Consejos útiles

Guía para votar bien, para decidir bien

Preparación previa, uso de la emoción y la razón, darse tiempo, consultar a voces de confianza, claves del proceso

Explícanos qué decisiones te ha costado más tomar escribiendo a sanamente@elperiodico.com

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Archivo - VOTO , VOTACIONES , URNA / EUROPA PRESS - Archivo

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Este domingo se celebran las elecciones al Parlament de Catalunya. Antes que se hagan las tradicionales lecturas políticas, ideológicas, sobre pactos y gestiones futuras del gobierno, existe una premisa previa que tiene que ver con todo el censo electoral: toca decidir. Votar o no votar. Votar por unos u otros. O votar en blanco. O votar nulo. Las elecciones son uno de tantos momentos en la vida en los que toca decidir (no decidir también es una decisión). Es un buen momento para escuchar a varias expertas antes de tomar esta u otras decisiones.

Trabajo previo

"Lo primero es tener claros nuestros valores, nuestras prioridades. Después, analizar toda la información disponible respecto a cada una de las opciones, en este caso los partidos y sus programas. E identificar las ventajas y desventajas respecto a nuestra manera de entender la vida y la convivencia, para ver cuál de las propuestas coincide con nuestros principios", describe la psicóloga y colaboradora de SanaMente, María José Valiente. Y es que, como recuerda la doctora en Psicología Social y terapeuta familiar Rosa Rabbani, no hay que olvidar que "cada uno de nosotros tiene una perspectiva propia, una forma de mirar las cosas desde la posición personal"

Lo primero es tener claros nuestros valores, nuestras prioridades. Después, analizar toda la información

María José Valiente

— Psicóloga y colaboradora de SanaMente

Escuchar al cuerpo

"El cuerpo es un factor a tener en cuenta, es bueno pararse, cerrar los ojos e imaginar la opción A y observar cómo reacciona el cuerpo, si está tenso o relajado, si la respiración es tranquila, y luego abrir los ojos, sacudirse como hacen los animales y de nuevo cerrar los ojos e imaginar la opción B y las reacciones del cuerpo. Y ver en qué ocasión aparecen más tensiones, más pensamientos negativos o más nervios", recomienda Laura Ferrer, educadora social especializada en gestión emocional y sexual.

Poner emoción

Mucho antes de que se pusiera de moda la política emocional, los científicos ya habían dado la vuelta como un calcetín a la idea de que la mejor decisión es la que se toma racionalmente. En el ya célebre El error de Descartes, el médico portugués Antonio Damasio, uno de los mayores expertos del mundo en neurofisiología, nos revela que la mejor decisión es la que pasa por la zona cerebral encargada de las emociones. Las emociones filtran el conocimiento. Y es bueno que así sea, explica de forma analítica (y apasionada, claro está) Damasio. Dicho lo cual, Rabbani opina que en una decisión como el voto, como en otras como si dejar o no a una pareja, debe actuar también la racionalidad. "En la parte racional se pueden decidir muchas cosas, la razón regula y modera la tendencia actual a la polarización y la posición política visceral", apunta.

La razón regula y modera la tendencia actual a la polarización

Rosa Rabbani

— Doctora en Psicología Social y terapeuta familiar

Dejar reposar

"A veces la primera emoción es muy fuerte, como un volcán, a la hora de decidir, pero al cabo de unas horas o días baja la intensidad, por ello si dejas reposar la emoción, puedes tomar la decisión desde una perspectiva más coherente y consciente, tras pensar bien si es ahora el momento de decidir en un sentido. Colocarlo en el tiempo da tranquilidad. Y preguntarse si realmente depende de uno mismo, que se emprenda uno u otro camino. Eso evita la frustración, la decepción y la culpa posteriores", describe Ferrer.

Si dejas reposar la emoción, puedes tomar la decisión desde una perspectiva más coherente y consciente

Laura Ferrer

— Educadora social especializada en gestión emocional y sexual

Preguntar a personas de confianza

Rabbani pone sobre la mesa un ingrediente más: en toda decisión personal se ejerce una perspectiva, una forma de mirar. La propia. Por eso es bueno consultar a personas de confianza. "Personas que tú sabes que tienen un criterio saludable, sosegado, en el que confiar", explica Rabanni. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que los demás siempre aportaran una manera de ver las cosas que nosotros no tenemos.

Asumir la incertidumbre

Valiente nos recuerda que no existe la decisión con la que estaremos absolutamente seguros. "La única certidumbre es la incertidumbre, tanto para lo que decidamos nosotros como respecto a los resultados electorales o a cómo se gestionarán después estos resultados" por parte del vencedor de las elecciones, en este caso.

Rabbani recuerda un principio psicológico, el del sesgo optimista. Consiste en la tendencia humana a reforzar la decisión tomada. Si se dudaba entre viajar a Hawái o a Grecia (quien tiene el lujo de poder dudar entre estas dos opciones), una vez se decide Grecia, el sesgo optimista hará que los pensamientos sean favorables a esta opción (es un destino con más historia, riqueza cultural, con un encanto mediterráneo, etc.).

La gestión posterior

En psicología social se ha estudiado algo que, una vez decidido el voto y constituido el Parlament, tiene interés. Consiste en la idea de que si en un grupo de personas existe una discrepancia entre la opción A y la B, al votar y decidir por una de ellas, entonces el éxito de la decisión tomada dependerá de que el equipo perdedor reme a favor de la misma pese a no ser la suya. Si, en cambio, pone impedimentos, "será imposible saber si esa era una buena decisión porque si fracasa podrá ser atribuido a los palos en las ruedas del equipo perdedor", explica Rabbani. En cambio, si todos reman en el sentido de lo decidido por mayoría, "enseguida se sabrá si era una buena idea o no", añade. Cuesta de imaginar que los partidos no ganadores de las elecciones apliquen este consejo de psicología social basado en remar a favor del ganador. Pero esto ya es otra historia.