Teatro
'Amy (and the orphans)': emotiva y reflexiva 'road movie'
El Versus Glòries despide este fin de semana una obra que apuesta por la integración de personas con diversidad intelectual. Bravo por la iniciativa
José Carlos Sorribes
Periodista
José Carlos Sorribes
Es poco habitual que obras que se estrenan en el Off Broadway lleguen tan rápido a nuestra cartelera. Así ha ocurrido con 'Amy (and the orphans)', que presentó la Roundabout Theatre Company en marzo del 2018. La compañía La Niña Bonita se fijo en esta obra de cariz autobiográfico en la que su autora, Lindsey Ferrentino, recuerda la figura de su tía, Amy Jacobs, a quien dedicó una comedia que aúna emoción y reflexión. Amy tenía síndrome de Down y fue internada en una residencia de personas con diversidad intelectual, algo que sucedía con frecuencia en Estados Unidos en la década de los 70, y además sin disfrutar de las mejores condiciones. El objetivo de la joven dramaturga de Florida era descubrir qué había llevado a sus familiares a tomar esa decisión.
La trama presenta a una familia repartida por EEUU. Tras la muerte de su padre, Maggie (Roser Batalla) y Jacob (Herminio Avilés) se reúnen para ir a comunicárselo a su hermana Amy (Odile Fernández), que está internada en una residencia para personas con diversidad intelectual. No solo ha fallecido su padre, también lo hizo meses antes su madre, algo que también desconoce Amy. Hoy, Maggie y Jacob quieren recuperar a la hermana que dejó un día el entorno familiar como redención de culpas pasadas y, a la vez, alivio para su soledad.
Pero Amy es una joven cinéfila, tiene un novio al que llama Brad Pitt y disfruta de la vida a su manera. Parece bastante más feliz que sus hermanos. Los tres -junto a la cuidadora Kathy (Neus Suñé), que se apunta por su cuenta- inician un viaje por autopista con destino al restaurante-karaoke preferido de su padre, donde quieren oficiar el funeral.
Viaje al pasado
Esta es la parte troncal de 'Amy (and the orphans)' que se abre con un 'flashback' en el que vemos a un matrimonio en plena terapia de pareja. Sarah (Lorea Uresberueta) y Bobby (Xavi Àlvarez) analizan el devenir de su vida conyugal a partir de «hechos objetivos». El viaje al pasado nos revela que son los padres de los huérfanos, y también por qué la niña Amy acabó en la residencia.
Xavi Àlvarez y Neus Suñé, también directores, sirven esta obra de alto voltaje emocional de forma desnuda, en la que apenas la iluminación y algunos elementos escenográficos acompañan a los intérpretes. En un trabajo de entrega y entusiasmo general, destacan el hacer de una actriz tan curtida como Roser Batalla y la novel Odile Fernández. Ferrentino exige que la protagonista tenga síndrome de Down -incluso llegó a escribir un texto con un personaje masculino por si acaso- y Odile se gana al público con una naturalidad y espontaneidad que merecen un cerrado aplauso.
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