Oasis gastro

Las mejores terrazas de Barcelona cuarentones 'friendly'

¿Quieres conversar al fresco sin gritar? ¿No encuentras terracitas con buen vino? Descubre remansos de paz para mayores de 40 de pico fino

Dónde comer, beber y bailar en Barcelona a partir de los 40 años

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Veladas Guitar & Wine, los miércoles en la terraza-patio del Sintonia.

Veladas Guitar & Wine, los miércoles en la terraza-patio del Sintonia. / Instagram

Òscar Broc

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Hay terrazas y terrazas. El ecosistema de Barcelona es vasto y diverso, pero si buscáramos un elemento en común para todas estas terrazas, seguramente ganaría la jarana, el barullo. No obstante, en tan estrepitosa jungla se pueden encontrar oasis en los que se come bien y se respira mejor. Espacios abiertos para adultos responsables que tienen el humilde objetivo de conversar al fresco sin gritar como hienas, disfrutar de un buen vino y cenar relajadamente. 

En el restaurante Sintonia (Rosselló, 249) se está bien, es un espacio seguro a prueba de gritones y parranderos. Cocina de altura, un 'steak tartar' preparado delante de tus narices famoso en el mundo entero, excelente servicio de sala, ambiente relajado… Pues bien, en este hábitat tan cuarentones 'friendly', los miércoles de junio y julio se producirá magia a las seis cuerdas. En la terraza-patio del Sintonia se celebran las veladas Guitar & Wine, sesiones de guitarra española acompañadas de una exquisita selección de vinos y aperitivos con el sello del chef Pablo Tomás. A partir de las 19h, este calmoso 'afterwork' para melómanos y vinófilos, te curará con la mejor medicina para volver a casa limpio de malos rollos. 

Tranquilidad, buenas maneras y buena mesa son tres variables que no se encuentran fácilmente en las terrazas de la ciudad. Por eso, a veces lo mejor es huir, subir, escalar hacia el Tibidabo y hacer parada y fonda en uno de esos clásicos que nunca mueren: La Venta (Pl. del doctor Andreu s/n). Seguramente se trata del restaurante con mejores vistas panorámicas de Barcelona. Este espacio paradisiaco es un nido de virtudes. Su cocina catalana de producto cumple con creces; sabes que en La Venta es imposible errar: entrantes, carnes, guisos y pescados se tratan con respeto. Pero lo más seductor son sus espacios abiertos, porque en realidad La Venta es una terraza en sí misma, un Olimpo refrescante y revitalizador desde el que observar a esos simples mortales barceloneses. Con altura, que diría Rosalía. 

No menos seria me parece la terraza a pie de calle de Monocrom (Pl. Cardona, 4), simple y llanamente uno de los mejores restaurantes de Barcelona. De acuerdo, la plaza Cardona es más fea que el culo de un mandril, pero la terraza del local flota en una bruma tranquilizadora, ajena a motos trucadas y altavoces portátiles con reguetón. Es un remanso de paz para cuarentones de pico fino. Cocina catalana estratosférica, productazo, los mejores macarrones gratinados del maldito planeta y, oh, la bodega de vinos naturales más arrebatadora de la urbe. Repelente para los que terminan todas las frases con la palabra “bro”. 

Los icónicos macarrones gratinados de Monocrom.

Los icónicos macarrones gratinados de Monocrom. / Manu Mitru