TEATRO

'Arma de construcción masiva' disecciona la educación

Revelación de la pasada temporada, la joven compañía José y sus hermanas vuelve al Tantarantana con su segundo montaje. De nuevo, reflexión y 'performance' para diseccionar un gran tema: la educación

'Arma de construcción masiva': La educación en el punto de mira

'Arma de construcción masiva': La educación en el punto de mira / periodico

José Carlos Sorribes

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José y sus hermanas. Con ese atractivo nombre se presentó una joven compañía salida del Institut del Teatre bajo la tutela de una de sus profesoras. Fue la revelación de la pasada temporada. Si resultona era la marca, aún más el título del espectáculo que les dio ese reconocimiento: 'Los bancos regalan sandwicheras y chorizos'. Una rabiosa mirada a la oscura huella del franquismo hecha por unos jóvenes veinteañeros con un adictivo aire performántico.

Tras ese éxito, aún de gira, llega ahora 'Arma de construcción masiva' (nuevo aplauso para quien elige los títulos), también presentado en el Tantarantana. Silvia Ferrando, la tutora, y su 'troupe' siguen las directrices de la anterior obra con un trabajo desnudo y de gran fuerza y frescura interpretativa. Ahora, el foco se pone en la educación en el sentido más amplio: escuela, familia y entorno. En un juego entre realidad y ficción, cada uno de los seis intérpretes bucea en su pasado familiar para detallar cómo se ha construido su identidad.

Menos impacto y movimiento

De entrada, escuchamos un audio que parece ser el de la mesa de trabajo para el 'brainstorming', la lluvia de ideas. Una pequeña ficha proyectada como vídeo nos presenta a todo el equipo, aunque con una rapidez que hace casi imposible que se pueda leer entera. El espacio se va llenando de pequeñas sillas escolares, como metáfora de una educación uniformizadora. A partir de ahí, la disección de cada uno de los intérpretes quiere construir un mapa global de cómo ha ido creciendo una generación que hoy va camino de la treintena.

José y sus hermanas mantiene el espíritu ácido, crítico, de su primer espectáculo. Esta vez lo hace con monólogos que interpelan al espectador. Hay menos escenas de impacto, menos movimiento, y sí más carga textual y una peligrosa dispersión que llega a atropellar al espectador. Vuelve a dejar huella, cierto, en fragmentos como el de Marta Díez cuando explica su miedo a la muerte por un karma familiar, como el de Francesc Cuéllar al recordar su pasado en el hockey sobre patines y la búsqueda de la perfección, o cuando Alejandro Curiel nos relata una inquietante cena navideña en familia.

Pero la obra deja la sensación de no estar perfilada del todo, de haberse estrenado sin el foco preciso para tener el efecto de la anterior. Eso no significa, sin embargo, que no haya que seguir vigilantes el paso de José y sus hermanas.