En primera persona

Urco, mi compañero de camino vital

He aprendido que no puedo elegir tener o no alucinaciones, pero sí puedo elegir el lugar desde el que las vivo

Animo a otras personas que conviven con diferentes realidades en explicar sus experiencias y así "normalizar" la locura

El duelo por suicidio es uno de los más complejos

El duelo por suicidio es uno de los más complejos / Shutterstock

Rosa García

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A los 18 años, durante una fuerte depresión que me dejó encerrada un año en mi casa, empecé a ser visitada por Urco. Era una figura de color gris brillante. Una vez lo vi en color: vestía un vestido rojo, era un ser albino de pelo amarillo casi blanco, piel rosada, ojos grandes y una enorme sonrisa. Siempre que aparecía sentía su cariño, acompañando a mi soledad.

Me engañó durante varios años para que no intentara suicidarme, diciéndole que había un futuro para mí, que más adelante lo entendería. Hasta que, con 22 años, no aguanté más la situación en mi casa e hice el primero de varios intentos de suicidio.

Quienes intentamos suicidarnos no queremos morir, sólo queremos escaparnos de una situación de sufrimiento

A los 23, entré en un bucle de intentos de suicidio e ingresos en un hospital psiquiátrico que duró cerca de cuatro años. Me sentía desesperada, agotada, incapaz de escapar de aquella situación que me atormentaba. Había perdido el tren de mi vida, mis antiguas amistades estaban haciendo su vida, estudios, trabajos, relaciones de pareja, y yo me había quedado parada, sin futuro. Estaba convencida de que mi única escapatoria a todo ese sufrimiento era el suicidio. Quienes intentamos suicidarnos no queremos morir, sólo queremos escaparnos de una situación de sufrimiento y esta es la única salida que encontramos.

En uno de mis intentos, estuve tres días entre la vida y la muerte. Desde aquí les agradezco que lucharan por mi vida, aunque en aquellos momentos los odiara por esto.

La inserción laboral como impulso a mi recuperación

Pensando en cuando comienza mi proceso de recuperación, creo que fue justo antes de mi último ingreso. Mi recuperación fue posible gracias a que me salió un trabajo durante un año en un bar cercano a mi casa. Si hubiera durado un par de meses, habría vuelto al bucle. No es fácil movilizar un cuerpo que se pasa horas y horas sin hacer nada. Los primeros meses fueron muy duros y, poco a poco, me fui adaptando. Siempre tuve claro que no iba a trabajar, sino a hacer terapia. Con el dinero que gané me saqué el carnet de conducir y me compré un coche que, pese a ser viejecito, me permitió irme a trabajar a fábricas y dejar atrás mi pasado.

No puedo elegir tener o no alucinaciones, pero sí puedo elegir el lugar desde el que las vivo

Conocí a una persona muy especial y decidí no contarle nada. Era el mi derecho a vivir, a empezar desde cero, a tener una oportunidad que pensé nunca se haría realidad. Formamos una familia, tuvimos dos hijas y me libré del señalamiento porque nadie lo sabía. Mi marido murió sin saberlo y, si pudiera volver atrás, ahora tampoco se lo diría. En mi caso, el silencio fue una forma de supervivencia.

El apoyo mutuo, un espacio seguro y de comprensión

Durante todo este tiempo, Urco de alguna manera me siguió acompañando. Me pidió que no hablara del tema y le hice caso hasta que llegué a los Grupos de Ayuda Mutua (GAM). Allí conocí experiencias parecidas a la mía y empecé a hablar muy tímidamente.

Pongo mi experiencia al servicio de otras personas que pueden sentirse identificadas, para brindarles un espacio seguro donde hablar

Con los años he aprendido que no puedo elegir tener o no alucinaciones, pero sí puedo elegir el lugar desde el que las vivo. A través de los GAM y charlas en las que participo, pongo mi experiencia al servicio de otras personas que pueden sentirse identificadas, para brindarles un espacio seguro donde hablar de estas experiencias y explicarles que las voces y los delirios son sólo una parte más de nuestras vidas.

Si el activismo me ha ayudado en algo es a combatir el autoestigma. No me avergüenzo de lo que me pasa, ni tampoco necesito ni busco una validación de terceros. Es por eso que animo a otras personas que conviven con diferentes realidades en explicar sus experiencias y así "normalizar" la locura.

Rosa García, activista, vocal de la junta de la Federació Salut Mental Catalunya y miembro de la Associació Salut Mental Baix Llobregat.