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Guía para ser millonario en Pasapalabra y no perder la cabeza

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Óscar, ganador de 'Pasapalabra'

Óscar, ganador de 'Pasapalabra' / Atresmedia

Fidel Masreal

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Cómo ganar 1.8 millones de euros en el concurso Pasapalabra y no perder la cabeza. Esto es lo que seguramente Oscar Díaz, se preguntará el ganador del popular concurso televisivo que este miércoles ha repartido esta cantidad a uno de sus participantes.

En 1994, Figuerola d'Orcau, un minúsculo pueblo del Pallars Jussà, repartió 1.200 millones de pesetas de la Lotería. TV-3 emitió un 30 minuts al respecto. Uno de los agraciados, Antoni Miró (conocido con el apodo de Munda) se compra un coche de lujo. Cuatro millones de pesetas. Va a repostar por primera vez y se da cuenta de que la manguera de la gasolinera no entra porque necesita una pistola especial. "¿Cómo repostaré yo, así?", se pregunta con una sonrisa de ingenuidad. La anécdota es reveladora de una de las consecuencias de gestionar, de un día para otro, una fortuna.

Primero, respirar

La psicóloga y formadora Laia Montserrat, recomienda, antes que nada, respirar. "Al ganador de Pasapalabra o de una fortuna inesperada, le diría que primero se parara a respirar profundamente y que cultivara el espíritu zen de la calma, sin precipitarse", recomienda. Todo lo contrario del vecino de Figuerola.

Le diría que primero se parara a respirar profundamente y que cultivara el espíritu zen de la calma

Laia Montserrat

— Psicóloga y formadora

Preparación previa

Es muy diferente, explica Montserrat, que a una persona le toque una fortuna en un sorteo que no que a los participantes de Pasapalabra les premien con 1,8 millones, porque estos llevan semanas concursando y mostrando cierta sangre fría. "En cambio, la mayor parte de personas acaban perdiendo el dinero bastante fácilmente. No es fácil gestionar las emociones en estos casos", explica.

Equilibrio en movimiento

Laia Montserrat recomienda también cierta frialdad. "Está mal vista, pero atempera las emociones, porque si te dejas llevar por el impulso emocional en este caso no irás bien. La mente ha de servir para poder pensar, no tenemos por qué saber de todo y menos de gestionar fortunas. Hay que saber pedir ayuda", describe.

La frase 'conócete a ti mismo' es tan antigua como esencial

Laia Montserrat

— Psicóloga y formadora

¿Cómo mantener el equilibrio entre la ilusión de ser rico y la gestión de lo que viene a continuación? "Los puntos de equilibrio son móviles, cuando estamos en euforia estamos en riesgo, lo normal es perder el contacto con la realidad; si estamos demasiado hundidos, tampoco es bueno", explica. Y recomienda no esperar a acontecimientos extraordinarios para hacer autoconocimiento. "Se trata de pensar en cómo vivir las emociones, porque la frase 'conócete a ti mismo' es tan antigua como esencial para la vida, porque de lo contrario, cuando no pasa algo tenemos que aprender deprisa".

¿Nos volvemos egoístas?

Otro motivo de reflexión ante las grandes fortunas es el siguiente: ¿es malo tener mucho dinero? "La riqueza no está ni bien ni mal -reflexiona Montserrat-, a partir de una buena gestión económica en un negocio honesto puedes hacer mucho bien, pero lo que suele pasar es que hay mucho egoísmo, mucha riqueza construida a expensas de los demás, y deberíamos cultivar la empatía, la compasión y el beneficio de todos".

Satisfacción sí, felicidad, no tanto

En efecto, existen algunos estudios, como el que llevó a cabo la Stockholm School of Economics y la New York University hace seis años. Conclusión: los premios gordos generan altos índices de satisfacción que se mantienen durante una década, pero los efectos en la felicidad y la salud mental son "significativamente menores". Lo estudiaron con muchos más que los premiados del Pallars: se analizó a 3.000 participantes que habían logrado 277 millones de dólares en varias loterías.

El dinero no garantiza felicidad

Si no, siempre se puede consolar uno sabiendo que según un reciente estudio divulgado en SanaMente, las pequeñas comunidades no urbanas, sin dinero, pero muy vinculadas a la naturaleza, se sienten tan felices o más que los países que sienten los mayores niveles de felicidad del mundo. O, dicho de otro modo, el dinero no siempre es necesario para ser feliz.