CINE
'Viudas': no solo otra película de atracos
El filme más comercial del británico Steve McQueen toma una premisa propia del cine de género para explorar asuntos de género, raza y estrato social
Consideradas de forma conjunta, las tres primeras películas de Steve McQueen -'Hunger' (2008), 'Shame' (2011) y '12 años de esclavitud' (2013)- componen un tratado sobre el sufrimiento y la mortificación del alma y el cuerpo humanos en apariencia diseñado para dejar al espectador hecho polvo. Por eso, 'Viudas' debe considerarse un desvío aunque, bien pensado, también una continuación. Nos explicamos: por un lado, como esos títulos predecesores retrata a seres llevados al límite de la desesperación; por otro, lo hace sin darse aires de importancia sino manejando material narrativo propio del cine de serie B y, eso sí, reconvirtiéndolo en drama trascendente.
Inspirada en la miniserie británica homónima de los 80, 'Viudas' traslada la acción a Chicago, una ciudad azotada por las desigualdades entre una mayoría sumida en las penurias y la violencia callejera y una pequeña élite corrupta. La premisa, en todo caso, es la misma: un grupo de mujeres sin experiencia alguna en el ámbito criminal se ven forzadas a ejecutar un atraco para saldar la deuda dejada por sus maridos, unos ladrones que murieron intentando jugársela al tipo equivocado.
Para desarrollarla, la película incluye huidas por carretera y tiroteos pero, en general, menos coreografías de acción de las habituales en el cine de atracos. McQueen, sin embargo, compensa esa carencia investigando asuntos de raza y género y dinero y jerarquía, enfrentando a políticos chorizos y delincuentes con aspiraciones políticas y colocando entre unos y otros a las heroínas del título, dispuestas a todo para sobrevivir y ser libres y, en el proceso, vengarse tanto de los hombres que las dejaron solas como de todo un sistema podrido.
Que nadie tome el párrafo anterior como evidencia de que 'Viudas' sacrifica la diversión en pos de la radiografía sociológica. Al contrario, McQueen se las arregla para envolver el relato de una espesa atmósfera de amenaza y sumirnos a nosotros en un estado permanente de tensión, y además nos arroja a un par de acrobáticos giros argumentales que dejan entrever la mano de la guionista Gillian 'Perdida' Flynn. El director se mantiene en todo momento al servicio de la trama, manejándola con estilo pero sin dejar que el estilo llame la atención sobre sí mismo, desplegándola cuidadosamente a lo largo de una película que es tan sofisticada como macarra y tan sobria como furiosa, tan cercana al mainstream como al cine de autor, e increíblemente hábil activándonos tanto las neuronas como el antojo de palomitas.
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