Conde del asalto

Restaurantes de Barcelona con chiquiparks

En esta ciudad llena de hosteleros Herodes, los garitos con zona infantil han pasado a ser templos sagrados. Estos son locales niños friendly: hasta hay bares y restaurantes con tobogán y piscinas de bolas

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Zona infantil del bar restaurante Can Nico.

Zona infantil del bar restaurante Can Nico. / Instagram

Miqui Otero

Miqui Otero

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Puedes servirme el arroz pegado, la pasta blanda, el entrecot chicletoso, la cerveza tibia y el vino gélido. El café puede saber a achicoria de charco y los cacahuetes estar rancios. Atribuiré al calentamiento global que este corte de helado llegue derretido a la mesa y procederé a llamar “la dolorosa”, entre risas, a ese ticket demencialmente inflado. Porque, oh, dios, si has traído a la mesa unos minilápices de Ikea y permites que mis niños coloreen este mantel de papel, te nominaré automáticamente para el Nobel de la paz y procederé a puntuar con seis estrellas sobre cinco tu desastroso restaurante

Así somos los padres de párvulos en Barcelona, acostumbrados a mil y una pegas en esta ciudad llena de hosteleros Herodes. Y por eso, los garitos con zona infantil han pasado a ser templos sagrados. 

Yo, por ejemplo, solía ser ese adolescente listillo y letraherido que buscaba bodegas ruidosas para emborronar libretas con mis notas y bares con buena música. Pero uno sabe que ha envejecido cuando da un sorbo de cerveza en un garito con piscina de bolas y tobogán y canturrea, ronroneante: 'Heaven, I’m in heaven'. 

A veces, sueño con los biergärten de Baviera, esos espacios al aire libre donde puedes llevar comida y pedir cerveza con los niños correteando por el suelo de gravilla. No es necesario ir tan lejos: en el Garraf abundan los restaurantes que tienen muy en cuenta a esos mocosos que algún día pagarán las pensiones. Pero estamos en Barcelona

Algunos locales con zona infantil permiten ese respiro: el Planeta Magic, de Viladomat, aunque está quizás más escorado a los juegos que al adulto, y el Family Food, del Clot, con su rocódromo infantil, más pensado para esa actividad. Hay quien defiende la paella del Maná 75 porque tienen en cuenta a los pequeños o el Suarna, allá por Plaça Espanya. 

Cerca de mi casa, sin embargo, yo, que tengo un trauma infantil con el pollo (vi demasiadas matanzas en la aldea en mi infancia) ahora soy un fan absoluto si lo como en el Els Pollos, donde hay una zona reservada con mesitas y juegos. Pero mi catedral, desde hace unos cinco años cuando me mudé a esta zona, es el Can Nico, en Nàpols con Diagonal. No es un chiquipark donde puedes tomar algo furtivamente, sino un bar restaurante con una zona infantil perfectamente discreta al final del local.

Can Nico es gigante, así que es imposible no disponer de mesa. Puedes ir a casi cualquier hora. Tiene croquetas, fideuàs y demás, pero vayamos a lo importante: al fondo, una especie de chikipark con tobogán, túneles con forma de gusanos, balancines de caballos y piscina de bolas, entre otras cosas. Además, esta zona está separada del resto del local por una gran pared de cristal, que amortigua el ruido de la muchachada al tiempo que te permite controlar lo que pasa dentro sin levantarte. De hecho, durante un tiempo, incluso tenían colgados unos televisores que emitían en circuito cerrado lo que sucedía en el parquecito.

Ahora que se supone que llega el frío, este local (donde aunque solo llegue con mis dos retoños me abren la zona de bolas) es el lugar donde no sólo encuentro el oasis de sanadora birra, sino que escribo, incluso, columnas como ésta a media tarde. Levanto la vista y ahí están, guerreando con pelotas de colores. La bajo y pongo el punto final. Y pido otra.

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