Superación personal

De la fobia a volar a pilotar aviones acrobáticos: la historia de superación de Sílvia Carré

CONTEXTO | Superando el miedo al volar: el Aeroclub de Sabadell recupera su curso pionero

Sílvia Carré

Sílvia Carré / Cedida a El Periódico

Gisela Macedo

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Sílvia Carré (48 años, Terrassa), pasó de tener fobia a ir en avión a competir como piloto de vuelo acrobático. Ahora se dedica a ayudar a otros a superar su miedo a volar. Su historia, más allá de ser la de alguien que ha superado un miedo, es la de un cambio de actitud ante la vida y de crecimiento personal. A pesar del paso de los años, Carré continúa compartiendo su "viaje" con entusiasmo, y así lo ha relatado en una conversación con este diario.

Cuando era universitaria, Carré descartó irse de Erasmus solo para no volar. Una vez graduada, rechazó todas las ofertas de empleo que implicasen tener que coger aviones. Decisiones llamativas para alguien que estudió una carrera tan internacional como la de Traducción e Interpretación. Recuerda perfectamente el momento en que se inventó una excusa para rechazar un buen trabajo en una multinacional: “Cuando colgué esa llamada, me di cuenta de que tenía un problema real”, explica.

Sílvia Carré

Sílvia Carré / Cedida a El Periódico

Tras unos años dedicándose a la docendia y a trabajar como traductora en agencias, leyó en el Diari de Terrassa un artículo que mencionaba que el Aeroclub de Sabadell ofertaba un programa pionero para personas con miedo a volar. En aquél entonces, hace más de 15 años, Carré recuerda que apenas había oferta de cursos de este tipo en España. Además del de Sabadell, solo sabía de la existencia de otro en Madrid. Animada por su madre, decidió apuntarse. 

Necesitaba entender el entorno aeronáutico. Tenía muchas dudas. En el curso, un instructor me explicó cosas como por qué vuela un avión o qué son las turbulencias. También hice sesiones con una psicóloga que incluían técnicas de relajación, aunque en mi caso no fueron las más útiles”, cuenta, y añade: “Me fue muy bien desmontar falsos mitos, como por ejemplo que un avión cae. Aprendí que los aviones no se caen. Los aviones planean porque, de lo contrario, no aterrizarían”.

"El primer vuelo fue horroroso"

Tras familiarizarse con el mundo de la aviación, faltaba la prueba de fuego: volar. “Mi instructor, con quien tenía mucha confianza, me fue planteando pequeños retos: primero le acompañé a hacer la preparación de un vuelo en un avión pequeño Cessna, pero sin despegar. Cuando ya había hablado con la torre de control y estábamos a pie de pista, me dijo: ‘¿Te imaginas salir ahora? Podemos abortar, ¡pero cómo te vas a sentir cuando lo hayas hecho!’. Al final, le dije: ‘¡Venga, va, tira!’ Y salimos. Y aquél primer vuelo fue horroroso”, cuenta Carré, quien aún recuerda con todo detalle aquél circuito.

“Era un día del mes de agosto al mediodía, que es cuando hay más turbulencias térmicas. Mi percepción era que botábamos mucho, pero a la vez veía todos los instrumentos del avión en verde. Todo estaba bien”. Después de esa experiencia, Carré no paró de volar. Poco después, ella y su instructor de confianza salieron un día con el viento en calma. “Fue completamente diferente. Menos mal que no paré”, dice. 

Al poco tiempo, llegó su primer viaje en avión comercial: un Barcelona-Madrid. Se durmió. “Me frustró un poco porque quería disfrutarlo”, dice. Sea como sea, la prueba estaba más que superada. Pero esto no fue más que el principio. Siguiente pantalla: pilotar.

"A la de tres, ponemos el avión al revés"

A través de la escuela de Sabadell, Carré conoció a Alex Maclean, piloto acrobático que compitió en el Red Bull Air Race World Series. “Establecimos amistad y un día fui a verle a Toledo. Allí, él tenía que salir a probar algo con un biplaza. Hacía un tiempo espectacular y me dijo: ‘Tengo una plaza libre. ¡Súbete!’. Era una oportunidad en la vida, y subí al que sería mi primer vuelo acrobático. Ahí ya no tenía que abrocharme un cinturón, sino llevar un paracaídas y tres cinturones súper apretados. Recuerdo cuando le oí decir: ‘A la de tres, ponemos el avión al revés’. Y, de repente, todo estaba bien, pero al revés. Él me dijo: ‘Mira qué pequeñas y diferentes se ven las cosas cuando les das una vuelta’. Bajé mareadísima. Maclean le dijo que debería hacerse piloto. Ella no le hizo caso, por el momento.

Unos meses después, Maclean falleció tras chocar contra el suelo mientras realizaba una maniobra de entrenamiento, un suceso que impactó de pleno en ella. Para rendir homenaje a Maclean, Carré contactó con el Aeroclub de Sabadell para hacer un vuelo con un Cessna, y le propusieron hacer un curso de iniciación al vuelo. Tras terminarlo, decidió sacarse la licencia de piloto privado. Ahora era ella quien manejaba la nave. “Volando sola acallé la voz del miedo otra vez. Me descubrí más a mí misma y rompí creencias a base de bien”. En ese momento, el vuelo acrobático volvió a llamar a su puerta, cuando conoció al piloto Alex Balcells, quien le animó a iniciarse. ¿Qué mejor homenaje que ese? 

“Los aviones acrobáticos son más inestables. Todo es más complejo y más exigente”, cuenta Carré. Pero eso no le impidió llegar a participar en un campeonato de Catalunya y dos a nivel de España. “Llegados a ese punto, vi que ya tenía las respuestas que andaba buscando. Sabía que mi objetivo no era ser piloto, sino transmitir todo esto y acompañar a personas con miedo”. 

Sílvia Carré

Sílvia Carré / Cedida a El Periódico

"Asume tu responsabilidad"

Con esta conclusión, Carré escribió el libroVuela: pilota tu propia vida’ (Planetadelibros) y creó su propio programa para personas con miedo a volar, a quienes asesora desde empoderamiento y lejos del victimismo. “Asume tu responsabilidad. Yo te acompaño, pero toma tú las riendas”, es el mensaje que procura dar a sus alumnos, y que bien puede aplicarse a otras muchas situaciones de la vida. "Yo pongo el foco en la motivación, en cómo te sentirás después y en la actitud para enfrentarte a la puerta del avión de otra manera", expone.

Desde hace siete años, Carré se dedica por completo a este propósito, aunque en el horizonte asoma otro proyecto relacionado: "Creo que hay mucho trabajo por delante con los pilotos y con la tripulación de los aviones en cuanto a la comunicación con los pasajeros. Deberían minimizar el miedo y preguntar a los viajeros qué necesitan, adaptando sus mensajes para que sean más comprensibles y tranquilizadores. Aquí tenemos un gran margen de mejora".

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