ruta
Aiguamolls, un gran oasis de calma
El parque natural del Empordà es el gran refugio para diferentes pájaros y especies migratorias
![Els Aiguamolls de l'Empordà.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/927d091e-7195-4f1a-98ba-f4b875843613_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Els Aiguamolls de l'Empordà.
Aunque la mejor estación del año para visitar este gran humedal que representan los Aiguamolls del Empordà, lo cierto es que también resulta interesante apurar los últimos días del invierno para adentrarnos en este espacio donde conviven fauna y pájaros acuáticos que buscan refugio durante su movimiento migratorio. Nos encontramos ante un espacio natural salvaje que en su momento resistió el envite y las ansias constructoras en la Costa Brava. Lo que debía convertirse en una gran urbanización se convirtió finalmente en uno de los grandes humedales naturales. En esta ocasión, la acción del hombre ganó a la especulación y ahora podemos disfrutar de los Aiguamolls. Y quienes más lo disfrutan son las diferentes especies de pájaros que conviven en este paraje.
Para visitar el parque natural de los Aiguamolls nada mejor que hacer una de las diferentes rutas seleccionadas. Deberemos dirigirnos hasta Castelló d’Empúries, concretamente hasta la zona del Cortalet en la carretera de Sant Pere Pescador a Castelló d’Empúries (GIV-6216), km 4,2,. Una mezcla de lagunas, mar, arenales, zonas boscosas, humedales, canales y marismas de agua dulce darán la bienvenida al visitante. Según ponen de manifiesto sus conservadores, «el gran valor de los humedales es su diversidad de hábitats concentrados en un espacio relativamente pequeño, y también la mano del hombre y los paisajes humanizados están muy presentes». Se puede recorrer este oasis de calma de diferentes maneras y entrar en la zona de los Aspres, que está «cubierta por cultivos de secano (como viñedos), maleza y pastos, bosques de alcornoques, encinas y robles, así como agrupaciones de pinos en algunos lugares. También encontramos un buen número de masías, casas de labor y caseríos esparcidos por la llanura que a menudo se encuentran integrados en el paisaje y ofrecen refugio a la fauna y la flora salvajes», según destacan los conservadores del parque.
La experiencia es muy gratificante durante las tardes de invierno que ya comienzan a alargar la luz solar. Pero si hay una estación donde bien merece hacer una visita es sin duda la primavera. Es el momento donde los Aiguamolls viven una auténtica explosión de colores y la naturaleza llega a su punto álgido. También es recomendable visitarlos en setiembre, cuando algunas especias inician el largo viaje migratorio.
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