Guaridas gastro
Terrazas escondidas: tres refugios secretos en Barcelona en los que aislarse del calor
Patios interiores en los que desconectar de la ciudad. ¡Ssshhhh!, que se quede entre nosotros, ¿eh?
Abre el primer restaurante de Barcelona con videoconsolas para jugar gratis mientras cenas
Òscar Broc
El restaurante Solomillo, ubicado en los bajos del hotel Alexandra (Mallorca, 251), se despliega en una terraza interior que vale un potosí y medio. Se llama Patio y es un refugio en pleno Eixample que amortigua el estrépito de la ciudad y relaja más que una playlist de mantras tibetanos.
A Solomillo vas a comer carne. Y no solo eso. Porque tú elegirás la raza, el gramaje y el punto de cocción de la pieza. Puedes ir en grupo e incluso en solitario, como yo. Me pedí una porción de black angus de 125 gramos preciosa, jugosa, con el tamaño perfecto para no empacharme y poder probar otras cosas, como el excelente carpaccio de vaca vieja con aceite, sal y pimienta, una de las novedades de la carta que golpean más fuerte. Abro la velada con un Negroni impecable y la cierro con un cheesecake cremoso que brilla merced a la luz de las estrellas y los reflejos de la piscina. Mis respetos para el servicio de sala: profesional, agradable, siempre atento.
Y me voy a Forno Bomba (Vallespir, 24), uno de los secretos mejor guardados de Sants. En esta panadería/pastelería de raíces italianas las masas son una obsesión. Lo dejan claro en sus espectaculares panes, que vuelan de las estanterías, y en sus pizzas y focaccias al corte, sencillas pero tremendamente elaboradas en sus cimientos.
El corte de ‘rossa’ es un clásico, una pizza romana que enamora por su finura y sabor: la fermentación y textura de la masa, el punch del tomate, el aceite, buah. Hay porciones con cebolla o con olivas. Y acaban de incorporar la Barese, una focaccia típica de Puglia con tomate San marzano, mix de aceitunas italianas y orégano. Y todo esto, más la bollería artesanal de la casa, se puede degustar en un patio interior de película de Michael Gondry, el lugar perfecto para tomarte un café y una pieza de bollería, o zamparte una porción de ‘rossa’ con una copita de vino natural. No es un espacio para quedarse toda la mañana, es una zona de paso para comer rápido, pero te bastará con cinco minutos de terapia en esta terracita secreta para reconciliarte con el universo.
Y acabamos en una de mis terrazas interiores favoritas. Está en las entrañas de La Fuga Barcelona (Consell de Cent, 350) , un espacio bellísimo y poliédrico donde puedes tomar café de especialidad y excelente bollería o darle amor a alguno de sus platos de cocina italiana. Si te pirra el ciclismo, estás en el paraíso. La Fuga es un punto de encuentro y una plataforma para amantes de este deporte; el local está lleno de referencias a las dos ruedas.
Pero la joya de la casa es su precioso patio interior, un oasis sumamente plácido, con toques de verdor y la entrañable imagen de la ropa tendida de los habitantes del edificio. Es un islote cargado de una magia especial. Y nada de gritos, que los vecinos no tienen por qué escucharte. Para eso ya tienes la terraza de Consell de Cent.
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