Dónde comer en agosto

Los mejores restaurantes de Barcelona cerca de la playa

Vamos a comer a la playa oh o-o-o-oh. En estos restaurantes podrás comer muy bien sin perder de vista el mar

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El arroz del Senyoret con vistas al mar de Can Fisher.

El arroz del Senyoret con vistas al mar de Can Fisher.

Òscar Broc

Òscar Broc

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Cuando calienta el sol, aquí en la playa, el hambre acucia, aquí en la panza. Barcelona en agosto puede ser un caldero infernal. La única forma de combatir la canícula es plantarle cara sin remilgos, ponerse chulito con ella y cubrirse las espaldas cerca de la playa, por si te arden el flequillo y tienes que remojarlo en la orilla. Con la brisa del Mediterráneo por montera, en estos restaurantes podrás comer bien y no perder de vista el azul del mar. Algunos están a pie de playa, otros a escasos metros de la arena, pero en todos saborearás el verano barcelonés con extra de salitre. Anchoas, ceviches, arroces, burgers, pescados, pizzetas… ¡Vamos a la playa oh o-o-o-oh!

1. Paella baila sola

Brisa marina

Está tan cerca de la playa, que si te da el sofocón, podrás correr hacia el mar, darte un chapuzón, y volver antes de que llegue el arroz. Sí, los arroces son los protagonistas absolutos de una carta en la que es muy fácil quedarse a vivir. El chef Francesc Roca es un experto en la preparación de este cereal y sabe cómo sacarle todo el partido. Me comenta que el arroz más exitoso de la carta es el del Senyoret, con todo el material peladito para que su vuecencia no se ensucie las manos.

En Can Fisher (avda. Litoral, 64) también encontrarás arroz negro, arroz cárnico y la fideuà que siempre pide tu cuñado. Todo delicioso. Los pescados y mariscos de lonja no pueden faltar, Dios nos libre. Y en la carta de verano, Francesc destaca la finura y calidad de su tartar de vieira con gamba roja. Las vistas al Mediterráneo ponen el broche de oro a una propuesta imbatible con el mejor ambientador del mercado: eau de brisa marina. 


2. Raspa y gana

De toda la vida

Que sí, que te apetecen unas tapas y luego playita. O viceversa. Barcelona siempre al servicio de su Majestad. ¿El Vaso de Oro? De merecidas vacaciones. Tu as en la manga es el Jai-Ca (Ginebra, 7-9 y 13), un clasicazo de la Barceloneta que nunca decepciona y gana enteros cuando se visita en cuadrilla. La anchoa con su raspa frita es la tapa insignia de la casa; saltársela está penado con cárcel.

Y la lista de 'hits' es interminable: ensaladilla rusa, calamares a la plancha o a la romana, fritura de pescado, bravas, pincho moruno, gambas, mejillones a la marinera… Verás que las manecillas del reloj se ralentizan. Cuando salgas de Jai-Ca, para ti habrán pasado dos horas, y para el resto de la humanidad dos años. ‘Interestellar’ tapas.  


3. Vistas al mar

Perú mediterráneo

Cocina peruana de altísimos vuelos, sin miedo a la fusión, con firma de autor, y en un espacio veraniego a más no poder. La sucursal barcelonesa de la escudería Coya es un sueño para influencers y adictos a los reels. Vaya lujo de espacio: el mobiliario y el diseño de interiores abruma, pero todavía te golpea con más fuerza su amplia terraza con inmejorables vistas al mar. No en balde, Coya se encuentra en el hotel W (plaza de la Rosa dels Vents, 1), y cuenta con uno de los miradores costeros más espectaculares de Barcelona.

Los ceviches son crema pura: todavía recuerdo el de atún chifa y el ceviche clásico con máximo jolgorio. Tampoco me olvido de su tostada de pez limón, ni del anticucho de pollo. Lo que tengo más borroso en el recuerdo son los imperiales cócteles que despegaban de su Pisco Bar. Seguramente pedí dos o tres más de la cuenta, pero aquí estamos: beber para contarlo. 


