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El bloqueo de las cárceles, factor estresante para la salud mental de los presos

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Patio del antiguo Módulo Dones 2 de la cárcel de Brians I, en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona).

Patio del antiguo Módulo Dones 2 de la cárcel de Brians I, en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona). / ALBERT BERTRAN

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El asesinato de una cocinera en la cárcel de Mas d'Enric por parte de un preso que después se suicidó, generó una oleada de protestas de los funcionarios de prisiones, que bloquearon durante días varias cárceles. Eso ya pasó, pero de las consecuencias para la salud de los internos se ha hablado menos. Familiares y entidades denuncian que este tipo de bloqueos afectan directamente a la salud mental de un colectivo que ya sufre problemas mentales siete veces por encima de la media de la población.

"Un preso diagnosticado de esquizofrenia tuvo un ataque epiléptico porque le dieron tarde la medicación, tocó el timbre para que el funcionario le ayudara. No fue nadie. Se tuvo que comer él solo el ataque, con riesgo para su vida, en Brians I", explica Gracia Amo, que es la portavoz de la asociación de familiares de presos de Catalunya.

Los presos se ponen nerviosos y los funcionarios de mal humor, y pasan cosas que nadie quiere que pasen

Gracia Amo

— Portavoz asociación de familias de presos

Es solo un ejemplo de una vivencia consecuencia de la decisión de los sindicatos de funcionarios de impedir la entrada y salida de las cárceles. Eso afectó a la rutina diaria de un colectivo que ya sufre niveles de estrés y de problemáticas mentales muy superiores a las de la media. "Los presos se ponen nerviosos y los funcionarios, de mal humor, y pasan cosas que nadie quiere que pasen, como peleas u otras historias", describe Amo.

Una situación removida es caldo de cultivo para los internos que ya tienen ganas de conflicto

Aidà Almirall

— Mediador penitenciario en Quatre Camins

Aidà Almirall, mediador penitenciario en el centro penitenciario de Quatre Camins, no pudo hacer su trabajo durante esos días de bloqueo y piquetes y recibió información del interior sobre cómo estaba afectando a los presos: "Los que podían entrar iban notando una tensión creciente, una situación removida como esta es caldo de cultivo para los internos que ya tienen ganas de conflicto; y yo sufría por los que están en una buena trayectoria y a los que una situación de estas les puede hacer dar un cambio porque piensan 'qué culpa tengo yo de esto'".

Parar la recuperación

Las entidades sociales emitieron un comunicado reclamando que la protesta de los funcionarios no se hiciera a cuesta de los derechos fundamentales básicos. Núria Iturbe, psicóloga y coordinadora de la comisión de ámbito penitenciario y ejecución penal de ECAS, describe muy claramente qué supone perder capacidad de hacer actividades y salidas, en la cárcel: "Cuando por la covid o por la reciente huelga se paran las rutinas, eliminamos factores de protección y se intensifican los factores estresantes. No es que empeore la salud mental de las personas que la tienen algún trastorno, o provocar que se generen otros, sino que algunas personas que están haciendo un proceso favorable, este se queda parado. No solo causamos problemas nuevos sino que eliminamos factores que permitían una evolución positiva".

El tiempo se mide distinto

¿Qué consecuencias tiene todo ello? Iturbe habla, entre otras cuestiones, de la irritabilidad. "Puede suceder que se tienda al aislamiento, o que tengan más dificultad para gestionar la relación con los demás porque la ansiedad nos hace estar más alerta y más nerviosos.

No solo causamos problemas nuevos sino que eliminamos factores que permitían una evolución positiva

Nuria Iturbe

— Ecas

Y para quien considere que las protestas y el bloqueo duraron pocos días y no hay para tanto, esta psicóloga especializada en cárceles recuerda que "en la cárcel el tiempo se vive de otro modo, la experiencia de la covid fue reveladora. En tu domicilio podías tener ciertas autonomía pese a no poder salir, pero en una cárcel esto no existe. Además existe la incertidumbre de cuanto durará el bloqueo".

Llueve sobre mojado

Hablar de salud mental en las cárceles es hablar de una asignatura pendiente. Que los presos estuvieran sin poder salir o tener actividades no hizo más que llover sobre mojado. Las entidades y los familiares denuncian una insuficiencia crónica. De entrada, porque muchos casos no se diagnostican. Y los que sí se detectan, no se tratan adecuadamente. Existen, según los familiares, visitas de psicólogos... cada seis meses. Y unidades psiquiátricas cerradas. "En octubre se aumentó la plantilla en 119 personas, pero de estos, solo 19 eran psicólogos, para nueve cárceles, cuando en los centros hay centenares de personas", se queja la portavoz de las familias.

Iturbe recuerda a quien crea que los presos no han de ser tratados del mismo modo, que estamos ante unos centros cuya función es la reinserción social, por lo cual los servicios que se ofrecen en las cárceles buscan estos objetivos y evitan el castigo por el castigo. Y que la salud mental es uno de los derechos a atender. "Hay una proporción siete veces superior de casos en relación con la población general, es un dato a tener en cuenta, con lo cual hay una concentración de presos con esta problemática, muchas veces acompañada de consumo de drogas, con lo cual estamos ante una patología dual, y si añadimos que para las personas con problemas de salud mental el aislamiento es un factor estresante, como la separación de la familia, la falta de privacidad y la sensación de alerta constante", describe Iturbe.

Respuesta al "que se jodan"

Sí, familiares y oenegés saben que la percepción social respecto a los presos es algo así como "que se jodan, tienen piscina y todo". Responden con una doble reflexión: primera, que los derechos humanos no son troceables, porque la cárcel es privación de libertad, no privación del resto de derechos. Y segunda, en boca de Gracia Amo: "Encerraros en la cárcel 15 días, veréis como gozaréis de la piscina, el yoga y todo... La cárcel es muy dura, quien habla despectivamente demuestra una falta de sensibilidad muy grande porque en la cárcel existen personas muy hermosas. Mi hijo murió allí, como la cocinera de Mas d'Enric, y todas las vidas valen igual".

Almirall pide una reflexión conjunta entre funcionarios, mediadores e internos, con la administración, para evitar que se repitan incidentes tan graves. "Se tiene que incorporar a las dos miradas: necesitamos medidas para contener o reprimir determinadas actitudes, pero al mismo tiempo hay que velar por los derechos de los internos; son una tensión y un equilibrio endémicos".