Artistas y salud mental

Bruce Springsteen en Barcelona: los jefes también se deprimen

Conciertos de Bruce Springsteen en Barcelona: horarios y accesos

Bruce, ¿sigue habiendo para tanto?

Bruce Springsteen lee su autobiografía

Bruce Springsteen lee su autobiografía / José Luis Roca

Fidel Masreal

Fidel Masreal

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Bruce Springsteen vuelve a Barcelona, donde ha ofrecido conciertos míticos. Pero 'The Boss' no solo es un artista que llena estadios y genera entusiasmo. Es un ser humano que nos ha regalado una auténtica enciclopedia sobre la salud mental. En sus memorias, tituladas 'Born to run', el 'jefe', el mito del rock norteamericano, ofrece un extraordinario relato sobre cuestiones clave de los trastornos emocionales. Y lo hace con una sinceridad y detalle que van más allá del ramillete de 'famosos' que se han atrevido a hablar de sus trastornos para, enseguida, mostrar lo fuertes que han sido y hacer caja con todo ello. No, Bruce no edulcora nada. Y ahí radica el extraordinario poder de su testimonio.

Explorar los orígenes

"Yo había crecido entre algunas personas muy enfermas, calladas, con tendencia a la más honda depresión y comportamientos impredecibles y preocupantes. Sabía que aquel era un elemento significativo de mi estado mental".

Saber qué le pasa a tu padre

"No iba a tomarse la medicación. Me dijo que temía que todo desapareciese: la energía; el propósito, aunque no tuviese objetivo; la fuerza egocéntrica; la alucinación de su estado maníaco… todo, salvo las largas depresiones sin fin. Le comprendía. Yo había estado allí, aunque no a tales extremos. El trastorno maníaco-depresivo, la personalidad bipolar.

[a mi padre] Le comprendía. Yo había estado allí, aunque no a tales extremos. El trastorno maníaco-depresivo, la personalidad bipolar.

Bruce Springsteen

"Es la sorpresa en la caja de Cracker Jack de mi familia. Le dije que lo entendía, pero que podía acabar haciendo daño a alguien, a mi madre o a sí mismo, y que yo no podía vivir sin ellos. Que no podía vivir sin él . Que nuestra familia le quería y le necesitaba. Que yo le quería y le necesitaba. Que él era esencial para que pudiéramos ser fuertes. Era nuestro centro, nuestro corazón, así que, por favor, ¿iba a dejarme que le cuidase? No fue fácil convencerle. Hubo gritos y lloros, pero al final salió con nosotros por la puerta en dirección al hospital".

"Necesitas ayuda"

"Se ha producido un «suceso» y mi depresión borbotea como un vertido de petróleo que contamina el hermoso lago de color verde turquesa que es mi cuidadosamente planeada y controlada existencia. Su lodo negruzco amenaza con ahogar cada última porción de vida que hay en mí. Jon [Landau, crítico musical y amigo] me aconseja: «Necesitas ayuda profesional». A petición mía hace una llamada, me da un número, y dos días después conduzco unos quince minutos en dirección oeste hasta una consulta/residencia en un suburbio de Los Ángeles. Entro; miro a los ojos a un extraño amable, de pelo canoso y bigote; me siento; y rompo a llorar.

La depresión

"La tristeza no se abalanza sobre ti por sorpresa. Llega arrastrándose. Poco después de cumplir los sesenta, caí en una depresión como no había experimentado desde aquella polvorienta noche en Texas treinta años atrás. Me duró un año y medio y me dejó destrozado. Cuando me asaltan tales estados de ánimo, generalmente pocos se dan cuenta –ni el señor Landau, ni nadie que trabaje conmigo en el estudio, ni la banda, el público nunca, y espero que tampoco los niños–, pero Patti sí observa cómo se acerca un tren de mercancías cargado de nitroglicerina y a punto de descarrilar.

