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Cine al aire libre en Montjuïc.

Cine al aire libre en Montjuïc. / Sala Montjuïc

Miqui Otero

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Es una sensación inevitable: si vas a un cine al aire libre, es muy probable que no solo te metas en la película que proyectan, sino que te sientas dentro de una película.

Hay tal cantidad de escenas memorables que suceden en autocines y pícnics ante la pantalla que uno no puede evitar la coquetería de sentir que alguien está filmando la experiencia. Pasa, incluso, cuando ese cine es en un pueblo recóndito. En el de mi pareja, por ejemplo, son los mismos vecinos los que extienden una sábana en la pared de la iglesia, que en horario diurno hace las funciones de frontón, para proyectar desde un portátil alguna de dibujos animados. Un día ayudé a sostener un altavoz y a estirar la pantalla improvisada y me sentí tan como Alfredo en 'Cinema Paradiso', bajo ese cielo castellano cuajado de estrellas, que me tuve que tomar primero una tila y luego una cerveza. Pero sucede también, claro, si la proyección es en Barcelona.

Durante estas semanas se puede disfrutar de verdaderos peliculones en la Sala Montjuïc (es decir, en el patio del castillo), pero también en ciclos como el Cinema Lliure a la Platja (en la platja de Sant Sebastià y en otras de Sitges o Tossa, entre otras) o el Pantalla Barcelona, con oferta en hasta doce centros cívicos repartidos por todos los barrios.

Por ejemplo, este fin de semana empieza con 'Los que se quedan', en Montjuïc. Me parece una elección estupenda en muchos sentidos. Primero, porque, pese a ser muy reciente, es una de las películas navideñas más bonitas de la historia, y a mí, para combatir el calor, siempre me ha dado por leer novelas rusas e invernales. Segundo, porque va de unos cuantos que se tienen que quedar en un colegio durante las vacaciones, estrechando lazos improbables, algo con lo que se pueden identificar los que tengan que pasar el verano en la ciudad.

Pero es que también en la montaña se habrá pasado 'Regreso al futuro'. Y uno de mis grandes recuerdos infantiles es, en la tercera entrega de la saga, cuando logran viajar dos siglos estampándose contra el muro de un autocine.

Preparados para la sesión de cine a la fresca en Montjuïc.

Preparados para la sesión de cine a la fresca en Montjuïc. / Sala Montjuïc

En busca de romance

Propongo incluso que vayan los que huyan del sol de justicia, pero también de justicia. Como en el clásico 'Al rojo vivo', donde el mafioso James Cagney va con una mujer y con su santa madre para esconderse de la policía (suenan las sirenas de los coches y la taquillera les dice: “Siempre estropean las películas”). Y también que lo hagan los que busquen algún romance. En 'Grease', por ejemplo, no sale bien: Dany lo intenta con Sandy, pero lo rechaza, por lo que él acaba cantando una canción titulada 'Sandy' (pueden ensayar lo mismo si les hace la cobra Montserrat, Biel, Ramiro o Martina). Pero los adolescentes solo aparentemente duros de 'Rebeldes', mi novela y mi película adolescente favoritas, sí encuentran cierto aroma de romance y de peligro en un autocine, donde descubren que comparten el mismo cielo que las chicas pijas de la banda rival.

Las posibilidades de un cine al aire libre, a la fresca, son infinitas. Recomiendo, también, ir con tu pareja. Incluso si no lográis entrar. Eso sucede en 'Olvídate de mí' y es aún mejor. Joel y Clementine ven la película detrás de una valla y, como no escuchan bien el sonido, se dedican a improvisar dentro del coche y a inventar diálogos divertidos y tiernos.

Propongo, de hecho, un ciclo de cine al aire libre que repase todas estas películas que he dicho y muchas más que no tengo espacio para listar. Ni tiempo, porque en un rato empieza una película en Montjuïc y tengo que irme.

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