4. Burgers postplaya

180 gr de felicidad

Me encanta esta hamburguesería. Es honesta, le echa un amor desmedido a sus bocadillos, y tiene sentido del humor. Aunque muchos la conocen por las inyecciones o pipetas de queso y salsas que clavan en algunas de sus burgers, la calidad de sus productos es enorme.

La tengo en mi top 5 de ‘burger joints’ desde la primera vez que la visité: La Sagrada (Sant Carles, 11). Su local de la Barceloneta, el primero que abrieron, es el lugar al que quieres ir después de una extenuante jornada en la playa, entiéndase por extenuante: tumbarse a la bartola, remojarse el culo y escuchar Georgie Dann en el iPhone. Carnes de vaca premium cocinadas sobre piedra volcánica, brioche de calidad, ingredientes potentísimos y creatividad para mantener viva la llama.

La Pat Cox, con gouda trufado, cerdo deshilachado y salsa especial, es un hit, no en vano ganó la BC Burger Cup del 2023. Por cierto, hay una burger con pistacho trufado que parece llegada de otro planeta y otra con pan de tequeño que lo está petando. El mejor colofón posible para un día de duro trabajo sobre la toalla.  


5. Arena y arroz

 la ville de…

El Xiringuito de l’Escribà (avda. Litoral, 62) lleva ya ‘anys i panys’ en la playa del Bogatell repartiendo felicidad: desde 1992, ni más ni menos. Poco se puede añadir a este legendario restaurante pegado a la arena, por sus mesas han pasado incontables famosos (Richie Hawtin, entre ellos), atraídos por la justificada fama de sus arroces.

Llevan desde el pleistoceno perfeccionando el arte de la paella, de ahí que no haya fallos en sus muchas propuestas: marineros, negros, melosos, un canto a la vida que puedes adornar con sus legendarias anchoas, el no menos mítico airbag de jamón ibérico y la fideuà. Si aprieta el calor y mantienen en carta el ceviche de la Picanteria de l’Escribà, dale al Play.  


6. Viaje a Nápoles

Pizzas de verano

Aunque ya se ha convertido en una cadena, Nap sigue siendo un referente de la pizza napolitana popular. La relación calidad-precio de sus productos es destacable. El local que tiene en la Barceloneta (Baluard, 69), a tres minutos de la línea de mar, es un recurso más que aceptable para estómagos castigados por los rigores playeros.

Discos de 35 centímetros, con su preceptiva hinchazón en los bordes, masas trabajadas y horneadas en leña, y pocas tonterías. Si alguien tiene dudas, que la gente sepa que forma parte de la prestigiosa AVPN, (Associazione Verace Pizza Napoletana).  


7. Birras y pizzetas

Gaznates frescos

Garage Beer & Co (Passeig Calvell, 45) es uno de los auténticos santuarios barceloneses de la cerveza artesana. Una larga y exitosa carrera define este escudería cuyo local en los confines de Poblenou está tentadoramente cerca de la playa de la Mar Bella. Ya sea de tirador o en formato lata, la selección de cervezas artesanas (propias o ajenas) es exquisita y se complementa con una carta de pizzetas de mucha calidad. Círculos individuales hechos con gran amor, que aplacarán el hambre lobuna que traes de la playa. Prohibido beber directamente del tirador por mucha sed que tengas.  


8. Adosado a la playa

Sonido Barceloneta

La esplendorosa terraza de Casa Costa (Baluard, 124) te permite disfrutar de ese blockbuster loquísimo que es la playa de la Barceloneta. Está enfocada a la arena y el mar, y lo que ves allí es mucho más hilarante que las mejores escenas de ‘Deadpool y Lobezno’.

Terraza con vistas a la playa de Casa Costa.

Terraza con vistas a la playa de Casa Costa. / zowy voeten

El restaurante está ubicado en una esquina histórica, un centro de poder de la cocina marinera de la Barceloneta. Por eso ha retomado la tradición y la ha renovado sin estridencias. Por eso ha prescindido de las paellas para enviar un mensaje claro al turismo: en esta casa se comen tapas, mariscos y pescados con raíces mediterráneas, recetas enfocadas al público local que no renuncian a la curiosidad del visitante foráneo. Todo rico y adornado con la banda sonora de la Barceloneta: oleaje, risas, música reguetón lejana y “servesa, bier, amigo”. 

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