Conde del asalto

¿Esto es una discoteca o es un gimnasio? (es las dos cosas)

Este sábado hay sesión fitness con dj en una discoteca de Barcelona

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Sesión fitness con dj organizada por Juxta en The Cover el pasado marzo.

Sesión fitness con dj organizada por Juxta en The Cover el pasado marzo.

Miqui Otero

Miqui Otero

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La gente allí brilla, porque, ya lo decían los poetas futuristas, el movimiento trae el sudor y el sudor el brillo. Mueve los pies como si estuvieran tirotéandoselos de cerca con un revólver Colt 45. Y también mueve los brazos: parece que van a pedir un taxi con el izquierdo, o estira uno y otro por turnos, como intentando atrapar moscas, o dibuja arcos de un lado a otro, como fregando una ventana. Sigue el ritmo. A veces no hay ganas de entrar aquí, pero siempre se sale habiendo liberado endorfinas. Suben las pulsaciones y el latido. Hay quien va a ligar, eso es un secreto a voces, aunque muchos lo que quieren es movimiento y que nadie les moleste. Juego de luces y bum-bum fuera y dentro del cuerpo. En algún momento hay ganas de parar, pero el de al lado grita: “No pares, sigue, sigue”. Y el caso es que siguen. Y pierden algún kilo. Porque sudan. Sed, mucha sed, ganas de beber agua, muchas ganas de beber agua.

¿Dónde pasa todo esto? ¿En una discoteca? ¿En un gimnasio? Una pista: en la primera dices que no vas a ir y vas y en el segundo muy a menudo dices que vas a ir y no vas. Pero donde pasa todo esto es en un cruce entre los dos lugares: en una discoteca que es un gimnasio. La primera. Ya, y Tony Manero iba al Dir cuando se puso el terno de color blanco.

En serio, esto no me lo invento. Sucede en Barcelona. Lo organiza Juxta, que pensó en cruzar el mundo del club con el del fitness. Gente en ropa deportiva (al fin y al cabo un vestuario bastante habitual en determinados clubes y raves y festivales) que se ejercita con un instructor y un pinchadiscos. Estrenaron la iniciativa el pasado 23 de marzo en The Cover, con tecno para el cardio y luego otros sonidos. “¿Estás cansado? No estás cansado. No paramos”, he visto en un vídeo. La segunda fecha será este sábado 29 de junio en el Nitsa, nada menos.

Yo, que lamentablemente no me he prodigado demasiado en los gimnasios, sí he pisado en diversas épocas geológicas esta meca del baile. Para bailar, pero también para pinchar. Las anécdotas, muchas, las puedo resumir en dos. Una vez puse un disco y me fui a danzar alegremente a la pista. Al cabo de cuatro minutos, se escuchaba el rascar de la aguja contra el papel de la galleta del vinilo. “¿Qué pasa, por qué no suena nada?”, le pregunté, entre perplejo y enfadado, al de al lado. “Dímelo tú, que estás poniendo tú la música”, me contestó. Gracias. La segunda, cuando tuve la peregrina idea de ir a pinchar, en la entonces Sala Picnic, con un Twister y lo desplegué en la pista. Muchos aplausos y alguna que otra lesión muscular. Un visionario.

Bien, pues ese es el lugar elegido para esta segunda entrega. La encargada de poner el ritmo, la música, será ONA, barcelonesa que cambió el violín clásico por la música electrónica a los 15 años. Pinchará durante lo que dura una parte de un partido de fútbol, 45 minutos, de electro a acid house, trance y percusión, para que la gente se mueva, en un cruce entre atlético y lúdico. Idea impulsada por las italianas Giulia Bocci y Costanza Randaccio, Juxta, además, les ahorra a los asistentes el tener que buscar luego el bar para comentar la jugada. Allí mismo continuará la música y servirán cócteles sin alcohol y un poco de piscolabis.

Decía Peter Hook, el bajista de New Order, de su club The Haçienda: “Si te acuerdas de algo, es que en realidad no estuviste allí”. Aquí no parece que vaya a haber este problema. Siempre estarán las agujetas para recordarlo. 

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