Paseos insólitos
Barcelona Singular: Canyelles, el resurgir de un barrio olvidado
Hay quien lo ha descrito como "el Pedralbes pobre” de Barcelona. Canyelles vive su época dorada. Marc Piquer, el tuitero explorador de @Bcnsingular, descubre rincones pintorescos, fuentes mágicas y dónde comer de lujo
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Marc Piquer
Periodista
Soy periodista desde 3º de EGB, vecino de Can Macians, en les Corts y visitante habitual del resto de barrios de Barcelona, unos 150 según mis cálculos. Me gustan todos, y me gusta casi todo. Quizás un día me veis desayunando un plato de cuchara en el Carmel o en Sarrià, y al siguiente, zampándome unos 'pancakes' en el Raval o la Vila de Gràcia. Ando mucho y, a veces, descubro cosas. No sé guardar secretos. Si quieres que te hable de mis hallazgos, sígueme y te los cuento.
Antes que nada, un ruego: no le llames más polígono, palabra que con razón molesta porque se identifica con una zona industrial -no lo ha sido nunca- y periférica. Y hoy ya ni tan siquiera resulta ser lo segundo. Antiguo pueblo de barracas (la Guineueta Vella), y en los 80 bastante conflictivo -la heroína hizo mella y bandas como 'los peseta' robaban hasta a su propia gente-, Canyelles vive su época dorada. No le falta verde, y ahora también presume de naranja y amarillo. Descubrirás muchas curiosidades en “el Pedralbes pobre” de Barcelona -así lo han descrito en alguna ocasión-, y comerás de lujo.
1. Reforma colorista
Bloques A y D del antiguo polígono
Sin duda, los edificios más llamativos levantados en los 70 en el barrio -y que forman parte de la última promoción pública del Patronato Municipal de la Vivienda en época predemocrática-, son los once bloques A, rematados con una cubierta piramidal, de ahí que los denominen “cucuruchos”. Estos rascacielos -uno de ellos destinado a guardias civiles- llevan la firma del despacho Giráldez, López Íñigo y Subías, que anteriormente había aplicado en Montbau los mismos criterios racionalistas.
Más de la mitad de las torres ya han sido rehabilitadas al detectarse que sufrían de carbonatación del hormigón, y lucen ahora colores vistosos en sus fachadas, aisladas térmicamente. También ha quedado como nuevo “El Barco” (bloques D). No hay que ser muy sabio para adivinar por qué se conoce así a este transatlántico residencial de 200 metros de longitud -obra de Ballesteros, Cardenal y de la Guardia-, con cuatro cuerpos bermellones en voladizo desde cuya planta 10 se disfruta de una espectacular panorámica.
2. Que vuelva la magia
La fuente Manuel de Falla
De no ser por las movilizaciones que se organizaron, en el actual parque de Josep Maria Serra Martí hubiera atracado otro crucero de cemento. Hasta que pasados los Juegos Olímpicos no se transformó en este inmenso pulmón verde, aquí había un enorme descampado, y siempre que llovía se convertía en un barrizal. “Durante las fiestas mayores de octubre se montaba un cristo, pues no había manera de sacar de allí las atracciones”, recuerda Manuel Sánchez, sempiterno presidente de la asociación de vecinos.
Paradojas de la vida, las medidas contra la sequía han dejado inutilizada para rato uno de los mayores alicientes que tiene Canyelles: la fuente mágica de Manuel de Falla -diseñada por Pedro Barragán-, que poco tiene que envidiar a la de Montjuïc… cuando no está averiada. El juego de agua y luces varía en función de la música (cada tono se vincula a una altura y un color), y el lago rectangular, los surtidores, las piedras volcánicas y una plataforma elevada con la que se forman cascadas, hacen el resto. Por favor, que vuelva pronto la magia.
3. Los martes, gangas
Mercadillo de Canyelles
♫ Lo que me pidas te lo doy / quiero ser un preso de tu amor ♫ A todo volumen suena 'El Chaval de la Bachata'. “Chiquilla, mira qué buena oferta”, le dice un vendedor a una señora mayor mientras le muestra una camiseta bordada demasiado ajustada. “Te queda que ni pintá, tesoro mío, que eres un caramelo derretío”. El deje andaluz no puede faltar en la calle de Antonio Machado, que cruza el parque. Ni tampoco las suculentas ofertas: vestidos a 3,50 euros, polos a 4, todo tipo de ropa mezclada a 1,50 (la que “no se cambia”)...
El mercadillo de los martes, con un centenar de tenderetes, llena de vida el adormilado vecindario: allí se junta mucha gente mayor, paradistas variopintos -cada vez son más los bengalís- y algún que otro listillo. “Se hacen pocas inspecciones -me comenta David González, portavoz de los comerciantes- y cuando alguien abandona el puesto, suele meterse otro sin licencia que no paga”. El encarecimiento del combustible también les perjudica, así que no sale a cuenta ir cambiando diariamente de ciudad. “Mañana, pá la Trinidá”. Y el domingo, a la Zona Franca, que ni el género ni la música se agotan. ♫ El día que me quieras / la rosa que engalana / se vestirá de fiesta con su mejor color ♫
4. Túnel literario
La Biblioteca Maria Àngels Rivas
Cuando el 'porciolismo' se dispuso a construir el Segundo Cinturón y mandar a Ciutat Meridiana a las familias que estorbaban, María Ángeles Rivas lideró las protestas para que se diera la posibilidad a los barraquistas de obtener un piso en la nueva barriada. Esta mujer fue la primera presidenta de la AV Canyelles y desde principios de año da nombre a la biblioteca más chiquita y curiosa de Barcelona, uno de los equipamientos por los que Rivas batalló -inaugurado en 1994-, y que reúne algunas de sus cartas, 500 fotografías históricas y artículos de prensa dedicados a “la última capitana”. Lo peculiar es su distribución: ocupa tres plantas de dos inmuebles distintos unidos a través de un túnel suspendido.
Rivas no pasó por el tubo pero sí tendrán que hacerlo quienes quieran consultar el fondo especializado en ciencias forenses y criminología: textos jurídicos y manuales legales, novelas de asesinatos y autopsias, series televisivas tipo 'CSI' y la obra completa -100 fascículos- de 'Sumario del crimen: viaje a lo más profundo del delito'. / Ronda de la Guineueta Vella, 34.
5. Querida abuela
Las croquetas del restaurante 5 Hermanos
Lamentaré de por vida que fuera hace 10 años y no tres décadas atrás cuando probé por vez primera las croquetas. El restaurante 5 Hermanos, abierto en 1977, ha ido incrementando su popularidad y ahora está en boca de todos por sus carnes a la piedra, la paellaza del menú de los jueves, los callos con 'cap i pota' o entrantes como el canelón de la semana. Pero las croquetas de la abuela son su auténtica seña de identidad, lo que les conecta a los orígenes. La yaya en cuestión las empezó a servir en el Bar Jané de la desaparecida Guineueta Vella; luego fue la hija -Teresa Feliu- quien cogió el relevo en el nuevo local; y actualmente es uno de los cinco nietos, Julio, y su pinche Joshua, quienes siguen haciendo las de pollo respetando al máximo la receta original.
“El secreto es mucho amor”, me aseguran. Y no ponerle bechamel, añado. Han introducido más sabores, como chorizo gallego y queso, carrillera o jamón -esta preparada con una salsa 'roux' igual de secreta y me consta que muy elaborada-, y que se digieren en un ambiente de buen rollo en absoluto impostado. El colofón llega al traerte la cuenta: siempre tendrás cerca algún hermano a quien poder abrazar de alegría.
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