Conde del asalto

Barcelona: nueva meca de los supermercados donde ligar

Bares de Barcelona con alma

Nuevas trampas para turistas en Barcelona: "Beer: 4 €. Zumo de cebada: 1,5 €"

Captura del vídeo de TikTok de Prince Royce y Malú en un Mercadona.

Captura del vídeo de TikTok de Prince Royce y Malú en un Mercadona. / TikTok @PrinceRoyce

Miqui Otero

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Uno se exilia mes y medio en la aldea gallega y cuando regresa al asfalto resulta que se ha puesto de moda ligar en los supermercados.

Lo que empezó como una broma viral ha ido calando y de siete a ocho dicen que el Mercadona es un zoco del amor: si llevas una piña del revés en el carro, quieres rollo de una noche, pero si incluyes legumbres buscas algo más serio y si cargas un melón abres el camino al altar. Otros supermercados (Froiz, Dia, Lidl, Carrefour) se han sumado al asunto desde sus redes, con variaciones en el protocolo del ligoteo.

A mí, francamente, todo esto no me extraña en absoluto y menos todavía en Barcelona. Habrá quien entorne los ojos y eche en falta aquellos tiempos en los que se ligaba en los cines. Y yo contestaré: ¿en qué cines? ¡Pero si la gran mayoría cierran para abrir, precisamente, supermercados! (el de mi infancia, el Urgell, es ahora un Bonpreu que conserva, como cabezas del enemigo en estacas, dos butacas en la entrada). Es más, tal y como va el comercio en Barcelona, lo raro es que no se haya puesto de moda tirar la caña en el modelo de comercio más emblemático de la ciudad: las tiendas de carcasas de móvil.

Don juan de supermercado

Por otro lado, he leído en la prensa anglosajona varios textos donde se expone que la gente está harta de las 'apps' y que prefiere el ligoteo presencial. Y, además, cómo no considerar el supermercado un lugar lúbrico con la cultura pop que acumula: del 'Le dragueur des supermarchés', de Jacques Dutronc, sobre ese don juan del supermercado “con corazón de camembert”, al 'Queen of the supermarket', de Bruce Springsteen, pasando por 'Inditex', de Fran Nixon (con ese narrador que sueña con cruzarse con ella en el súper), 'Opencor', de Airbag (encontrarte a tus exsuegros mientras pillas pizza congelada) o la mejor de todas: 'Common people', de Pulp, donde el tipo de clase obrera lleva a su ligue pijísimo a un supermercado y le pide que se imagine que no tiene dinero (“oh, eres tan gracioso”, dice ella; “no veo a mucha gente riendo aquí”, dice él). Por no hablar del éxito infantil de Lildami, ese que se enamoró “en el supermercat”, para constatar que subió “la calor a la secció de congelats”.

Por último, yo mismo dediqué a esta columna a los supermercados hace un tiempo. Contaba que elegía supermercado según el día y el ánimo. La vida es lo que pasaba entre los lunes de básicos en el Bon Àrea y los sábados de macrodiscoteca en el Mercadona de tres pisos (caprichitos de viernes en el Sorli). De hecho, si van a ligar en este tipo de comercios, es obvio que estos se diversificarán como los locales nocturnos. Entre una cadena y otra habrá la misma diferencia que entre el Luz de Gas y el Señor Lobo: “Querido, hoy vamos al Esclat: creo que no dejan entrar en pantalón corto”.

Mi amigo Ramón Vendrell me contó algo sobre una discoteca en la que acabó (por razones profesionales de cronista intrépido) en Magaluf, donde la gente iba con unos cascos con un código de luces: identificabas por el color si escuchaban éxitos de los sesenta, temazos de música disco o indie actual. Eso, sin duda, facilitaba el encuentro. Así que no descarto algo parecido en los supermercados, con etiquetas de las pesas de la sección de frutas y hortalizas.

En cualquier caso, Barcelona recibirá con los brazos abiertos a las hordas que bajarán de los cruceros para visitar los nuevos templos del amor y la cultura: nuestros supermercados, donde antes había cines, bares musicales y demás cosas sin futuro.

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