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Estos son los paraísos de película de Cadaqués que aparecen en 'Esperando a Dalí'

Hablamos con la directora de arte Laia Serra Ros sobre la búsqueda de los lugares idóneos para esta comedia sobre Dalí y un sosias de Ferran Adrià, recién estrenada en SkyShowtime

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Iván Massagué (Fernando) y Pol López (Alberto) en 'Esperando a Dalí'

Iván Massagué (Fernando) y Pol López (Alberto) en 'Esperando a Dalí' / SkyShowtime

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

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'Esperando a Dalí' es, a breves rasgos, la historia del (posible) encuentro imposible entre dos figuras muy queridas por el director David Pujol: el artista Salvador Dalí y el cocinero, que no menos artista, Ferran Adrià. Sobre el primero había dirigido una trilogía de documentales, y al segundo le conocía bien tras haberse colado entre sus fogones e ideas para la docuserie 'El Bulli - Historia de un sueño', disponible en Prime Video.

En la película recién llegada a SkyShowtime, Iván Massagué interpreta a un claro sosias de Adrià, un cocinero de clara vocación experimental. A mediados de los setenta, el creativo Fernando se ve obligado a huir, a causa del activismo antifranquista de su hermano Alberto (Pol López), hasta la paradísiaca Cadaqués, donde acaba trabajando como pinche en El Surreal, un restaurante cuyo dueño, Jules (José García), solo ansía sentar a Dalí a su mesa. Se nota en la decoración del lugar, esencialmente una colección de iconos clásicos del pintor surrealista. 

"En realidad es una casa", nos revela la directora de arte Laia Serra Ros ('Moebius') sobre El Surreal. La idea inicial era encontrar un restaurante con una situación parecida a la de El Bulli, ubicado en mitad de una cala icónica. "Pero como no dábamos con ello, pasamos a buscar una casita en un rincón recóndito y mágico delante del mar. La cocina y todos los elementos 'restaurante' ya los construiríamos. El comedor de la familia Gurria, en plena Playa de Pere Fet, fue durante dos meses una cocina 'fake' con su campana extractora, sus fogones a butano, sus neveras industriales o sus electrodomésticos de la época". Cuando la cocina estuvo a punto, Pujol hizo venir a Adrià (asesor de las creaciones culinarias del filme) y le preguntó qué le parecía. "Le pareció muy fiel a sus propios inicios, plena de veracidad". 

Para nuestra entrevistada, las calas de Cadaqués son algo así como puntos energéticos: "Te cargas las pilas con solo pisarlas. Estuvimos cuatro semanas para construir El Surreal. Mi equipo y yo solíamos acabar sobre la siete, bajar a la cala, darnos un baño, abrirnos una cerveza y sentirnos muy afortunados por poder trabajar en un lugar con esa luz, esos atardeceres, esos amaneceres". 

Una imagen del exterior de El Surreal

Una imagen del exterior de El Surreal / SkyShowtime

El bar de Rafa

En este 'biopic' encubierto de Ferran Adrià no falta un equivalente del Can Rafa de Roses, donde el cocinero molecular se dejaba seducir por la materia prima recién sacada del mar y las recetas más sencillas. "El bar de Rafa [Pep Cruz] también es una casa", dice Laia entre risas. "La encontramos en la Playa de S'Arenella, que para mí es la guinda de Cadaqués. Enfrente tienes una pequeña isla que un francés alquila para bodas. Allí se casó Daniel Brühl, por ejemplo". 

Algunos escenarios son más reconocibles que otros. La casa de Dalí es la ahora casa-museo del susodicho, donde solo pudieron rodar desde fuera. “En cambio, tuvimos que montar la pequeña comisaría de Cadaqués en unas barracas de barquitas, una especie de garaje para barcas. Eso está en la parte más este del pueblo, en Sa Conca”. 

Y para quienes estén preguntándose en qué restaurante de Barcelona se habilitó el templo de la 'nouvelle cuisine' del arranque, otra pequeña sorpresa: "En realidad es Roses, aunque se vea Barcelona en alguna otra escena del comienzo. Nos propusimos transformar una cocina del Almadraba Park Hotel, con un aspecto completamente frío, todo recubierto de acero inoxidable, en una al estilo 'Ratatouille'", explica Laia. Y el resultado fue de estrella Michelin.