva mascarilla, reina un incómodo silencio que se rompe por unas risas que llegan de la cafetería. Un grupo de trabajadores comen a eso de las tres y media, con la mascarilla colocada en la barbilla, dejando libre la boca, y bromean sobre la carencia de papel higiénico. "Tenemos un montón de periódicos, así que si vamos con cuidado, no tendremos ningún problema". Y venga a reír. En la sala de espera del vestíbulo, dos médicas charlan con la protección bucal colocada. Dicen que falta personal, dato que el alcalde Marc Castells ha confirmado en rueda de prensa. De hecho, y en presencia de cargos del Govern, ha reclamado que se destinen efectivos a este centro sanitario "porque el personal está exhausto". Y porque ese medio centenar de positivos irá creciendo y requieren de tratamiento, de pruebas de diagnóstico...
Nada de venta ambulante
La ciudad ha incrementado este jueves las medidas de prevención pocas horas antes de que el Govern decretara el confinamiento de Igualada y otros tres municipio del entorno. Se han prohibido los mercados ambulantes, se ha anulado una feria de teatro que iba a reunir a miles de personas, se han cancelado todos los actos públicos y privados y el viernes queda sin servicio el bus metropolitano que une la ciudad con los municipios cercanos. Es un transporte que cada mes traslada a unas 100.000 personas, así que no es poca cosa. También ha quedado fuera de circulación el aeródromo de Òdena. Y obviamente, las escuelas seguirán cerradas. Muchas de ellas, de hecho, tenían jornadas de puertas abiertas este fin de semana de cara al periodo de preinsripción escolar. Todo ha quedado neutralizado.
Las cifras de infectados y fallecidos la ha aportado el secretario de Salut Pública, Joan Guix, que antes de dar los titulares se ha entretenido en lo que parece repetitivo pero es a la postre lo más importante: las medidas de higiene personal, la necesidad de ventilar habitáculos, los 14 días de incubación, la distancia de seguridad de hasta dos metros si es posible o ese 80% de infectados que experimenta una clínica leve. "Aquí tenemos un clúster, una agrupación de casos en un espacio geográfico reducido", ha admitido Guix, que también ha advertido que todavía estamos en la curva ascendente de la pandemia. Ha insistido, sin embargo, por si alguien tuviera la tentación de estigmatizar, aunque quizás la frase le ha quedado un punto apocalíptica, que este no es un problema de Igualada, "sino un problema de todo el planeta".
Semanas complicadas
Delante del hospital hay un taller, un bazar asiático y un supermercado. Los mecánicos son los únicos que atienden con la cara descubierta. En cualquier caso, por la calle pasea muy poca gente, y no solo por la crisis sanitaria, también porque estamos casi en las afueras del municipio. Tampoco es que el centro sea un pasacalles de vecinos. Están los que pasean al perro, como Alba, que ha dejado a sus hijos adolescentes en casa y se ve encima "dos semanas bastante complicadas" porque cuida ella sola de los chavales y no tiene claro que en el trabajo vayan a dejarla libre. Está el hombre que repara la persiana de un comercio en la calle de Custiol y que admite que ahora se lo toma con más calma porque duda que el cliente tenga mucha prisa por volver a abrir. Y está el transportista que, descargando unas cajas en la rambla del General Vives, es consciente de que, como autónomo, va a "pringar" y "como siempre" nadie se va acordar de los que trabajan por cuenta propia. Algo más para allá, casi entrando en la vecina Vilanova del Camí, está el tanatorio, donde se invita sutilmente a ahorrarse el pésame en caso de tener algún síntoma que huela a COVID-19. En ese caso, la funeraria invita a los sospechosos a "hacer llegar las muestras de condolencia de manera telefónica o telemáticamente". Por un funeral sin coronavirus.
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