Durante esos periodos puedo ser cruel: huyo, disimulo, esquivo, tramo, desaparezco, regreso, raramente pido perdón

Bruce Springsteen

Durante esos periodos puedo ser cruel: huyo, disimulo, esquivo, tramo, desaparezco, regreso, raramente pido perdón, y mientras tanto Patti defiende el fuerte mientras yo intento incendiarlo. Ella me frena. Me lleva al médico y dice: «Este hombre necesita una pastilla». La necesito. He estado tomando antidepresivos durante los últimos doce o quince años".

La ansiedad

"Tuve un ataque de lo que se conoce como «depresión agitada». Durante ese periodo, me sentía tan profundamente incómodo en mi pellejo que solo quería SALIRME de él. Es una sensación peligrosa que atrae muchas ideas indeseables. Me sentía incómodo haciendo cualquier cosa. De pie… andando… sentado… todo generaba oleadas de una ansiedad acuciante que intentaba disipar a cada momento del día.

Todo lo que me esperaba a diario era el presentimiento de la muerte y la aprensión, y el único respiro era dormir

Bruce Springsteen

Todo lo que me esperaba a diario era el presentimiento de la muerte y la aprensión, y el único respiro era dormir. Durante mis horas despierto, pasaba el día buscando una posición en la que me sintiese cómodo unos minutos. No era hiperactividad. De hecho, estaba tan deprimido que me era imposible concentrarme en cualquier cosa sustancial. (...)

El abismo

Aquello se prolongó durante seis semanas. Todo el tiempo que estuvimos en el extranjero. Me afectaba física, sexual, emocional, espiritualmente, en todos los aspectos. Todo se había ido por la puerta. Estaba verdaderamente preocupado por ver si sería capaz de salir a escena en esas condiciones. (...) No podía vivir así, no para siempre. Por vez primera, sentí que comprendía lo que impulsa a algunas personas al abismo. El hecho de entenderlo, de poder sentirlo, me vaciaba el corazón y me dejaba aterrado.

"Joder, ni siquiera lograba una erección. Era como si toda mi notoria energía, algo que había sido mío y había dominado toda mi vida, me hubiese sido cruelmente arrebatada. Me había convertido en un cascarón vacío andante. Patti me sacaba de la cama y trataba de ponerme en marcha. Me estabilizaba, me daba confianza para sentir que todo iría bien y que esto era solo algo transitorio. Sin su fuerza y serenidad no sé qué hubiera sido de mí.

Lo único que me ayudó a seguir en pie durante aquel periodo fue Patti

Una noche en Irlanda, Patti y yo salimos a cenar con un grupo de gente. Yo hacía todo lo que podía por aparentar ser un ciudadano cuerdo. Pero, en esas condiciones, es algo difícil de lograr. Tuve que levantarme de la mesa varias veces para desatar mi mente de su correa (o para mantenerla atada). Finalmente, salí a la calle y llamé a mi farmacólogo. Le expliqué que la situación rebasaba el nivel rojo.

–¿Hay algo que te haga sentir mejor? –me preguntó.

–Tomarme un Klonopin –respondí.

–Pues tómatelo –me dijo.

El amor como medicina

Eso hice, y paró. Compasiva, afortunadamente, oh, sí, hay un Dios… paró. Tras un breve periodo tomando Klonopin, pude dejar la medicación y aquel estado de agitación ya no regresó. Pero se había abierto una aterradora ventana con vistas a la debilitación mental, y no creo que hubiese podido seguir así indefinidamente. Todo ello trajo de vuelta el fantasma de la enfermedad mental de mi padre y la historia de mi familia, y me inquietó la posibilidad de que, pese a todo lo que había hecho, todo lo que había conseguido, pudiese caer en el mismo pozo.

Lo único que me ayudó a seguir en pie durante aquel periodo fue Patti. Su amor, su compasión y la seguridad de que saldría de aquello fueron, durante muchas horas de oscuridad, todo lo que tenía para seguir adelante".